Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 10 de julio de 2019.


Tiempo Litúrgico: Ordinario 
   Color del día: Verde   

Santoral:

Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis
(41, 55-57; 42, 5-7. 17-24)
Con razón estamos sufriendo ahora,
porque pecamos contra nuestro hermano.

En aquellos días, en todo el país de Egipto hubo hambre, y el pueblo clamó al faraón, pidiéndole pan. El faraón le respondió al pueblo: “Vayan a José y hagan lo que él les diga”. Entonces José mandó abrir todas las bodegas y abasteció de víveres a los egipcios. Y como el hambre se extendiera por toda la tierra, de todos los países iban a Egipto para comprar víveres a José y remediar la carestía.

Los hijos de Jacob, junto con otros, fueron también a Egipto a comprar víveres, pues había hambre en el país de Canaán. José gobernaba en todo Egipto y los víveres se distribuían a todo el mundo, según sus indicaciones. Llegaron los hermanos de José y se postraron en su presencia. Al verlos, José los reconoció, y sin embargo, como a desconocidos, les preguntó con severidad: “¿De dónde vienen?” Ellos respondieron: “Venimos de Canaán a comprar provisiones”. José los acusó de ser espías y durante tres días los metió en la cárcel. 

Al tercer día José los mandó sacar y les dijo: “Yo también temo a Dios. Si hacen lo que les voy a decir, salvarán su vida. Si son gente de bien, uno de ustedes se quedará detenido en la prisión, mientras los demás van a llevar a sus casas las provisiones que han comprado. Luego me traen a su hermano menor, para que pueda yo comprobar si me han dicho la verdad. Así no morirán”.

Ellos estuvieron de acuerdo y se decían los unos a los otros: “Con razón estamos sufriendo ahora, porque pecamos contra nuestro hermano José, cuya angustia veíamos, cuando nos pedía que tuviéramos compasión de él, y no le hicimos caso. Por eso ha caído sobre nosotros esta desgracia”. Rubén añadió: “¿No les decía yo que no le hiciéramos daño al niño y no me hicieron caso? Ahora nos están pidiendo cuentas de su vida”.

Como estaban hablando por medio de un intérprete, ellos ignoraban que José les entendía. Entonces José se alejó de ellos y rompió a llorar.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Hay un viejo refrán en México que reza: "Arrieros somos y en el camino andamos", el cual no es otra cosa que lo que el mismo Jesús nos dice en el Evangelio: "Traten a los otros como quieran que los traten a ustedes", y "no hagan a otros lo que no quieren que hagan con ustedes"; y en otro pasaje añade: "Porque con la vara que midas, con esa misma serás medido". Los hermanos de José, lo habían entregado a los madianitas para deshacerse de él. 

Sin embargo, la vida dio una gran vuelta y los papeles ahora se cambian. Es ahora José el que tiene en su mano la suerte de su propia familia. Todos los días, en nuestro trato con los demás, ocurren situaciones en las que podemos sacar ventaja o incluso destruir a los demás. La mínima caridad cristiana que se nos pide, si no podemos amarlos, es como dice san Pablo "tolerarlos (soportarlos) por amor a Cristo".

Este mínimo acto de caridad, será luego aplicado a nosotros mismos, pues en nuestro caminar nos encontraremos con personas para las cuales, nosotros, no seremos gratos. Esto nos ayuda a crecer en el don de la caridad, de la paciencia y de la mansedumbre, pilares sobre los que se sostiene la paz interior. Aprende a tratar a todos con amor, con caridad y con paciencia, no sólo porque nunca sabes las vueltas que da la vida, sino porque en esto te reconocerán como un auténtico seguidor de Cristo.

Salmo responsorial:
(Sal 32, 2-3. 10-11. 18-19)
R/ Muéstranos, Señor, tu misericordia. 
  • Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos; cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos alabémoslo. R. 
  • Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos. R. 
  • Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (10, 1-7)
Vayan en busca de las ovejas
perdidas de la casa de Israel.

En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos”.

Reflexión sobre el Evangelio

Generalmente, se tiene la idea de que el Reino de los cielos es el cielo en sí mismo, y que, por lo tanto, se vivirá sólo después de la muerte. La realidad es que el Reino de los cielos, es el cielo vivido aquí en la tierra; es vivir ya una realidad que llegará a la plenitud en la eternidad. 

Esta realidad se identifica, sobre todo, con un estado interior del hombre que lo lleva a experimentar continuamente la paz, la alegría y a superar cualquier clase de dificultad. Es la vida que el hombre experimenta por estar habitado del Espíritu Santo. Con esta condición interior, el hombre es capaz de construir una sociedad diferente, pues percibe a los demás como sus hermanos. 

Por ello, san Pablo dice que el Reino de los cielos es: "justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo". Jesús les decía a sus discípulos que anunciaran que "el Reino estaba cerca". Pues ahora, después de la muerte y resurrección de Cristo, y con el envío del Espíritu Santo, el Reino es una realidad para todos los bautizados. Hagámonos conscientes de esta realidad y unámonos a los apóstoles para hacer del conocimiento de los demás que el Reino de los cielos puede ser ya una realidad para todos.

Oración

Señor, concédeme imitarte en la caridad y compasión, para que pueda amar a los demás antes de que ellos me amen a mí primero. Dame la luz de tu Espíritu para que no caiga yo en hipocresía. Si tú me amas, ¿por qué no he de amar yo a mi prójimo?

Acción

Hoy pediré perdón a esa persona que me cuesta trabajo tolerar, y me auto-analizaré para descubrir si es que soy yo quien no quiere amar a los demás como Cristo me amó.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo C - 2019, Conferencia Episcopal de Costa Rica