Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Domingo, 8 de enero de 2023.


Tiempo Litúrgico: Navidad
   Color del día: Blanco.  

Solemnidad: Epifanía del Señor (en Costa Rica).

Nota: se presentan las lecturas correspondientes a la Solemnidad de la Epifanía del Señor, ya que en Costa Rica se celebra este domingo 8 de enero. A la vez la celebración de la Fiesta del Bautismo del Señor en Costa Rica será mañana lunes 9 de enero.

Primera Lectura
Lectura del libro del
profeta Isaías (60, 1-6)
La gloria del Señor alborea sobre ti.

Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.

Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.

Salmo responsorial
(Sal 71, 2. 7-8. 10-11. 12-13)
R/ Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
  • Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. R.
  • Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. R.
  • Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. R.
  • Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. R.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los efesios (3, 2-3. 5-6)
También los paganos participan
de la misma herencia que nosotros.

Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (2, 1-1
Hemos venido de oriente
para adorar al rey de los judios.

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.

Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”.

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.

Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron  al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.

Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Reflexión sobre el Evangelio

Epifanía del Señor
Por Comentarista 6 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid

¡¡¡¡Han venido los Reyes!!!!

En un bautizo con muchísimos niños (familiares del bautizando), en el rito de la entrega de la vela, que se toma del cirio pascual, explicaba que esa «velota», como la llaman algunos niños, se enciende el día más importante del año para los cristianos. Preguntando a los presentes qué día era ese, dos niños respondieron: «¡El día de Reyes!». Totalmente de acuerdo. Luego vienen los teólogos y los liturgos y se lo cargan…

Solemnidad de Epifanía, manifestación del Mesías a todas las naciones, representadas por una persona de los tres continentes conocidos: de ahí que fueran estos magos de Oriente dos blancos y uno negro, según la tradición. Su tumba, en una de las catedrales más imponentes del gótico europeo, testimonia a esos tres personajes que acudieron la noche de Navidad a adorar al Enmanuel, al Mesías, acostado en un pesebre, guiados por la estrella.

Escena imponente —bellamente adornada por la tradición milenaria con camellos y pajes, y una comitiva que llena de ilusión a niños y mayores— que encierra el misterio de la adoración debida al Señor: oro, incienso y mirra. Tres presentes que aluden al misterio del Verbo Encarnado, Rey, Señor y Cordero.

ORO. Rey del universo, ya en la imponente Jerusalén celestial, cuyas comparaciones en la tierra serían ceniza aunque estuviera toda la ciudad hecha de oro y diamante. Metal noble destinado a dignificar todo lo que toca, embelleciéndolo y ennobleciéndolo como regalo para los ojos que contemplan.

Es la ofrenda que hacemos a Dios de lo más valioso que tenemos: no nos estrañemos de tanto metal precioso dedicado al culto, como fuera en tiempos el templo de Jerusalén. Es el modo de reconocer qué importante es para nosotros el Señor. Pero el oro más importante para Dios es la ofrenda de nuestra vida. Junto al oro de la patena y el cáliz, ponemos encima cada día en la eucaristía el oro más valioso para el Señor: nuestra propia alma.

INCIENSO. Señor del universo, al que llegan todas la peticiones de los fieles, representada por el incienso, que se eleva en su presencia. Llamada a no cesar en la oración de alabanza, de súplica, de acción de gracias y de expiación. Además, el incienso purifica el aire, símbolo de nuestra llamada constante a la conversión.

MIRRA. Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Justo cuando iban a crucificar al Señor, justo antes, como era costumbre entre los romanos, ofrecían vino con mirra, a modo de narcótico que disminuyera en algo el dolor de la crucifixión. Jesús no quiso beberlo (Mc 15,23). De nuevo, aparece la conexión directa entre la Pascua de Navidad y la Pascua de Resurrección: el paso de Dios —eso significa pascua»— está sellado con el sacrificio por amor.

Lo fue su encarnación, que le rebajó infinitamente en la condición que merecía; lo fue en su última hora, con el inapelable rigor de la pena romana más cruenta. Toda la vida de Cristo es un vía crucis. Es el paso necesario para llegar a la gloria. Sólo desde la cruz llegamos a la luz. Mirra es la cruz que cada día cogemos para unirla a la cruz de Cristo y hacerla fecunda según la gracia de Dios.

Oración universal de los fieles

En este día en que el Señor se ha manifestado a los hombres para conducirlos a la salvación, supliquémosle confiados al Padre, diciendo:

R/ Has que contemplemos tu gloria, Señor.
  • Por la santa Iglesia, para que manifestando la bondad de Dios actúe como camino de salvación para todos los hombre. Oremos.
  • Por los gobernantes, para que con humildad se conviertan en auténticos servidores de los hombres y los guíen por el camino de la paz y la verdad. Oremos.
  • Por los que sufren, para que al reconocer a Dios como el Señor de sus vidas puedan asumir con esperanza las circuntancias que viven. Oremos.
  • Por nosotros, aquí reunidos, para que al participar del banquete de la Palabra y de la Eucaristía demos razón de nuestra fe con nuestras acciones. Oremos.
  • Por los difuntos, para que alcancen el gozo permanente del encuentrocon Dios en la santa Iglesia del cielo. Oremos.

Padre santo, que al contemplar tu gloria manifestada en tu Hijo seamos capaces de dirigirnos hacia el encuentro verdadero contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.