Tiempo Litúrgico: Navidad - Semana I.
Color del día: Blanco.
Tercer Día de la Octava de Navidad.
Fiesta: San Juan, apóstol y evangelista.
Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan (1, 1-4)
Les anunciamos lo que hemos visto y oído.
Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a aquel que es la Palabra de la vida.
Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con el Padre y se nos ha manifestado a nosotros.
Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea completa.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Si alguno te preguntara ¿Qué fue para ti esta fiesta de Navidad?, ¿Qué le responderías? Desafortunadamente para algunos hermanos, esta celebración no dejará de ser simplemente una fiesta con buñuelos, ponche y una cena especial.
Sin embargo, el objetivo de esta celebración fue que cada uno de nosotros nos encontráramos con Jesús que, en su humildad, nos invita a construir, desde la sencillez, un mundo lleno de paz y de amor. Ya que Dios nos ha reconciliado por medio de su Hijo y lo ha enviado con un mensaje de paz y perdón, debería ser entonces, para cada ser humano, una profunda experiencia de perdón y reconciliación.
¿Podrías entonces tú, ser testigo de este encuentro, de este perdón, de este amor derramado en tu corazón? ¿Podrías hablar hoy a todos tus amigos y conocidos sobre el infinito amor de Dios que has vivido en estos días? Recuerda siempre que creer significa vivir, que tu fe se exprese en tu forma de vivir. Sé testigo del amor de Dios.
Salmo responsorial
(Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R/ Alégrense, justos, con el Señor.
- Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor, que se asienta en la justicia y el derecho. R.
- Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. R.
- Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón. Alégrense justos, con el Señor y bendigan su santo nombre. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 2-8)
El otro discípulo corrió más a prisa
que Pedro y llegó primero al sepulcro.
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre
los muertos.
Reflexión sobre el Evangelio
"Vio y creyó"; "Bienaventurados los que sin ver creerán", les dirá Jesús más adelante en el Evangelio. Esos somos, precisamente, nosotros los que no tuvimos la oportunidad, como San Juan, de entrar, ver y creer. Nosotros basados en su testimonio, creemos que Jesús verdaderamente ha resucitado y se encuentra entre nosotros.
La Iglesia ha puesto su fiesta inmediatamente después del nacimiento de Cristo para llamar nuestra atención, en que su nacimiento es sólo el inicio de la realización del plan de Dios, el cual necesita de testigos fidedignos, personas que sin haber visto crean, personas para las cuales la navidad no sea simplemente una fiesta llena de foquitos y de lindos regalos, sino el acontecimiento por el cual el Hijo de Dios entra a formar parte de nostros; el acontecimiento por el que el perdón de Dios se extiende a toda la humanidad.
Ciertamente, nosotros no somos testigos oculares, como lo fue san Juan. Sin embargo, somos, como él, testigos de la obra salvífica que Dios ha operado en nuestras vidas y eso es lo que valida nuestro testimonio. Siéntete orgulloso de ser testigo de la luz y hazla presente en todos tus ambientes.
Oración
Señor, quiero tener una vida llena de tu amor, que cada día pueda experimentar las maravillas de vivir en tu Reino y de tener tu favor, enseñame a transmitr ese gozo y felicidad que es producto de vivir en tu querer.
Acción
Hoy juntaré a mi familia y compartiremos lo grande que es Dios.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.