Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Lunes, 30 de diciembre de 2024.


Tiempo Litúrgico: Día VI Octava de Navidad.
   Color del día: Blanco.  


Antífona de entrada

Cuando un silencio apacible envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente, Señor, se lanzó desde el cielo, desde el trono real.

Gloria

Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oración colecta

Concédenos, Dios todopoderoso, que el renovado nacimiento de tu Unigénito, encarnado libere a quienes nos domina la antigua servidumbre del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
El que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre.

Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan 2, 12-17

Os escribo, hijos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre.

Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio.

Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.

Os repito, hijos, porque conocéis al Padre.

Os repito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio.

Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno.

No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo – la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia.

Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

En un mundo que se presenta lleno de atractivos de toda clase, es fácil caer en la tentación de amarlo y de elegirlo por sobre el valor único y definitivo que es Dios. Es por ello que el Apóstol nos previene: “No amen al mundo ni lo que hay en él”.

Esto no lo dice porque el mundo sea malo, pues como nos lo dice el Génesis, Dios “hizo todo muy bien”, y por ello todo es bueno. El problema se presenta cuando deslumbrados por el “oropel” del mundo dejamos a Dios, o lo relegamos dentro de nuestra vida haciendo que sus mandamientos y preceptos pierdan validez e importancia en nuestra vida.

San Pablo decía: “Todo me está permitido pero no todo me conviene”. Dale el primer lugar a Dios en tu vida y ten el Evangelio al centro de todas tus actividades; esto hará que sea el Espíritu quien dirija tu vida, quien te llevará a disfrutar de todo lo que Dios ha creado para nuestro bienestar y nuestra felicidad.

Salmo responsorial
Sal 95. 7-8a. 8b-9. 10

R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
  • Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. R.
  • Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. R.
  • Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente». R.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 2, 36-40

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Un día sagrado nos ha iluminado; venid, naciones, y adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. R.

EVANGELIO
Hablaba del niño a todos los que
aguardaban la liberación de Jerusalén.

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, y se llenó de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

La alegría del nacimiento de Cristo tiene que ser una noticia de salvación para todos los que se encuentran prisioneros por el pecado, la desesperación, la angustia, el temor y el miedo.

De la misma manera que Ana, la profetisa, comenzó a hablar de Jesús, nosotros también debemos compartir con los demás la alegre noticia de que Jesús es una realidad en nuestra vida y en nuestro mundo; que él es la única oportunidad que tiene el hombre para ser feliz, pues solo en él esta la Vida, la paz y la perfecta armonía interior.

No podemos quedarnos con esta noticia solo para nosotros; quien ha conocido a Jesús, debe anunciarlo a los demás. Tú y yo somos los nuevos profetas de Cristo, no tengamos miedo ni vergüenza de hablar de Jesús a nuestros amigos y compañeros.

Antífona de la Comunión

De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la Comunión

Oh, Dios, que llegas hasta nosotros al participar en tu sacramento, realiza en  nuestros corazones el efecto de su poder, para que, al recibirlo, nos haga dignos del don que  nos haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, sé que este mundo no es mi patria, sé que soy ciudadano del cielo y que es allá, junto a ti, a donde pertenezco, sin embargo, Señor, mientras me encuentro aquí, enséñame a no apegarme de tal modo a las cosas que termine por darles más importancia que a ti, ni que las rechace a tal grado que ya no pueda ser yo un testimonio de tu amor en el mundo.

Acción

Hoy meditaré en las cosas de este mundo a las que me apego más, éstas pueden ser personas, cosas, actividades; iré una por una diciéndole a Dios que le pertenecen y que se las entrego, lo haré de corazón y confiando en la bondad de Dios.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).