Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Lunes, 3 de marzo de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana VIII.
   Color del día: Verde.  


Antífona de entrada
Sal 17, 19-20

El Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba.

Oración colecta

Concédenos, Señor, que el mundo progrese según tu designio de paz para nosotros, y que tu Iglesia se alegre en su confiada entrega. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Vuélvete al Altísimo
y reconoce los juicios de Dios

Lectura del libro del
Eclesiástico 17, 24-29

A los que se arrepienten Dios les permite volver y consuela a los que han perdido la esperanza., y los hace partícipes de la suerte de los justos.

Retorna al Señor y abandona el pecado, reza ante su rostro y elimina los obstáculos.

Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia y detesta con toda el alma de abominación.

Reconoce los justos juicios de Dios, permanece en la suerte que te ha asignado y en la oración al Dios altísimo.

En el Abismo, ¿quién alabará al Altísimo como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?

Para el muerto, como quien no existiera, desaparece la alabanza, solo el que está vivo y sano alaba al Señor.

¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que retornan a él!

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Uno de los libros llenos de consejos acerca de cómo vivir la vida de fidelidad a Dios, es el libro del Eclesiástico, también conocido como libro del Sirácide. El pasaje que nos propone hoy la liturgia, centra su atención en la conversión, la cual no es algo que sucede en un momento, sino más bien un proceso que se inicia en un momento y se prolonga durante toda la vida.

Este proceso se le llama en griego: METANOIA, que significa: CAMBIAR DE RUMBO. Al finalizar los tiempos fuertes de la Pascua y de la Cuaresma, la iglesia nos invita a retomar nuestro camino de conversión, el cual busca, ante todo, quitar los obstáculos que nos impiden vivir en la gracia y en el amor de Dios.

Dios nos ha regalado su Espíritu para que en nuestra vida brille su luz y su amor se haga manifiesto a los demás. Nos ha dado, junto con esto, la fuerza para que evitemos todo lo que nos aparta de Jesús. Retoma con ánimos renovados tu camino de perfección en el Señor.

Salmo responsorial
Sal 31, 1-2. 5. 6. 7

R. Alegraos, justos,
y gozad con el Señor.
  • Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay engaño. R.
  • Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
  • Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas o lo alcanzará. R.
  • Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

EVANGELIO
Vende lo que tienes y sígueme

Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».

Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño».

Jesús se le quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».

Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: – «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

En este pasaje Jesús nos hace ver lo importante que es ser libre, ya que ésta es una condición para poder entrar en el Reino de los cielos. Si bien es cierto que las riquezas son o pueden ser un fuerte lastre para entrar en el Reino, no podemos limitar nuestra participación en el Reino únicamente por este elemento.

Hoy el mundo nos propone nuevas y diferentes cargas que hacen difícil entrar a la vida en plenitud. Ejemplo de estas nuevas esclavitudes pueden ser nuestros trabajos, en donde se nos pide o nosotros mismos vamos decidiendo permanecer en ellos tanto tiempo que privamos de nuestra presencia a la familia; la televisión, que va minando la armonía familiar convirtiéndonos en verdaderas islas dentro de nuestras casas.

El Señor nos advierte que para los que están atados, para aquellos que no tienen al centro de su vida a Dios y los valores del Evangelio, les será sumamente difícil entrar en el Reino. No dejes que ninguna de estas cosas te esclavice y te prive de la paz y la alegría que el Reino de los cielos ofrece para todos sus moradores.

Antífona de comunión
Cf. Sal 12, 6

Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho, cantaré al nombre de Dios Altísimo

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Saciados con los dones de la salvación, invocamos, Señor, tu misericordia, para que, mediante este sacramento que nos alimenta en nuestra visa temporal, nos haga participar, en tu bondad, de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor Dios todopoderoso, que muestras tu amor y misericordia a quienes vuelven arrepentidos a ti de todo corazón, perdónanos a nosotros, pecadores siervos tuyos y concédenos volver a ti con un corazón contrito y humillado. Amén.

Acción

El día de hoy viviré en un constante regresar a Dios y mereceré su perdón, perdonando a quienes me hayan ofendido.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).