Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles, 29 de setiembre de 2021.


Tiempo Litúrgico: Ordinario III - Semana XXVI.
   Color del día: Blanco.  


Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Daniel (7, 9-10. 13-14)
Millones y millones estaba a sus órdenes.

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: vi que colocaban unos tronos y un anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve y sus cabellos, blancos como lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas encendidas. Un río de fuego brotaba delante de él. Miles y miles lo servían, millones y millones estaban a sus órdenes. Comenzó el juicio y se abrieron los libros.

Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia.

Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido.

Reflexión sobre la Primera Lectura

La liturgia nos sugiere este hermoso trozo del Antiguo Testamento, en el cual Daniel, profetiza lo que años después los apóstoles verán con sus propios ojos. Quisiera que centráramos nuestra reflexión, no sólo en el contenido de la visión, que como sabemos, está referida a Cristo, sino en la manera cómo Dios se revela a nuestro corazón cuando oramos.

Es difícil aceptar que hoy en día tengamos tan pocos "místicos", es decir, hombres y mujeres de oración profunda, hombres y mujeres que son capaces de entrar en una relación íntima y personal con Dios.

Nuestro mundo, lleno de actividades y de ruido, nos ha ido apartando de esta oración. Para muchos, orar significa rezar unas cuantas oraciones mientras se va a toda prisa al trabajo, mientras se hace fila en una dependencia pública; finalmente, decir, medio dormido, algunas jaculatorias antes de acostarnos. Se nos olvida que para orar, para poder llegar a tener una relación íntima con Dios, necesitamos tiempo.

Necesitamos dedicar un tiempo sólo para Dios. Un tiempo en el que, en compañía de nuestra Biblia, con los ojos cerrados, podamos centrar nuestra atención en Dios. No dejes que tus actividades te atropellen, date tiempo para orar, dale tiempo a Dios.

Salmo responsorial
(Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5)
R/ Te cantaremos, Señor,
delante de tus ángeles.
  • De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. R.
  • Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R.
  • Que todos los reyes de la tierra te reconozcan, al escuchar tus prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (1, 47-51)
Verán a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre.

En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”.

Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Reflexión sobre el Evangelio

Los testimonios acerca de los ángeles en la Sagrada Escritura no dejan duda de la existencia de estos seres espirituales creados por Dios para su servicio, pero también para el servicio de nosotros, los hombres.

Por ello, la Iglesia invoca a san Miguel Arcángel como fiel defensor de los proyectos de Dios y para someter el ataque de Satanás sobre los cristianos. Invoca a san Rafael Arcángel en las enfermedades y para proteger las ciudades contra las grandes catástrofes.

Finalmente, invoca a san Gabriel Arcángel como el mensajero de confianza de Dios por quien nos da a conocer sus proyectos salvíficos, y por medio del cual nuestra respuesta llega a su presencia. No tengamos temor de invocarlos y de solicitar su intercesión.

Oración

Señor, reconozco que, en muchas ocasiones, el único momento que dedico a la oración son estas líneas que leo y que, desafortunadamente también, no las leo todos los días. Si tú me das veinticuatro horas cada día, cómo no devolverte al menos una diaria

Acción

Hoy iniciaré un camino de oración en el que, cada día, vaya incrementando el tiempo de oración, hasta que un día pueda llegar a decir: Señor, ¡qué bien estamos aquí!

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo B – 2021, Conferencia Episcopal de Costa Rica