Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 1 de julio de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XIII.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Amós (5, 14-15. 21-24)
Aleja de mí el ruido de tus canciones
y que tu justicia fluya como
un torrente inagotable.

Esto dice el Señor: “Busquen el bien, no el mal, y vivirán, y así estará con ustedes, como ustedes mismos dicen, el Señor, Dios de los ejércitos. Aborrezcan el mal y amen el bien, implanten la justicia en los tribunales; quizá entonces el Señor, Dios de los ejércitos, tenga piedad de los sobrevivientes de José.

Yo desprecio y detesto las fiestas de ustedes, no me agradan sus solemnidades. Aunque me ofrezcan holocaustos, no aceptaré sus ofrendas ni miraré con agrado sus sacrificios de novillos gordos.

Alejen de mí el ruido de sus canciones; no quiero escuchar la música de sus arpas. Que fluya la justicia como el agua y la bondad como un torrente inagotable”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Como podemos ver en este pasaje, la brecha entre la fe y las obras ha sido siempre un grave problema para el Pueblo de Dios.

Es triste que todavía haya hermanos, que a pesar de estar habitados por el Espíritu Santo, piensen que basta con ir a misa el domingo, con darle culto a Dios para estar en comunión con ÉL. El profeta Amós nos recuerda que, si bien es cierto que el culto a Dios es bueno, éste pierde su sentido cuando se vive al margen de la justicia y del amor.

Es necesario que nuestra vida sea conforme al Evangelio y con ello se haga una opción definitiva de renunciar al pecado y a lo que nos aparta de Dios.

Es necesario que nuestra vida diaria, en la casa, en nuestras oficinas y escuelas, sea congruente con la fe que decimos tener en Jesús que, como dice el apóstol: "quien se dice seguidor de Jesús, debe vivir como Él vivió".

Salmo responsorial
(Sal 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16bc-17)
R/ Dios salva al que cumple su voluntad.
  • Israel, pueblo mío, escucha atento; en contra tuya, yo, tu Dios, declaro: R.
  • “No voy a reclamarte sacrificios, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus rebaños. R.
  • Pues todas las fieras de la selva son mías y hay miles de bestias en mis montes. Conozco todos los pájaros del cielo y es mío cuanto se mueve en los campos. R.
  • Si yo estuviera hambriento, nunca iría a decírtelo a ti, pues todo es mío. ¿O acaso yo como carne de toros y bebo sangre de cabritos? R.
  • ¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú, que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos?” R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (8, 28-34)
¿Acaso has venido hasta aquí
para atormentarnos antes
del tiempo señalado?

En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?”

No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: “Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos”. El les respondió: “Está bien”.

Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.

Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.

Reflexión sobre el Evangelio

Esta historia del Evangelio parecería estar lejana a nuestra realidad actual, sin embargo, la verdad es que se repite frecuentemente hoy en nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a dos hombres, dos seres humanos que sufrían a causa de unos demonios.

Al hacerlo, los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes, en lugar de agradecer el haber liberado y sanado a dos hermanos, a dos seres humanos que sufrían, se preocupan más por la pérdida material de una piara de cerdos.

Vale más la piara de cerdos que la salud y bienestar de dos seres humanos. Como consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús. Como vemos, la historia se repite una y otra vez. Hoy es más importante la cantidad de producción y la eficiencia que la vida familiar, social y económica de los trabajadores; son más importantes nuestras pertenencias, que el bien social de la comunidad; es más importante el trabajo y el bienestar económico, que la vida familiar y la atención a los hijos.

Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto o busca ayudarnos a liberarnos de estas esclavitudes, la respuesta es: ¿Qué tiene la Iglesia (o el mismo Jesús) qué decirme sobre qué es más importante?, ¿qué tiene que hacer en mis negocios, en mi medio social, en mi vida?

No dejemos que nos domine lo material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales, las cuales son buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la protección del medio ambiente. Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que produce el ver a un hermano sano y feliz.
 
Oración

Te bendigo y te alabo, Señor, por poner en mi corazón el deseo de hacer el bien, gracias porque en verdad me complazco en escuchar tus planes para mí, pues sé que son justos y que están pensados para darme vida.

Acción

Durante el día de hoy escucharé cantos y alabanzas a Dios y cantaré constantemente acompañando esos cantos con mis buenas acciones..
 
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica