Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 23 de agosto de 2019.


Tiempo Litúrgico: Ordinario
   Color del día: Blanco   

Fiesta:

Primera Lectura
Lectura del libro de Rut
(1, 1. 3-8. 14-16. 22)
Se pusieron en camino,
para volver a la tierra de Judá.

En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país de Judá y un hombre de Belén, llamado Elimélek, se fue a residir con Noemí, su esposa, y sus dos hijos a la región de Moab.

Murió Elimélek, y Noemí se quedó sola con sus dos hijos. Estos se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orpá y la otra, Rut. Vivieron ahí unos diez años y murieron también los hijos de Noemí, Malón y Kilión, y ella se quedó sin hijos y sin esposo.

Entonces decidió abandonar los campos de Moab y regresar al país de Judá con sus dos nueras, porque oyó decir que el Señor había favorecido al pueblo y le daba buenas cosechas. Se pusieron, pues, en camino, para volver a la tierra de Judá. Entonces Noemí dijo a sus dos nueras: “Vuélvase cada una a casa de su madre. Que el Señor tenga piedad de ustedes, como ustedes la han tenido con mis hijos y conmigo”.

Ellas rompieron a llorar y Orpá besó a su suegra, Noemí, y se volvió a su pueblo; pero Rut se quedó con su suegra. Entonces Noemí le dijo a Rut: “Tu concuña se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú también con ella”. Pero Rut respondió: “No insistas en que te abandone y me vaya, porque a donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”.

Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, regresó de los campos de Moab y llegó con ella a Belén, al comienzo de la cosecha de la cebada.

Reflexión sobre la Primera Lectura

En esta lectura, usada por la liturgia en la celebración del sacramento del matrimonio, ilumina con mucha claridad lo que significa el verdadero amor, el amor que sabe ser fiel "en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad". Las dos muchachas podrían haber regresado a la casa paterna y volverse a casar con gente de su mismo pueblo. Una de ellas lo hace, pero Rut, que sabe que su suegra está sola, decide acompañarla y permanecer con ella en toda circunstancia. 

En nuestros días, qué importante es que volvamos a valorar la verdadera fidelidad y la amistad. Acostumbrados en nuestro mundo consumista a cambiar frecuentemente de todo, en una cultura del "úsese y tírese", no es fácil tener amistades estables, verdaderos amigos que lo acompañen a uno, sobre todo, en los momentos difíciles de la vida. Ciertamente no es fácil establecer lazos duraderos y raíces profundas con nuestros vecinos, compañeros. 

Sin embrago, esta es la enseñanza de la Escritura, es lo que nos mostró Jesús al hacerse uno con nosotros y recorrer nuestro mismo camino, incluso hasta la muerte. Aprendamos de Rut que el verdadero amor se muestra ante todo en la fidelidad y en el saber acompañarnos unos a otros, en comprometer toda nuestra existencia con alguien más. Inténtalo, verás que no te arrepentirás.

Salmo responsorial:
(Sal 145, 5-6.7.8-9a.9bc-10)
R/ Alabaré al Señor toda mi vida. 
  • Dichoso aquel que es auxiliado por el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto el mar encierra. R. 
  • El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R. 
  • Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R. 
  • A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (22, 34-40)
¿Cuál es el mandamiento
más grande de la ley?

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.

Reflexión sobre el Evangelio

Siempre me ha parecido interesante que siendo el primero y el más importante de los mandamientos el "amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente" sean muy pocas las personas que acuden al sacramento de la reconciliación a reconocer que han fallado a este mandamiento. 

Ciertamente, como dice Jesús, al fallar a cualquiera de los otros mandamientos estamos fallando a estos dos, sin embargo, esto puede ser un indicativo de qué lugar ocupa Dios en nuestro corazón y la relación que llevamos con él. 

Si haces un recuento de las últimas veces en que has acudido al sacramento, te darás cuenta de que la mayoría de las veces, éste está ocupado con alguna "falta recurrente", que es el pecado que está distrayendo tu atención de la santidad, además habrás expuesto una serie de imperfecciones relacionadas con tu carácter y con el trato con los demás, pero sería bueno que tu próxima reconciliación sacramental la iniciaras diciendo: "Padre, me arrepiento de no amar a Dios con todo mi corazón, por ello no he orado lo suficiente y esto ha hecho que mi vida no se transforme; esto me ha llevado a pecar contra..." 

Cuando reconocemos que nuestra principal falta es no amar lo suficiente a Dios, inmediatamente nos daremos cuenta de cuál o cuáles son las causas de esto. Si nos ponemos a trabajar en ellas veremos que nuestras demás faltas irán desapareciendo de nuestra vida.

Oración

Gracias, Señor, por mis amigos, gracias por aquellos que has puesto a mi lado, a quienes amo y quienes me aman. Enséñame a ser fiel y a demostrar libremente lo que siento, a decirles gracias, a corregirlos cuando haga falta y a escuchar tu voz también en ellos.

Acción

Hoy llamaré a mis amigos más cercanos y les agradeceré su amistad.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro 

Adaptado de: 
Evangelización Activa, Catholic.net, ACI Prensa