Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana VIII.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Agustín de Canterbury, obispo.
Oración Colecta
Señor Dios, de quien todo bien procede, escucha nuestras súplicas y concédenos que comprendiendo, por inspiración tuya, lo que es recto, eso mismo, bajo tu guía, lo hagamos realidad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Primera Lectura
De la primera carta
del apóstol san Pedro (1, 3-9)
Ustedes no han visto a Cristo, y sin embargo,
lo aman; al creer ahora en él se llenan
de una alegría indescriptible
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro y el oro se acrisola por el fuego.
A Cristo Jesús no lo han visto ustedes y, sin embargo, lo aman; al creer en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe.
Reflexión sobre la Primera Lectura
En esta carta el apóstol Pedro, nos instruye sobre la importancia de la fe y sobre diversos temas que harán de nuestra vida una vida auténticamente cristiana.
En un cristianismo que busca acomodarse al mundo y excluir de su vida la persecución, qué importante es el hecho de que el apóstol inicie su carta recordándonos que la vida cristiana puede requerir del cristiano el testimonio vivido de manera heroica, incluso hasta dar la misma sangre, y que serán precisamente estas pruebas y dificultades las que harán que nuestra fe sea verdaderamente sólida.
Si el cristiano no sabe o no acepta esta realidad ya anunciada por Cristo, vive quejándose de las incomprensiones, insultos, y persecuciones que se sufren por el hecho de ser congruente con el Evangelio, llegando incluso a diluir su fe y su manifestación ante los demás con tal de ser aceptado y valorado en la sociedad, opacando con ello la presencia de Cristo en su medio y comunidad.
Tengamos las pruebas y sufrimientos como una verdadera oportunidad para probarle a Dios que somos suyos, no solo cuando nos da, sino también cuando nos pide. Haz de tus dificultades de este día una ofrenda agradable a Dios.
Salmo responsorial
(Sal 110, 1-2. 5-6. 9 y 10c)
R/ El Señor se acuerda
siempre de su alianza.
- Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R.
- Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme. R.
- El redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente. R.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Marcos (10, 17-27)
Ve y vende lo que tienes y sígueme.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.
Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos.
Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.
Ellos se asombraron todavía más y comentaban ente sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.
Reflexión sobre el Evangelio
En este pasaje Jesús nos hace ver lo importante que es ser libre, ya que ésta es una condición para poder entrar en el Reino de los cielos.
Si bien es cierto que las riquezas son o pueden ser un fuerte lastre para entrar en el Reino, no podemos limitar nuestra participación en el Reino únicamente por este elemento.
Hoy el mundo nos propone nuevas y diferentes cargas que hacen difícil entrar a la vida en plenitud. Ejemplo de estas nuevas esclavitudes pueden ser nuestros trabajos, en donde se nos pide o nosotros mismos vamos decidiendo permanecer en ellos tanto tiempo que privamos de nuestra presencia a la familia; la televisión, que va minando la armonía familiar convirtiéndonos en verdaderas islas dentro de nuestras casas.
El Señor nos advierte que para los que están atados, para aquellos que no tienen al centro de su vida a Dios y los valores del Evangelio, les será sumamente difícil entrar en el Reino. No dejes que ninguna de estas cosas te esclavice y te prive de la paz y la alegría que el Reino de los cielos ofrece para todos sus moradores.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración
Te pido, Señor, que me revistas de todo denuedo para sostener mi fe en cualquier situación y, sobre todo, en la tribulación; fórmame y sostenme pues es mi anhelo profundo que tú y todas las personas encuentren mi fe digna de alabanza, gloria y honor en el gran día en que te manifiestes. Que esta fe atraiga a los que se han desviado de tu senda de vida.
Acción
Este día, para dar testimonio de mi fe, cuidaré que mi estado de ánimo sea alegre a pesar de cualquier situación difícil que esté pasando.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.