Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana VIII.
Color del día: Verde.
Memoria libre: Giovanni Antonio Farina, fundador.
Antífona de entrada
Sal 17, 19-20
El Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba.
Oración colecta
Concédenos, Señor, que el mundo progrese según tu designio de paz para nosotros, y que tu Iglesia se alegre en su confiada entrega. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Quien guarda los mandamientos
ofrece sacrificios de comunión.
Lectura del libro del
Eclesiástico 35, 1-15
Quien observa la ley multiplica las ofrendas, quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.
Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina, quien da limosna ofrece sacrificio de alabanza.
Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos.
La ofrenda del justo enriquece el altar, y su perfume sube hasta el Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará.
Glorifica al Señor con generosidad y no escatimes las primicias de tus manos.
Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana.
Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades.
Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más.
No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injustos.
Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La ley es una palabra que parece estar en constante lucha contra el valor absoluto de las sociedades actuales: la libertad. Cuando el hombre es invitado o impelido a cumplir la ley, éste se siente mancillado en lo más sagrado de su interior, siente que es victimado en el templo de su sacralidad. Pero, la ley es algo propio al hombre, precisamente porque es sujeto de derechos.
La ley nace, ante todo, para proteger los derechos que los hombres ganamos desde el momento mismo de nuestra concepción. Sin embargo, debido a estos derechos, corremos el riesgo de olvidar que otras personas tienen los mismos derechos que nosotros y es por eso que nuestras libertades se ven acotadas por el derecho del otro.
Dios no busca limitar nuestras libertades, sólo espera que nosotros recordemos que los demás son hermanos nuestros que requieren respeto, atención, cuidado y afecto.
Y que, así como ellos pueden tener alguna necesidad, yo también me puedo encontrar alguna ocasión en su lugar; por eso, a Dios le agrada que los demás renunciemos un poco a nuestra egolatría y seamos un poco generosos con los demás.
Salmo responsorial
Sal 49, 5-6. 7-8. 14 y 23
R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
- Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio». Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. R.
- «Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti; – yo, soy Dios, tu Dios -. No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí». R.
- Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. «El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios». R.
Aclamación antes del Evangelio
Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.
EVANGELIO
Recibiréis en este tiempo cien
veces más, con persecuciones,
y en la edad futura, vida eterna
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más – casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Este pasaje, usado de manera ordinaria por la pastoral vocacional referido a dejar casa y familia por seguir al Señor, pude tener un significado más profundo para todos nosotros. Recordemos que el contexto es la negación del hombre que no ha querido dejar aquello que lo ataba para seguir a Cristo. Es por ello que Pedro dice a Jesús que él y sus compañeros sí lo han dejado todo por seguirlo.
En este contexto podemos pensar que la pregunta de Pedro está también referida a aquellos que, aun haciendo un fuerte sacrificio y con todo el dolor que puede implicar han dejado lo que los detenía para seguir al Señor. No se trata, pues, de dejar nuestras casas, a nuestras familias y todo lo que se posee, sino de dejar aquello que nos impide responderle con más generosidad al Señor. Jesús espera de nosotros una respuesta total.
Esto, por un lado nos llenará de dones y gracias, dándonos la paz y la alegría (manifestada en el pasaje como el ciento por uno, figura de abundancia y plenitud); y por otro lado, nos convertirá en buenos instrumentos para que el mensaje del evangelio se difunda en nuestros ambientes. Piensa entonces, por un momento qué cosas te ayudarían a responder con más generosidad al llamado de Dios.
Antífona de comunión
Cf. Sal 12, 6
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho, cantaré al nombre del Dios Altísimo
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Saciados, con los dones de la salvación, invocamos, Señor, tu misericordia, para que, mediante este sacramento que nos alimenta en nuestra vida temporal, nos haga participar, en tu bondad, de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Dios Padre lleno de amor, tú que constantemente nos invitas a salir de nosotros para ir al encuentro del hermano necesitado, del mismo modo que tú has salido a nuestro encuentro en la persona de tu Hijo Jesucristo, ayúdanos a ser dóciles a las mociones del Espíritu Santo que nos invita a socorrer a quien espera tendido en el camino de la vida, para que merezcamos algún día vivir juntamente contigo en el cielo.
Acción
El día de hoy brindaré mi ayuda, tiempo y atención a quien yo vea que lo necesita.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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