Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 21 de febrero de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana VI. 
   Color del día: Verde.   

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
Santiago (2, 14-24. 26)
La fe sin obras está muerta.

Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no la demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: “Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”.

Tú crees, por ejemplo, que hay un solo Dios y haces bien; pero los demonios también creen eso y, sin embargo, tiemblan.

¿Quieres saber, hombre ignorante, por qué la fe sin obras es estéril? ¿Acaso nuestro padre Abraham no fue justificado por sus obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? Fíjate cómo su fe colaboraba con sus obras y por las obras se perfeccionaba su fe. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: Abraham tuvo fe en Dios y eso le valió la justificación, y por eso se le llamó “amigo de Dios”.

Ya ven cómo la persona es justificada por las obras, no por la fe sola. Pues así como un cuerpo que no respira es un cadáver, la fe sin obras está muerta.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Uno de los grandes debates con los hermanos separados es la INUTILIDAD DE LAS OBRAS para la salvación.

En este pasaje de la Escritura vemos que las dos cosas están íntimamente unidas, de manera que no se puede hablar de fe sin obras, ni tampoco se puede hablar de las obras sin la fe. El apóstol es claro al decir que la fe sin obras es una fe muerta, y que por otro lado las obras son el fruto de la fe. Las dos cosas entonces son necesarias para la salvación y para la perfección cristiana.

Por ello debemos buscar, mediante la oración, que crezca en nosotros la fe; y al mismo tiempo debemos ejercitarnos en las buenas obras para que en éstas se haga visible nuestra fe y se vaya perfeccionando.

Es así que, si decimos que creemos en Cristo, nuestra vida debe ser congruente con nuestra fe. Recordemos que el Señor nos dijo: "Por sus frutos los conocerán". Busca, pues, que tu vida dé testimonio de lo que crees y al mismo tiempo busca profundizar cada día más en tu fe.

Salmo responsorial
(Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6)
R/ Dichosos los que temen al Señor. 
  • Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos. R. 
  • Fortuna y bienestar habrá en su casa, siempre obrarán conforme a la justicia. Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla. R. 
  • Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente jamás se desviarán; vivirá su recuerdo para siempre. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (8, 34—9, 1)
El que pierda su visa por mí
por el Evangelio, la salvará.

En aquel tiempo, Jesús llamó a la multitud y a sus discípulos y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre, entre los santos ángeles”.

Y añadió: “Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino de Dios ha llegado ya con todo su poder”.

Reflexión sobre el Evangelio

Una de las cosas que llama la atención de nuestra generación es que a muchos y en muchas circunstancias nos da pena mostrarnos como verdaderos cristianos. Y no me refiero a traer alguna cruz colgada al pecho (que muchas veces es más adorno que otra cosa), sino a dejar que Cristo se transparente en nosotros.

Mucha gente tiene miedo al "qué dirán" si lleva su Biblia al trabajo, o si saben que pertenece a alguna organización cristiana, o a persignarse antes de iniciar el trabajo o la comida en un restaurante. Jesús nos previene en este evangelio: "quien se avergüence de mí y del Evangelio yo me avergonzaré de él".

Jesús nos necesita para que "el mundo, viendo crea y creyendo tenga vida". Si nosotros no dejamos que Jesús y nuestra vida cristiana, es decir los valores del Evangelio, sean notorios para los demás, ¿cómo creerá esta generación que sólo busca el confort, el placer y la riqueza? Seamos auténticamente cristianos, vivamos, pensemos y hablemos como un verdadero discípulo de Cristo. ¡Siéntete orgulloso de ser y vivir como cristiano!

Oración

Dame la gracia, Señor, de que todo el amor que te profeso y la profunda confianza que tengo en ti se concreten en acciones reales y específicas; no permitas que me quede en el fariseísmo de solo hablar y hablar, sino que te pido la fuerza de tu Espíritu para que mis palabras sean puestas por obra y así afectar este mundo con la fuerza de tu Evangelio en la vida.

Acción

Este día pondré atención al Evangelio o alguna Palabra del Señor, sacaré los consejos específicos y me esforzaré en convertirlos en acción.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro 

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica