Mensaje del Papa Francisco: Un mundo libre de armas nucleares es posible

El Papa en el Memorial de la Paz en Hiroshima durante su viaje a Japón en 2019.

21 junio 2022, 14:11
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

➤➤ Mensaje del Papa Francisco, leído por el arzobispo Gallagher en la primera reunión en Viena de los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las armas nucleares: "Es inmoral el uso de las armas nucleares, pero también lo es su mera posesión. Es engañoso y contraproducente pensar que la seguridad y la paz de algunos esté desconectada de la seguridad y la paz de otros".

La Santa Sede no tiene dudas: un mundo libre de armas nucleares, una "responsabilidad costosa y peligrosa", es "necesario y posible". Su uso, pero también su mera posesión, es "inmoral".

Mientras continúa el conflicto en Ucrania, que ha hecho resurgir el temor a la amenaza atómica, el Papa vuelve a reiterar la urgencia del desarme, "un objetivo exigente y clarividente", especialmente en un momento en que la humanidad se encuentra en una "encrucijada", así como la necesidad de respetar los acuerdos internacionales:

“No son una forma de debilidad, sino fuentes de fortaleza”

El Pontífice hace su doble llamamiento en un mensaje dirigido al embajador Alexander Kmentt, presidente de la primera reunión de los Estados miembros del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que se lleva a cabo desde hoy hasta el 23 de junio en Viena.

Un mundo diferente

El mensaje del Papa fue leído en la apertura de los trabajos por monseñor Paul Richard Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados. En el documento, Francisco destaca que la situación se ha derrumbado en comparación con lo que sucedía hace cinco años, cuando se convocó la conferencia diplomática para negociar el Tratado. Y escribe:

“El mundo parece estar en una encrucijada. La valiente visión de este instrumento jurídico, fuertemente inspirado por argumentos éticos y morales, parece cada vez más actual”

El precio del incumplimiento pagado por vidas inocentes

Si bien en el contexto actual hablar de desarme o apoyarlo puede parecer "paradójico", según el Papa Francisco no debemos pasar por alto los "peligros de los enfoques miopes de la seguridad nacional e internacional y los riesgos de proliferación".

“El precio del incumplimiento se paga inevitablemente con el número de vidas inocentes y se mide en términos de matanza y destrucción”

Silenciar todas las armas

El llamamiento, por tanto, reiterado con fuerza por el Papa, es el de "silenciar todas las armas y eliminar las causas de los conflictos mediante el recurso incansable a la negociación". "Los que hacen la guerra se olvidan de la humanidad", reitera, como lo hizo desde la ventana del Palacio Apostólico en el primer Ángelus tras el estallido del conflicto en Ucrania.

“La paz es indivisible y, para ser verdaderamente justa y duradera, debe ser universal. Es un razonamiento engañoso y autodestructivo pensar que la seguridad y la paz de unos está desconectada de la seguridad y la paz colectivas de los demás”

El futuro de los hermanos y hermanas

La pandemia de Covid-19 debería habernos dado ya una lección en este sentido, demostrando "trágicamente" que "la seguridad de nuestro futuro depende de que se garantice la seguridad pacífica de los demás, porque si no se establece la paz, la seguridad y la estabilidad a nivel mundial, no se disfrutarán en absoluto".

“Individual y colectivamente, somos responsables del bienestar presente y futuro de nuestros hermanos y hermanas”

Consecuencias catastróficas

En este sistema de seguridad colectiva, Francisco reitera que "no hay lugar para las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva". Son "una responsabilidad peligrosa y costosa", escribe, y las consecuencias humanitarias y medioambientales que se derivarían de cualquier uso de armas nucleares serían "catastróficas", con "efectos devastadores, indiscriminados e irreprimibles, en el tiempo y en el espacio".

Foto de archivo (©Scanrail - stock.adobe.com). Crédito: Vatican News.

"Equilibrio del terror”

Al mismo tiempo, advierte el Obispo de Roma, no se puede ignorar "la precariedad que se deriva del simple mantenimiento de estas armas: el riesgo de accidentes, involuntarios o no, que podrían conducir a escenarios muy preocupantes". En este sentido, la energía nuclear bien puede definirse como un "multiplicador de riesgos" que "sólo proporciona la ilusión de una 'especie de paz'".

Tratar de defender y garantizar la estabilidad y la paz mediante una falsa sensación de seguridad y un "equilibrio del terror", apoyado en una mentalidad de miedo y desconfianza acaba, inevitablemente, por envenenar las relaciones entre los pueblos y obstaculizar cualquier forma posible de diálogo real.

La posesión de armas atómicas, además, conduce fácilmente a la amenaza de su uso: se convierte entonces en "una especie de 'chantaje'", dice el Papa, "que debería repugnar a las conciencias de la humanidad".

Que todos cooperen para prohibir la guerra

Por ello, el Papa pide a todos, cada uno según su papel o condición, que cooperen "sinceramente" en el esfuerzo por "desterrar de la mente de los hombres el miedo y la ansiosa anticipación de la guerra". La responsabilidad es "a nivel público, como Estados miembros de la misma familia de naciones", pero también "a nivel personal, como individuos y miembros de la misma familia humana y como personas de buena voluntad".

Los tratados de desarme son fuentes de estabilidad

Por último, una reflexión final del Pontífice sobre los tratados de desarme existentes que "son algo más que obligaciones legales":

“La adhesión y el cumplimiento de los acuerdos internacionales de desarme y del derecho internacional no es una forma de debilidad. Por el contrario, es una fuente de fuerza y responsabilidad, ya que aumenta la confianza y la estabilidad”

Cercanía a las víctimas de los bombardeos y las pruebas nucleares

Al concluir su mensaje, Francisco expresa su cercanía a los Hibakusha, los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y a todas las víctimas de las pruebas de armas nucleares. Y anima a los representantes de los Estados, a las organizaciones internacionales y a la sociedad civil a "promover una cultura de la vida y la paz basada en la dignidad de la persona humana y en la conciencia de que todos somos hermanos y hermanas".

“La Iglesia católica se compromete irrevocablemente a promover la paz entre los pueblos y las naciones y a fomentar la educación a la paz en todas sus instituciones”