Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Sábado, 2 de agosto de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XVII.
   Color del día: Blanco.  

Solemnidad:

Antífona de entrada
Cf. Jdt 13, 18-19

El Señor Dios altísimo te ha bendecido, Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra, porque ha sido glorificado tu nombre de tal modo que tu alabanza está siempre en la boca de todos.


Oración colecta

Concédenos, Señor, a cuantos honramos la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, por su intercesión, participar como ella de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
María, trono de la Sabiduría

Lectura del libro del Eclesiástico
24, 1-4. 8-12. 19-22

La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios y se gloria en medio de su pueblo.

En la asamblea del Altísimo abre su boca y se gloria ante el Poderoso.

«Yo salí de la boca del Altísimo, primogénita de todas las criaturas.

He hecho surgir una luz perpetua en el cielo y como niebla cubrí la tierra.

Puse mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube.

El Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel".

Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca jamás dejaré de existir.

Ejercí mi ministerio en la tienda santa delante de él, y así me establecí en Sion.

En la ciudad amada encontré descanso, y en Jerusalén reside mi poder.

Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad.

He fijado mi morada en la asamblea de los santos.

Venid a mí los que me deseáis, y saciaos de mis frutos.

Pues mi recuerdo es más dulce que la miel, y mi heredad, y mi recuerdo permanece por los siglos.

Los que me comen todavía tendrán hambre, y los que me beben todavía tendrán sed.

Quien me obedece no pasará vergüenza, y los que se ocupan de mí no pecarán».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Se trata de un elogio que la Sabiduría hace de sí misma, proclamando que procede de la boca del Altísimo, busca un lugar donde plantar su morada en la tierra y lo encuentra en el templo de Jerusalén. Allí arraigó y desde ahí mostró el camino a seguir.

La Sabiduría se muestra como una manifestación de Dios, de perfume y aroma exquisito, como de ramaje frondoso y acogedor, bajo cuya sombra caben todos los hombres sin distinción (vv. 16-17), y de frutos dulces como la miel.

Ella misma expone su origen divino y su poder cósmico: salió de la boca del Altísimo y se dona en favor de su pueblo, pasando desde la morada celeste a la morada del templo en Jerusalén, subrayando la intención de Dios de guiar y nutrir a su pueblo a través de la Sabiduría, asegurando una guía para vivir de acuerdo con su voluntad.

Así, quienes la siguen no serán avergonzados ni desolados, y sus acciones responderán a la voluntad divina. Para reflexionar: ¿Busco la Sabiduría de lo alto? ¿Me dejo guiar por ella?

Salmo responsorial
1 Sam 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd

R. Mi corazón se regocija
en el Señor, mi Salvador.
  • Mi corazón se regocija en el Señor, ni poder se exalta por Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R.
  • Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; a mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R.
  • El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R.
  • Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R.

SEGUNDA LECTURA
Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos:

Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.

Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡"Abbá, Padre!» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Segunda Lectura

El apóstol destaca el misterio de la Encarnación en la "plenitud de los tiempos" como momento culminante de la historia orientada hacia Dios, haciendo irrupción en la historia de la humanidad. Vino a "rescatar" esclavos de la ley para hacerlos hijos y herederos de Dios.

Se subraya la verdadera humanidad de Jesús y se evidencia el papel de la Virgen María en la obra de la redención. La que da a luz es la mujer libre, según el Espíritu. Así, "Dios escogió para ser la madre de su Hijo a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret de Galilea" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 488).

A través de la acción redentora de Jesucristo, de su misterio pascual, hemos sido injertados en la vida de Cristo, y unidos a él podemos invocar a Dios como Padre, reconociéndonos como hijos de Dios. Como recuerda Ireneo de Lyon:

"El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del Hombre, para acostumbrar al hombre a alcanzar a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, conforme al beneplácito del Padre" (IRENEO DE LYON, Adv. Haer., III, 20, 2).

Para reflexionar: ¿Me sorprendo ante el misterio de la Encarnación, es decir, de Dios que se hace hombre en la humildad y sencillez de nuestra carne? 

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Dichosa es la bienaventurada Virgen María, que, sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor. R.

EVANGELIO
Ahí tienes a tu hijo.
Ahí tienes a tu madre

Lectura del santo Evangelio
según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Dentro del grupo de los creyentes que rodean el Crucificado, la escena pone su mirada y atención en la madre y en el discípulo amado (v. 26), que se encuentran entre aquellos que sostienen una relación íntima con el Señor. Desde lo alto de la cruz (un trono más que un instrumento de tortura), el Crucificado conserva la iniciativa:

Él es el que "ve". Su palabra es lo único que resuena y que dirige la acción: los demás permanecen y contemplan en silencio. El discípulo amado es el llamado a acoger a la Madre. María, madre de la Palabra hecha carne, es madre de todo aquel que acoge la Palabra que nos da el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ella simboliza a la Iglesia que está naciendo en aquel momento, lo mismo que el discípulo amado simboliza a los verdaderos creyentes.

San Juan Pablo II enseñaba que "el hecho de 'estar erguida' la Virgen junto a la cruz recuerda su inquebrantable firmeza y su extraordinaria valentía para afrontar los padecimientos. En el drama del Calvario, a María la sostiene la fe, que se robusteció durante los acontecimientos de su existencia y, sobre todo, durante la vida pública de Jesús.

El Concilio recuerda que la bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz (Lumen gentium, 58). A los crueles insultos lanzados contra el Mesías crucificado, ella, que compartía sus íntimas disposiciones, responde con la indulgencia y el perdón, asociándose a su súplica al Padre: 'Perdónalos, porque no saben lo que hacen' (Lc 23, 34). 

Partícipe del sentimiento de abandono a la voluntad del Padre, que Jesús expresa en sus últimas palabras en la cruz: 'Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu' (Lc 23, 46), ella da así, como observa el Concilio, un consentimiento de amor a la inmolación de su Hijo como víctima' (Lumen gentium, 58)" (Juan Pablo II, 2 de abril de 1997).

Para reflexionar: ¿Persevero en la fe, a pesar de los momentos adversos? ¿Soy capaz de cargar con la cruz y estar ante ella con esperanza?


Antífona de comunión
Cf. Lc 1, 48

Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humildad de su esclava.


Oración después de la comunión

Fortalecidos, Señor, con el alimento del cielo, te pedimos humildemente reconocer de palabra y seguir con nuestras obras a tu Hijo, nacido de la Virgen fecunda, al que hemos recibido en este sacramento. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Fuentes:
La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).