Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 6 de noviembre de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XXXI. 
   Color del día: Verde.   

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los filipenses (3, 17-4, 1)
Cristo transformará nuestro cuerpo miserable
en un cuerpo glorioso, semejante al suyo.

Hermanos: Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que viven el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.

Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.

Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Si bien es cierto que san Pablo en este pasaje se refiere a aquellos que querían que los cristianos vivieran como judíos, respetando todas sus prácticas, creo que perfectamente se puede aplicar a esta corriente de permisividad que va inundando poco a poco nuestros ambientes cristianos.

El Evangelio, sin que nos vayamos dando cuenta, se va diluyendo, y de la enseñanza de Jesús poco va quedando. Basta ver lo que cada uno de nosotros conoce y vive del Evangelio. Muchas de nuestras conversaciones son realmente inapropiadas para un cristiano, y sin embargo, cuando éstas se suceden, nadie dice nada, pues todos estamos inmersos en esta dilución.

San Pablo nos invita, con lágrimas en los ojos, a mantenernos firmes. El pecado nos atrae bajo la apariencia de bien, pero sabemos por experiencia que después todo es remordimiento y soledad. No dejemos que se apague en nosotros la luz del Evangelio, mantengámonos FIRMES en el Señor.

Salmo responsorial
(Sal 121, 1-2. 4)
R/ Vayamos con alegría
al encuentro del Señor.
  • ¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R.
  • A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (16, 1-8)
Los que pertenecen a esta mundo son más hábiles
en sus negocios que los que pertenecen a la luz.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”.

Reflexión sobre el Evangelio

Muchas veces me he dicho: si la sabiduría, el talento y el empuje que con frecuencia usamos en nuestra vida cotidiana, los usáramos para el anuncio del Reino, para la evangelización, para llevar socorro a los necesitados, seguramente que nuestro mundo sería muy diferente.

Haz un recuento de todos los dones y carismas que Dios te ha dado y fíjate cuántos de estos estás utilizando para llevar la Buena Nueva del Reino de Dios en el lugar donde él te ha puesto, no sea que los estés usando únicamente para tu propio provecho.

Oración

Señor mío Jesucristo, quiero, por tu gracia, aprender a vivir como verdadero ciudadano del cielo de donde espero que vengas como Salvador nuestro.

Prepárame para que llegado el momento puedas transformar todo mi ser, limitado y finito, en un cuerpo glorioso, semejante al tuyo, en virtud del poder que tienes para someter a tu dominio todas las cosas. Por encima de todo esto, Señor, dame tu Espíritu Divino para mantenerme fiel a ti.

Acción

Hoy seré consciente de que todo en este mundo es temporal, y pondré mucha atención para descubrir las cosas que en mi día son verdaderamente eternas, y atenderé mucho más a eso.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica