Tiempo Litúrgico: Navidad - Semana II.
Color del día: Blanco.
Memoria libre: San Raimundo de Peñafort, presbítero.
Primera Lectura
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan (5, 14-21)
Dios nos escucha en todo lo que le
pedimos conforme a su voluntad.
Queridos hijos: La confianza que tenemos en Dios consiste en que, si le pedimos algo conforme a su voluntad, él nos escucha. Si estamos seguros de que escucha nuestras peticiones, también lo estamos de poseer ya lo que le pedimos.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado de los que no llevan a la muerte, que pida por él y le obtendrá la vida. Esto vale para los que cometen pecados que no llevan a la muerte, porque hay un pecado que sí lleva a la muerte (por ése no digo que se pida). Toda mala acción es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte.
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo protege, y no lo toca el demonio. Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo entero yace en poder del demonio. También sabemos que el Hijo de Dios ha venido ya y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero. Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque permanecemos en su Hijo Jesucristo. El es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos.
Salmo responsorial
(Sal 149, 1-2. 3-4. 5 y 6a y 9b)
R/ El Señor es amigo de su pueblo.
- Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R.
- En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R.
- Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (2, 1-11)
El primer signo de Jesús, en Caná de Galilea.
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Este y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.
Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales milagrosas. Así mostró su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Reflexión sobre el Evangelio
En una fiesta, la ausencia de vino daría al traste con el festejo, sería algo similar a lo que Jesús nos dice del hombre que comienza a construir una torre y no calcula los gastos de dicha construcción: la gente se burlaría de aquella pareja y de sus familias; sin olvidar el posible rechazo o desprecio. María, la madre de Jesús, se encuentra entre ellos y se percata del grave problema, se dirige a Jesús y le pone al tanto.
A nosotros nos llama la atención que le llame MUJER, pero no es una respuesta de rechazo, es el título por excelencia, no es una o cualquier mujer, es "La Mujer". Aquella que Dios le había prometido a Adán y Eva cuando la expulsión del paraíso, la que iba a vencer al mal. María, no sólo es la mujer, también es una madre y no es cualquiera, es la Madre del Señor.
Con esto se nos pone de manifiesto que en ella encontramos a quien nos abre el corazón del Hijo. María se preocupa por la familia; no hablamos sólo de la fiesta, hablamos de su integridad posterior y lo que María hace es recordarnos que en Jesús está la respuesta a toda pregunta y es cuestión sólo de confiar, de darlo todo, de poner todo lo que está de nuestra parte, como los criados que llenaron las tinajas hasta el borde.
Para que Dios sea nuestro apoyo, es necesario que nosotros agotemos todo lo que está de nuestra parte. El milagro sucede cuando los hombres hacemos lo que nos corresponde, no cuando Dios resuelve nuestra vida.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.