Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Domingo, 9 de abril de 2023.



Tercer Día del Triduo Pascual.
Primer Día de la Octava de Pascua.
   Color del día: Blanco.  

Primera Lectura
Del libro de los Hechos
de los Apóstoles (10, 34. 37-43)
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.

El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.

Salmo responsorial
(Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23)
R/ Este es el día del triunfo del Señor.
Aleluya.
  • Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. R.
  • La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R
  • La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.

Segunda Lectura
De la carta del apóstol san
Pablo a los Colosenses (3, 1-4)
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.

Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.

Secuencia
(D.122/D.123/D.124/D.125)

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?” “A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-9)
Él debía resucitar de entre los muertos.

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre
los muertos.

Reflexión sobre las Lecturas

¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA!

Por Comentarista 8 | domingo, 9 abril 2023 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid.

Hoy es domingo de resurrección … ¡Nos alegramos!

¿Por qué? Seguro que encuentras mil motivos, pero si no los encuentras, alégrate de cualquier manera. Cristo ha resucitado y, ante eso, no cabe la tristeza. Ni porque las cosas no salgan como quieras, ni por la falta de salud, ni por la vida que es complicada, ni por la muerte que es tan sencilla. Ni por los problemas de tu hijo, ni por los “problemazos” de tus padres hay que estar triste. Alégrate aunque la economía vaya de pena o tal vez hoy no tengas más que un mendrugo de pan el plato.

Alégrate aunque seas un delincuente y te haya detenido la policía, o aunque seas un policía y pases el día de hoy rellenando el informe del delincuente que hayas detenido ayer. Alégrate aunque el ambiente a tu alrededor esté triste, o aunque vivas la tragedia de la guerra. Alégrate especialmente si estás triste y hace meses (tal vez años), que no miras el mundo con alegría.

Pero, si estoy triste: ¿puedo forzar la alegría? No, eso sería fingir estar alegre. Pero puedes hacerte el encontradizo con la alegría y, una vez que te topes con ella, no la dejarás. Y la alegría es Cristo, y éste resucitado. Por eso la Resurrección alegra no sólo a los creyentes, sino al mundo entero.

“Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.” parece que para muchos es difícil creer, la verdad es que es imposible. Sólo Dios concede ese don a los que lo piden con humildad, o a los que han sido bautizados. Hoy mira tu parroquia, y alégrate. Tal vez encuentres mil pecados de tus sacerdotes, feligreses inaguantables, palabras incomodas o teorías viciadas… ¿qué más da? En algún lugar está el Sagrarios y dentro de él el Resucitado que te está esperando.

Las llagas, los latigazos, los salivazos, las humillaciones, las vejaciones, las injurias, los improperios, la cruz…, han desaparecido en un cuerpo glorioso, de los que sólo las llagas de las manos y el costado nos recuerdan lo que pasó… y nos recuerdan que no ha sido nada, que Dios está por encima de todo eso, aunque está en todo eso (ese es el misterio del pecado).

Mira hoy el sagrario, mira a María y verás las lágrimas convertidas en alegría. “Stabat Mater Dolorosa”, pero eso, “stabat”. Pon todas tus penas en brazos de María, ella los llevará a Cristo y Cristo a la resurrección y a la vida. Por eso alégrate. Aunque sólo sea una sonrisa….

Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidócesis de Madrid.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.