Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Martes 27 de agosto de 2019.


Tiempo Litúrgico: Ordinario 
   Color del día: Blanco   

Memoria obligatoria:

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los tesalonicenses (2, 1-8)
Queríamos entregarles, no solo el Evangelio
de Dios, sino también nuestra propia vida.

Hermanos: Bien saben que nuestra estancia entre ustedes no fue inútil, pues a pesar de los sufrimientos e injurias que padecimos en Filipos y que ya conocen, tuvimos el valor, apoyados en nuestro Dios, de predicarles su Evangelio en medio de una fuerte oposición.

Es que nuestra predicación no nace del error ni de intereses mezquinos ni del deseo de engañarlos, sino que predicamos el Evangelio de acuerdo con el encargo que Dios, considerándonos aptos, nos ha hecho, y no para agradar a los hombres, sino a Dios, que es el que conoce nuestros corazones.

Nunca nos hemos presentado, bien lo saben ustedes y Dios es testigo de ello, con palabras aduladoras ni con disimulada codicia, ni hemos buscado las alabanzas de ustedes ni las de nadie. Aunque hubiéramos podido imponerles nuestra autoridad, como apóstoles de Cristo, sin embargo los tratamos
con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños.

Tan grande es nuestro afecto por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida, porque han llegado ustedes a sernos sumamente queridos.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Cuando leemos la biblia limitándonos sólo al autor humano concreto, pero olvidando al Autor del conjunto de libros que es Dios, podemos correr el riesgo de perder de vista cosas valiosas e importantes. Llama la atención que el autor de la carta se dirige a sus destinatarios con muestras de aprecio y cariño; es cierto, que las cosas de Dios son serias y que requieren entrega, valor, coraje y convicción.

Pero, eso no significa que la vida humana no pueda expresarse con toda su riqueza en las cosas de Dios. Pablo no olvida lo que ha supuesto para él llevar el Evangelio a las diferentes comunidades; en concreto, Tesalónica, le ha supuesto una carga difícil de llevar, tanto por los sufrimientos padecidos, como por la oposición a su labor. 

Pero cuando se sufre por algo que se ama, el dolor le imprime valor, tanto al objeto del amor, como a la persona que lucha por llevar a cabo aquello que da sentido a la propia vida. Predicar a Cristo es una tarea que Dios le ha encomendado a Pablo, es su responsabilidad, pero eso no le impide al apóstol dar rienda suelta a su corazón. Él no sólo hubiera querido dar a los tesalonicenses el Evangelio de Jesucristo, le hubiera gustado dar su propia vida para que aquella comunidad tenga la vida que viene de Dios. 

Cierto que es una persona con autoridad y que puede enseñar apoyado en ella, pero para él, es más valiosa la humildad que viene del amor y la ternura, que la fuerza que viene por representar a Dios. A final de cuentas, Dios también se manifestó dulce y tierno en la persona de su Hijo Jesucristo. La ternura de Dios ha salido al encuentro del hombre que sufre, a través de Jesucristo. Todo discípulo está llamado a ser como su maestro. Pablo imitó bien a Jesús al amar a quienes les llevaba el Evangelio. Esa misma vocación es a la que tú y yo estamos también llamados.

Salmo responsorial:
(Sal 138, 1-3. 4-6)
R/ Condúceme, Señor, por tu camino. 
  • Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R. 
  • Apenas la palabra está en mi boca, y ya, Señor, te la sabes completa. Me envuelves por todas partes y tienes puesta sobre mí tu mano. Esta es una ciencia misteriosa para mí, tan sublime, que no la alcanzo. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (23, 23-26)
Esto es lo que tenían que practicar,
sin descuidar aquello.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes escribas y fariseos hipócritas, porque pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero descuidan lo más importante de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que tenían que practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera los vasos y los platos, mientras que por dentro siguen sucios con su rapacidad y codicia! ¡Fariseo ciego!, limpia primero por dentro el vaso y así quedará también limpio por fuera”.

Reflexión sobre el Evangelio

El evangelio de hoy nos enseña que la ley, que es buena cuando uno busca crecer en el amor de Dios, se convierte en un monstruo contra el cual se tiene que estar luchando. 

Es importante cumplir la ley, pero este cumplimiento no es un cumplimiento irracional, sino que debe llevarnos a lo que inspiró al legislador, que es amar y tener misericordia de los demás, reconociendo que, el único legislador y juez, es Dios. 

Pensemos pues, hoy, ¿cómo estamos viviendo la ley? ¿Vamos a misa el domingo sólo porque está escrito en la ley, o porque realmente queremos amar más al Señor?

Oración

Señor Jesús, que has querido hacerte hombre para traer a nosotros la ternura amorosa que viene del Padre, haz que seamos agradecidos contigo por este valioso don, para que nuestra gratitud se convierta en apostolado que lleve a todos los hombres, tu amor misericordioso que no tiene límites ni fronteras.

Acción

Dedicaré unos minutos a experimentar el amor tierno de Dios para llevar dicha ternura a quienes la puedan necesitar.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro 

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo C - 2019, Conferencia Episcopal de Costa Rica