Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles, 26 de enero de 2022.


Tiempo Litúrgico: Ordinario I - Semana III.
   Color del día: Blanco.  

Memoria obligatoria: Santos Timoteo y Tito, obispos. 

Primera Lectura
Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pablo a Tito (1, 1-5)
Querido Tito, mi verdadero hijo
en la fe que compartimos.

Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro salvador.

Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador. El motivo de haberte dejado en Creta fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Cuando Jesús pensó en la comunidad que habría de conocerle, amarle y servirle por medio de la predicación y experiencia de otros hermanos, ciertamente que pensó en la iglesia; sin embargo, Jesús no se preocupó, tal vez ni siquiera lo pensó, en la manera en que dicha comunidad se estructuraría.

La estructura de la iglesia es una aportación de los apóstoles, quienes, viendo hacia el futuro, pensaron en la mejor manera de ser fieles al evangelio de Jesús, por una parte, pero también se preocuparon por la constitución de la iglesia como comunidad humana.

Ciertamente que toda comunidad requiere de organización, dado que busca unos fines y cuenta para ello con ciertos medios, a esta exigencia no escapa la iglesia que tiene como fin la proclamación del reinado de Dios anunciado por Jesús y cuenta para ello con los medios que Jesús le ha dejado. Pablo nos muestra cómo entre los intereses que tuvo la iglesia primitiva, estaba la estructuración de la comunidad cristiana.

No se trata de grupitos independientes, o de iniciativas pasajeras, se trata de establecer la estructura que ha de dar soporte a la iglesia como comunidad humana pero también como comunidad convocada y reunida por Dios.

Jesús, la verdadera buena noticia del cristianismo y de la iglesia, es el gozne en el que descansa la vida de la iglesia, mientras ÉL siga siendo el por qué y el para qué de la iglesia, la estructura será siempre definida y sostenida por el Espíritu Santo que es quien dirige a la iglesia y quien le orienta en el camino más adecuado para permanecer dócil y fiel a su Señor.

Salmo responsorial
(Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10)
R/ Cantemos la grandeza del Señor.
  • Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. R.
  • Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. R.
  • Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. R.
  • “Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (4, 1-20)
Salió el sembrador a sembrar.

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:

“Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno”. Y añadió Jesús: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.

Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola. Entonces Jesús les dijo: “A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se arrepientan y sean perdonados”.

Y les dijo a continuación: “Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? ‘El sembrador’ siembra la palabra.

‘Los granos de la vereda’ son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.

‘Los que reciben la semilla en terreno pedregoso’, son los que, al escuchar la palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes, y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la palabra, se dan por vencidos.

‘Los que reciben la semilla entre espinas’ son los que escuchan la palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás, que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril.

Por fin, ‘los que reciben la semilla en tierra buena’ son aquellos que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno”.

Reflexión sobre el Evangelio

Es curioso que a pesar de que Jesús ha sido muy, pero muy claro en la explicación de esta parábola, todavía después de tantos años muchos de nosotros seguimos con la actitud de sus oyentes, pues oyendo no entendemos.

Si nosotros somos esa tierra fecunda, dispongámosla a la recepción de la Palabra. No cerremos nuestro corazón, ni dejemos que una vez sembrada sea ahogada por el mundo y sus seducciones.

Meditemos diariamente el mensaje que la Palabra, en sí misma, quiere darnos para nuestra vida cristiana. Vivir de acuerdo con la Palabra de Dios es nuestra única posibilidad de ser perfecta y santamente felices. Por ello, es una excelente costumbre cristiana el traer siempre consigo la Biblia. ¿Tú qué piensas?

Oración

Señor Dios y Padre nuestro, que has querido que tu salvación llegue a todos los hombres a través del sacramento de la iglesia, ayúdanos a amarla con amor filial y que, por su intercesión, seamos dignos de la vida que Jesús nos ha granjeado con su obediencia hasta la muerte de cruz. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Acción

Hoy dedicaré mi oración a Dios por la iglesia para que siempre sea dócil al Espíritu Santo y fiel al evangelio de Jesús.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica