Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana II.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Ildefonso, obispo y doctor de la Iglesia.
Antífona de entrada
Cf. Sal 65, 4
Que se postre ante ti, oh, Dios, la tierra entera; que toquen en tu honor; que toquen para tu nombre, oh, Altísimo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha compasivo la oración de tu pueblo, y concede tu paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Presentó sacrificios de una vez para
siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Lectura de la carta
a los Hebreos 7, 25 – 8, 6
Hermanos:
Jesús puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace sumos sacerdotes a hombres llenos de debilidades. En cambio, la palabra del juramento, posterior a la ley, consagra al Hijo, perfecto para siempre.
Esto es lo principal de todo el discurso: Tenemos un sumo sacerdote que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del Santuario y de la Tienda verdadera, construida por el Señor y no por un hombre.
En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la necesidad de que también Jesús tenga algo que ofrecer.
Ahora bien, si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la Ley.
Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: «Mira», le dijo Dios, «te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña».
Mas ahora a Cristo le ha correspondido un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la alianza de la que es mediador: una alianza basada en promesas mejores.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El autor de la carta busca crear en el pueblo cristiano una infinita confianza en el amor de Dios que, por Jesucristo, nos ha dado la salvación y la vida eterna.
Sobre todo, porque él mismo prometió, antes de subir al cielo, que no nos abandona, sino que permanece entre nosotros, y en el cielo continúa su función de "intercesor", de mediador entre el Padre y nosotros, y además es el realizador de una alianza que no está basada en ofrendas materiales sino en el ofrecimiento de sí mismo, por ello, como dice el autor, esta alianza contiene mejores promesas.
Dios no sólo promete una relación íntima y personal con nosotros, sino que nos ha prometido llevarnos al cielo, a vivir con él, a ser parte de su familia y a compartir con nosotros la alegría celestial.
Es en esto en lo que el cristiano cree, ésta es su esperanza. Por ello, podemos decir con san Pablo: Gracias sean dadas a Dios porque en Cristo nos ha llamado a participar de su herencia. ¿Te habías dado cuenta de todo lo que contiene nuestra vida y relación con Cristo?
Salmo responsorial
Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17
R. Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
- Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy». R.
- «- Como está escrito en mi libro – para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R.
- He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.
- Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación. R.
Aclamación antes del Evangelio
Cf. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.
EVANGELIO
Los espíritus inmundos gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios», pero él les
prohibía que lo diesen a conocer.
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
El pasaje que nos presenta hoy san Marcos nos dice que "una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo.
Sin embargo, ¿cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro y a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.
Todavía hoy, muchos de entre nosotros repetimos la misma historia, seguimos buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Más aún, muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparece en el horizonte de su vida.
¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?
Antífona de comunión
CF. Sal 22, 5
Preparas una mesa ante mí y mi cáliz glorioso rebosa.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Derrama, Señor, en nosotros tu Espíritu de caridad, para que hagas vivir concordes en el amor as quienes has saciado con el mismo pan del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, tú que entregaste tu vida, que sigue dándome la oportunidad de pertenecer a la familia celestial, enséñame a dar mi vida en las cosas que hago cada día, que a cada momento, yo también sepa ser quien brinde la posibilidad de una vida mejor a las personas que me rodean.
Eso es algo que no podría conseguir por mis propias fuerzas, por ello, me acojo a tu gracia y la acción poderosa de tu Espíritu Santo. Amén.
Acción
Hoy me aseguraré de que cada acción que haga en el día, traiga un beneficio a los que me rodean. Lo haré desinteresadamente y le pediré a Jesús que me enseñe a hacerlo mejor.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).