19 de diciembre de 2020 - 8:34 AM
Redacción ACI PrensaEl sábado es tradicionalmente el día dedicado a la Virgen María, por ello compartimos esta oración mariana que se puede rezar este sábado anterior de Navidad para darle gracias a aquella que lo dio todo por darnos al Reconciliador y para que, por su intercesión, Jesús también nazca en nuestros corazones.
1.- INTRODUCCIÓN
La familia se reúne en un lugar apropiado de la casa, en torno a una imagen de Santa María.
Todos santiguándose dicen:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Luego el padre de familia explica a todos los presentes el sentido de esta liturgia con las siguientes palabras:
Al dar gracias a Dios que nos ha dado a su Hijo, debemos dar gracias también a la virgen María. Con su "Sí" a las palabras del Arcángel, por obra del Espíritu Santo, se convirtió en la Madre de Dios y en Madre nuestra, y en la noche de Belén "irradió sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor".
Demos gracias a Santa María porque Ella lo dio todo por nuestra reconciliación y pidámosle para que nuestros corazones estén siempre dispuestos a acogerla y con Ella a su Divino Hijo.
Luego la madre de familia dice la siguiente oración:
- Gracias por ser Santa María.
- Gracias por haberte abierto a la gracia, y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
- Gracias por haber acogido, en tu seno purísimo, a quien es la Vida y el Amor.
- Gracias por haber mantenido tu "Hágase" a través de todos los acontecimientos de tu vida.
- Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos y vividos.
- Gracias por tu sencillez, por tu docilidad, por esa magnífica sobriedad, por tu capacidad de escucha, por tu reverencia, por tu fidelidad, por tu magnanimidad, y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza entre sí y que Dios nos permite atisbar en Ti.
- Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones, tu ternura, tus auxilios y orientaciones.
- Gracias por tantas bondades.
- En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra. Amén.
2.- INVOCACIÓN DE LA FAMILIA
Mirando a la imagen de la Virgen, la familia eleva la siguiente súplica común (otros dos miembros de la familia hacen las invocaciones).
Primer miembro de la familia:
Invoquemos al Señor Jesús, Reconciliador del mundo, recurriendo confiados a la intercesión de su Santa Madre. Digamos a cada invocación:
R. Que tu Santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
- Sálvanos, Señor, por tu anunciación-encarnación, R.
- Sálvanos, Señor, por tu nacimiento en Belén, R.
- Sálvanos, Señor, por tu presentación en el templo, R.
- Sálvanos, Señor, por tu santo bautismo, R.
- Sálvanos, Señor, por tu pasión y tu cruz, R.
- Sálvanos, Señor, por tu muerte y sepultura, R.
- Sálvanos, Señor, por tu santa resurrección, R.
- Sálvanos, Señor, por tu gloriosa ascensión, R.
- Sálvanos, Señor, por tu don del Espíritu Santo, R.
- Sálvanos, Señor, cuando vengas en la gloria, R.
Segundo miembro de la familia:
A nuestras peticiones responderemos:
R. Que interceda por ellos tu Santa Madre.
- Concede al Santo Padre, el Papa Francisco, y a nuestro Arzobispo (se dice el nombre del Arzobispo u Obispo) vida y salud y renuévalos en su ministerio y en su santidad de vida. R.
- Ilumina las mentes de los gobernantes en la búsqueda del bien común, de la paz y la reconciliación. R.
- Escucha el llanto de los que sufren, la oración de los perseguidos a causa de su fe, la invocación de las víctimas inocentes. R.
- Guía a la conversión a cuantos se han alejado de ti. R.
- Muestra la luz de tu rostro a cuantos te buscan con sinceridad de corazón. R.
- Y finalmente, ayúdanos Madre nuestra a que nuestro hogar sea como el de Nazaret, un cenáculo de comunión en el amor. R
Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
El padre de familia concluye la liturgia con la siguiente oración:
Oh Dios, tú has manifestado al mundo entre los brazos de la Virgen Madre a tu Hijo, gloria de Isabel y luz de los pueblos; haz que en la escuela de María aprendamos a adherirnos al Señor Jesús y reconozcamos en Él al único Salvador del mundo ayer, hoy y siempre. Él vive y reina por los siglos. Amén.
Y todos santiguándose dicen finalmente:
En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo. Amén.
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