Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XVIII - Feria.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Cayetano, presbítero y fundador.
Antífona de entrada
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus mandatos; pero haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu inmensa misericordia.
Oración colecta
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Brotó agua abundantemente
Lectura del libro de los
Números 20, 1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron.
Faltó agua a la comunidad y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo protestó contra Moisés, diciendo:
«¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni granados ni agua para beber?».
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la entrada de la Tienda del Encuentro, y se postraron rostro en tierra delante de ella. La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés:
«Coge la vara y reunid la asamblea, tú y tu hermano Aarón, y habladle a la roca en presencia de ellos y ella dará agua. Luego saca agua de la roca y dales de beber a ellos y a sus bestias».
Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba. Moisés y Aarón reunieron la asamblea delante de la roca; Moisés les dijo: «Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?».
Moisés alzó la mano y golpeó la roca con la vara dos veces, y brotó agua tan abundante que bebió toda la comunidad y las bestias.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los hijos de Israel, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les he dado».
(Esta es fuente de Meribá, donde los hijos de Israel disputaron con el Señor, y él les mostró su santidad).
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El episodio de hoy nos presenta de nuevo los tres elementos que se repiten en la vida del pueblo de Dios: inseguridad y reclamo a Dios; intercesión de Moisés y Aarón; acción salvadora de Dios por medio de un intermediario.
Si analizamos nuestra propia historia y la historia de la misma Iglesia, veremos que esto se repite y, de alguna manera, forma parte de nuestra naturaleza fragmentada por el pecado. El hombre, aun el cristiano, frecuentemente se siente inseguro (por la situación económica, la enfermedad, la violencia) y, no obstante, el conocer que tiene como aliado y Señor a Dios, siente que no podrá salir adelante y en ocasiones, cuando la situación es muy grave, incluso le reclama a Dios.
Es entonces cuando acude en busca de ayuda, la cual se expresa, generalmente, en un reclamo hacia los líderes de la comunidad (sacerdotes, ministros, consagrados), quienes, oran al Señor pidiendo la bendición de Dios. Finalmente, Dios, valiéndose de nuevo de instrumentos, manifiesta su acción salvadora (desafortunadamente, no siempre de la manera en que la persona lo esperaba), lo cual trae la paz de nuevo al corazón.
Hermanos, Dios nos ha mostrado cientos de veces su santidad y su amor. Clamemos a él en nuestras necesidades, pero hagámoslo con confianza, con paz en nuestro corazón; pidamos a nuestros hermanos que se unan a nuestras intenciones y oraciones, pero no como quien reclama sino con alegría, sabiendo que Dios tiene un plan para nosotros y finalmente estemos atentos, Dios manifestará siempre su salvación.
Salmo responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
- Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.
- Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
- Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.
Aclamación antes del Evangelio
Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. R.
EVANGELIO
Tú eres Pedro y te daré las
llaves del Reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
También hoy se dicen muchas cosas sobre Jesús. Que si existió o no; que si era el Hijo de Dios o solamente un hombre bueno; que si era un iluminado o hasta que es un extraterrestre. Y es que es más fácil inventarse historias a modo o desacreditar lo que la Iglesia enseña con un par de argumentos sacados de Tik Tok o de una tertulia con amigos, que ir a las fuentes primarias, a los testigos oculares, a los Evangelios mismos y a la Tradición de la Iglesia.
Porque hacerse un dios a la medida no implica, no compromete, no hace dejar las seguridades a las que nos aferramos, como un perro se aferra a su hueso sin carne. Pero conocer al Dios hecho carne, que vivió y murió por cada uno de nosotros y por ti, en lo particular, lo cambia todo.
Y es que el conocer semejante misterio de amor, y si tenemos un poco de humanidad, no podemos permanecer referenciados a nosotros mismos y aferrados a las propias ideas o fantasías; ni a las cosas hechas por Aquél que nos amó hasta el extremo de morir en la Cruz y de esconderse en un pedazo de pan, para quedarse con nosotros por la eternidad y alimentar nuestra hambre más profunda.
Y es aquí donde entra la necesidad de Pedro en la Iglesia, no de Simón, sino de Pedro, es decir, de un hombre pecador y falible, pero constituido por Dios en roca firme que dé unidad a la Iglesia. Y es que la verdad sobre Jesús y sobre el hombre, y la verdad sobre el misterio de la misma Trinidad, la recibimos en la Iglesia y por la Iglesia, movida por el Espíritu Santo de manera invisible, pero de manera visible, custodiada precisamente por Pedro.
Es decir, por las rocas que Dios ha querido darnos a través de la historia en los Papas que, a pesar de su fragilidad humana, han custodiado el depósito de la fe y nos han ayudado a madurar en ella junto con el resto de obispos, sacerdotes, religiosos, papás, mamás, abuelos y hasta amigos o conocidos cristianos.
En la vida has podido escuchar el testimonio y la enseñanza de muchos de estos testigos del Evangelio, y seguramente, también has podido escuchar las necedades de aquellos que, sin conocer, se atreven a hablar de Jesús. Ahora, es Cristo el que te pregunta a ti: “Y tú, ¿Quién dices que soy yo?” Pero, antes de responder, te invito a que te des cuenta de que la respuesta honesta a esta pregunta tiene implicaciones serias.
Porque si tú reconoces que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo, entonces la vida solo tendrá sentido en función de Él. Entonces, tus metas, tus proyectos, tus acciones y decisiones, tu estilo de vida, tu familia, tus amistades, tu trabajo y tus negocios, tu tiempo libre y tus descansos, tendrán que estar referidas a Él porque habrás entendido que de Él venimos y hacia Él vamos; y que no hay plenitud humana fuera de Dios. Ahora sí, responde desde el fondo de tu alma. Y tú, ¿Quién dices que es Jesús?
Antífona de comunión
En esto hemos conocido lo que es el amor de Dios: en que dio su vida por nosotros. Por eso también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Que este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que seamos coherederos en la gloria de aquel cuya muerte, al anunciarla, la hemos compartido. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración
Señor, gracias por tu siervo Jesús, el enviado que nos has dado para que sea nuestro Mediador y puente entre Dios y los hombres; ayúdanos a ser agradecidos de todo corazón, para que merezcamos de tu gracia, la bendición de su mediación salvadora.
Acción
El día de hoy haré oración por aquellos que me han sido encomendados: padres, cónyuge, hijos, hermanos y amigos.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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