Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Miércoles, 18 de junio de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XI - Feria.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre: San Gregorio Barbarigo, obispo y cardenal.

Antífona de entrada

Dios anuncia la paz a su pueblo, a todos sus amigos y a cuantos se convierten a él de corazón.

Oración colecta

Mueve, Señor, la voluntad de tus fieles, para que, secundando con mayor empeño la acción de tu gracia divina, recibamos con mayor abundancia los auxilios de tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Dios ama “al que da con alegría”

Lectura de la 2 carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 9, 6-11

Hermanos:

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará.

Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama “al que da con alegría”.

Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que, teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas.

Como está escrito: «Repartió abundantemente a los pobres, su justicia permanece eternamente».

El que proporciona “semilla al que siembra y pan para comer” proporcionará y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra justicia.

Siempre seréis ricos para toda largueza, la cual, por medio de nosotros, suscitará acción de gracias a Dios.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Uno de los elementos que favorecen el crecimiento de la vida espiritual, es la generosidad. Y es que ésta tiene una condición: dar con alegría. Dar con alegría es una de las muestras más claras de que nuestra caridad es producida por el Espíritu, ya que nos hace ver, no sólo la necesidad de nuestro hermano, sino que descubre en él a Jesús, quien nos ha dicho que quien ayuda a uno de sus hermanos, a él mismo lo ayuda.

Si es una sonrisa, nuestro tiempo o nuestros bienes, démoslos con alegría, sabiendo que nuestro Dios es un Dios de amor que no se deja ganar en generosidad y que sea lo que hayamos dado, él se encargará de restituirnos al ciento por uno.

Cada día se nos presentan muchas ocasiones de dar, de ayudar, de servir; no desaprovechemos la oportunidad y hagámoslo con alegría.

Salmo responsorial
Sal 111, 1-2. 4-5. 9

R. Dichoso quien teme al Señor.
  • Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R.
  • En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad dura por siempre. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R.
  • Reparte limosna a los pobres; su caridad dura por siempre y alzará la frente con dignidad. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

El que me ama guardará mi palabra – dice el Señor -, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.

EVANGELIO
Tu Padre, que ve en lo escondido,
te recompensará

Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Ante estas palabras de Jesús, sería interesante el preguntarnos el motivo de nuestras acciones, ¿qué es lo que está detrás de nuestra caridad, de nuestro servicio? Y es que es triste que, dada la fragilidad de nuestra vida, muchas veces nos sintamos impulsados a servir o a hacer la caridad por motivos muy lejanos a la vida evangélica.

Muchas veces se sirve al patrón, al supervisor, a los propios padres, sólo por motivos de conveniencia, siempre buscando qué ventaja puede tener de mi acción. Muchas veces la caridad que hacemos a nuestros hermanos necesitados tiene un trasfondo egoísta o utilitarista que en nada se parece al que nos propone Jesús.

Todas nuestras acciones, no sólo las espirituales, como las que nos propone el evangelio de hoy, deben tener como única motivación a Dios y el amor a los hermanos.

Cuando esto es una realidad, de ordinario se sirve con mucha discreción, pues lo importante no es que los otros lo vean, sino que nuestra acción verdaderamente ayude a los demás. Esto, si bien es una gracia, es también un ejercicio. Busquemos que nuestra caridad y servicio sean por amor, de manera que sólo Dios lo vea, pues de este modo nuestra recompensa nos la dará Dios y no los hombres.

Antífona de comunión

Que alaben al Señor todos los pueblos, porque grande es su amor hacia nosotros.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Te rogamos, Dios todopoderoso, que, habiéndonos concedido el gozo de participar de esta mesa divina, ya nunca permitas que nos separemos de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, gracias por tantas cosas que me has dado, gracias porque siempre has sido providente en mi hogar y con los míos. Enséñame, Dios mío, a ser generoso para compartir con mis hermanos y participar en la extensión de tu Reino.

Acción

Hoy revisaré qué tan generoso he sido y aprovecharé las oportunidades que se me presenten para dar con alegría a los demás.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).