Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Martes, 14 de setiembre de 2021.


Tiempo Litúrgico: Ordinario III - Semana XXIV.
   Color del día: Rojo.  


Primera Lectura
Del libro de los Números (21, 4b-9)
Si alguno era mordido y miraba la
serpiente de bronce quedaba curado.

En aquellos días, el pueblo ese cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin sustancia».

El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». 

Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: «Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Leemos este capítulo del libro de los Números y parece que esté escrito para estos días. También ahora tendemos a hablar mal de Dios y de sus enviados porque las serpientes del momento: pandemias, epidemias, hambre, desastres naturales o provocados, etc, nos están mordiendo constantemente, o al menos nos sentimos mordidos.

Cuando tenemos la vida discurriendo a nuestro alrededor, llegamos a cansarnos de lo que tenemos y nos quejamos. La monotonía, el tener las necesidades inmediatas cubiertas, termina siendo motivo de hastío y nos quejamos de Dios.

No es que acudamos a Dios para quejarnos, sino que vamos hablando mal de ÉL, acudimos al rumor insidioso esperando que la queja llegue a sus oídos, pero que ÉL no llegue a identificarnos como los protestantes. Nos da miedo porque puede enfadarse.

Hoy nos quejamos porque los cambios climáticos nos están castigando fuertemente. Reclamamos a Dios porque el calor veraniego no llega, porque el calor que ha llegado nos ahoga o porque no hace ni frío ni calor y la monotonía nos aburre y necesitamos protestar por algo.

Todo menos reconocer nuestra aportación a este estado de cosas. No se nos ocurre cerrar una calefacción innecesaria, nos resistimos a cerrar el grifo y derrochamos agua sin cesar. Así hacemos con tantas cosas que sería interminable relacionar.

Dios sigue ahí. En el relato de hoy se enciende su ira y castiga al pueblo, pero enseguida manda el remedio. Creo que Dios nos está avisando para que cesemos de destruir una naturaleza que nos dio para que la mejoráramos, o al menos mantuviéramos.

Nos bastaría mirar el estandarte, la gran serpiente de la ambición, del odio, de la envidia, del orgullo y la prepotencia para reconocer nuestro pecado y corregirlo y sanar. Pero, ¿lo hacemos así?

… ¡Pues no! Preferimos mirar a la Cruz de Cristo y pedirle que nos libre de los males, -pero que lo haga ÉL, que no nos moleste en nuestra acomodada vida-, en lugar de ponernos manos a la obra y quitar del medio en que nos movemos, tantas serpientes venenosas que estamos criando y terminarán acabando con nuestra salud y nuestra propia vida.

Salmo responsorial
(Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38)
R/ No olvidemos las acciones del Señor.
  • Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. R.
  • Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios altísimo su redentor. R.
  • Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza. R.
  • Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor. R.

Evangelio
† Del santo Evangelio 
según san Juan (3, 13-17)
El Hijo del hombre tiene que ser levantado.

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. 

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."

Reflexión sobre el Evangelio

Parece que nos cuesta un poco ver a Jesús como salvador. Estamos, algunos, tan imbuidos de nuestra posesión de la verdad, que somos capaces de juzgar y condenar sin medias tintas. El diálogo con Nicodemo se nos empieza a borrar en los últimos versículos y olvidamos que Dios no envió al Hijo para condenar, sino todo lo contrario.

Nosotros salvamos y condenamos de acuerdo con nuestros criterios, nuestras ideas o –peor aún- nuestros prejuicios. Todo menos ver con claridad el mensaje de esperanza salvadora, ¡para todos! de Cristo.

Somos propicios a mandar al infierno a todos los seres humanos que vamos encontrando a lo largo de nuestra vida. Siempre, bueno, casi siempre, encontramos en nosotros mismos el molde para medir y pesar a los demás.

Nos miramos a nosotros mismos y, claro, la serpiente de la intolerancia nos muerde y no somos capaces de ver la cruz salvadora revelándose en lo alto. Usualmente somos incapaces de ver la cruz como puente de enlace y la miramos como frontera que pocos podremos cruzar. Pensamos que solo los santos “tendremos” opciones a pasar.

Cristo, el Salvador colgado del madero no está ahí para otra cosa que para salvar. De ninguna manera está para condenar. Tiene los brazos abiertos para abrazar, no para amenazar. A nosotros corresponde verlo y transmitirlo así, predicar que Cristo es vida y salud, no piedra de condenación.

Dejemos al Dios juzgador y castigador inmisericorde, que no existe, y veamos siempre al Dios que nos ama y busca nuestra compañía, nuestra salvación y es la fuente del amor que nosotros debemos vivir y repartir/compartir con la creación entera.

Oración

Señor, la vida del Evangelio supone este testimonio de vida aunque no se concurse para un puesto importante, es por eso que guardaré todas estas exigencias en mi vida a fin de que en las pruebas me presente yo también sin doblez.

Acción

Antes de pedir por un bien material, pediré a Dios me conceda su sabiduría para poder gobernar, empezando por mi propia vida, a los que el Señor ponga bajo mi responsabilidad.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Archidiócesis de Madrid, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo B – 2021, Conferencia Episcopal de Costa Rica