Tiempo Litúrgico: Navidad - Semana I.
Color del día: Blanco.
Quinto Día de la Octava de Navidad.
Memoria libre: Santo Tomás Becket, arzobispo.
Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan (2, 3-11)
El que ama a su hermano permanece en la luz.
Queridos hermanos: En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él. El que afirma que permanece en Cristo debe de vivir como él vivió.
Hermanos míos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que ustedes tenían desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que han escuchado, y sin embargo, es un mandamiento nuevo éste que les escribo; nuevo en él y en ustedes, porque las tinieblas pasan y la luz verdadera alumbra ya.
Quien afirma que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien odia a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Uno de los grandes problemas de nuestro cristianismo actual es la separación que existe en muchos hermanos entre la fe y la vida, por ello en este pasaje de san Juan, es claro que no basta que digamos que somos cristianos, sino que vivamos verdaderamente como tales.
Ser cristianos, nos dice el apóstol, significa vivir como Jesús vivió. Es por ello que en cada momento de nuestra vida, en cada situación, en cada actitud debemos preguntarnos: Y Jesús, ¿Cómo lo haría? ¿Cómo lo resolvería? ¿Cuál sería la actitud de Jesús ante esta situación?
Detenernos un momento antes de actuar o reaccionar, y pensar que estamos llamados a imitar su vida, puede ser una excelente ayuda para crecer en nuestra vida cristiana y ser testigos de su amor en el mundo. No te dejes llevar ni por tus pasiones, ni por la corriente del mundo, deja más bien que sea el Espíritu quien te lleve a presentarte ante los demás como un «Cristo vivo».
Salmo responsorial
(Sal 95, 1-2a. 2b-3. 5b-6)
R/ Cantemos la grandeza del Señor.
- Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. R.
- Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. R.
- Ha sido el Señor quien hizo el cielo; hay gran esplendor en su presencia y lleno de poder está su templo. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (2, 22-35)
Cristo es la luz que alumbra a las naciones.
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor.
Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Reflexión sobre el Evangelio
Es interesante que el texto de san Lucas menciona dos veces "la Ley". José y María, no sólo eran personas religiosas sino que eran obedientes de la misma ley civil (que en su contexto se identificaba con la religiosa).
Hoy lo destacamos pues, ante los sucesos que nos ha tocado vivir, no sólo en nuestro país sino en el mundo entero, en donde se vive muchas veces un estado de anarquía y violencia, es importante recordar que la ley, aun la civil, es un medio a través del cual Dios rige y dirige nuestra vida. Las normas en nuestros centros de trabajo, las obligaciones en nuestras organizaciones, los compromisos ciudadanos son parte de nuestra vida religiosa.
En la medida que el cristiano "cristifica" su ambiente cumpliendo la "ley" y con ello sus obligaciones, va, como dice san Pablo, esparciendo el buen olor de Cristo. ¿No crees que sería bueno en este fin de año revisar si hemos venido cumpliendo con nuestras obligaciones civiles y religiosas?
Oración
Señor, enséñame a moderar mis acciones y mis reacciones para con todos los que me rodean, que pueda ser un reflejo del amor que me tienes y que lo transmita fielmente a mis hermanos.
Acción
Hoy seré consciente de que soy presencia de Jesús en este mundo, así que me esforzaré para que la gente lo vea en mí.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.