Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XVIII.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: Santo Domingo de Guzmán, presbítero y fundador.
Antífona de entrada
Cf. Eclo 15,5
En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria.
Oración colecta
Ayuda, Señor, a tu Iglesia, por los méritos y enseñanzas de santo Domingo de Guzmán, y que interceda bondadosamente por nosotros quien fue eximio predicador de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Amó a tus padres y eligió a su
descendencia después de ellos
Lectura del libro del
Deuteronomio 4, 32-40
Moisés dijo al pueblo:
«Pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; pregunta desde un extremo al otro del cielo, ¿sucedió jamás algo tan grande como esto o se oyó cosa semejante? ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios vivo, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido? ¿Intentó jamás algún dios venir a escogerse una nación entre las otras mediante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Te han permitido verlo, para que sepas que el Señor es el único Dios y no hay otro fuera de él.
Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte y en la tierra te mostró su gran fuego, y de en medio del fuego oíste sus palabras.
Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia después de ellos, él mismo te sacó de Egipto con gran fuerza, para desposeer ante ti a naciones más grandes y fuertes que tú, para traerte y darte sus tierras en heredad; como ocurre hoy.
Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La fe del pueblo judío, como la cristiana, tienen una nota característica ausente en las demás religiones: la profesión de fe en la participación de Dios dentro la historia humana. Nosotros no hablamos de mitos, de hechos supratemporales o supraterrenales, hablamos de hechos históricos, de la participación activa de Dios en la historia de la humanidad, que comienza con la creación misma.
Pero, para la fe del pueblo judío, su historia como pueblo, comienza con la liberación del país de Egipto. Dios ha liberado a su pueblo de la opresión, para que viva en el servicio al Dios que le ha rescatado y hecho su propio pueblo.
Salir de Egipto, tiene en la mente de Dios una finalidad: establecer la alianza con Israel; el pueblo es invitado a establecer un pacto de amistad y amor con Dios. Esta alianza es el resultado de la primera acción salvadora divina: la liberación de Israel de la esclavitud; ahora el pueblo, ha de vivir en obediencia a quien le ha consagrado como pueblo de su propiedad.
En Jesús, la iglesia y la humanidad, hemos sido llamados a la liberación definitiva; también profesamos la fe en un acto histórico salvador: la alianza establecida por la muerte y resurrección de Jesús y por este hecho, hemos sido hechos no pueblo de Dios, sino familia suya, porque por medio de Jesús, hemos sido constituidos en hijos del Padre.
Salmo responsorial
Sal 76, 12-13. 14-15. 16 y 21
R. Recuerdo las proezas del Señor.
- Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. R.
- Dios mío, tus caminos son santos: ¿Qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos. R.
- Con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón. R.
Aclamación antes del Evangelio
Mt 5, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. R.
EVANGELIO
¿Qué podrá dar un hombre
para recobrar su alma?
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 16, 24-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte morirán hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
En la primera parte de esta escena del Evangelio, Jesús anuncia su muerte; los discípulos no lo aceptan y no lo entienden, incluso el mismo Pedro, lo lleva aparte para tratar de convencerlo de que eso no le podía pasar. Cosa que será inútil porque Jesús tenía clara su misión y su objetivo. La pregunta contundente de Jesús para nosotros es: ¿Quieres ser mi discípulo?
Si es así, entonces tienes que seguir mis pasos. ¿Y cuál es el reto? Negarse a sí mismo y tomar la cruz. Esto en primer lugar, significa que debemos saber que no somos dueños de nosotros mismos. Dios tiene el control de nuestras vidas. Nos pasamos la vida planeando y haciendo cosas en busca de nuestros propios deseos y satisfacción. Muchas veces buscando una vida de comodidad, buscando el reconocimiento de los demás.
Y, no es que esto sea del todo mal; el tema es saber si esto se alinea a lo que Dios quiere de nosotros y que no afecte la vida de los demás. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su vida? Y ¿Qué pasa cuando las cosas no suceden como nosotros las planeamos? Nos frustramos y nos enojamos. No solo no nos negamos a nosotros mismos, sino que además renegamos de Dios. Debemos saber que Dios tiene el control de nuestras vidas y poner, en primer lugar, el deseo de hacer todo para su gloria y que hay que tomar la cruz.
Hay que estar conscientes que la vida, en ocasiones, nos pondrá enfrente situaciones de dolor, en las que debemos estar dispuestos al sacrificio y al sufrimiento como parte de un proceso de purificación. Morir a nuestros deseos o a nuestra propia comodidad cuando debemos de ayudar a alguien necesitado, saber que la muerte a nuestros propios deseos produce vida en la vida de nuestro prójimo.
¿Qué debemos de hacer? Revisa tus actividades y prioridades, y pregúntate: ¿Estoy persiguiendo cosas temporales, éxito, comodidad, reconocimiento o verdaderamente podría decir que estoy invirtiendo en las cosas del reino? Ajusta tus metas diarias para que te puedas aplicar en tu vida espiritual. Pide a Dios que te muestre las cosas en las que puedes poner en práctica el negarte a ti mismo con pequeños detalles, con pequeñas cosas.
Por ejemplo, dar un servicio en tu comunidad, en tu parroquia, en tu empresa, durante ese tiempo libre que tienes, o hablar con alguien que necesita de tu compañía, en lugar de descansar o en lugar de ponerte a hacer alguna otra actividad de manera individual. Háblale a Jesús de tus miedos y preocupaciones para el momento en el que debas tomar la cruz, que Él te dé la fuerza que necesitas para los momentos de sufrimiento. Y recuerda su promesa: "El que pierda su vida por mí, la encontrará."
Antífona de comunión
Cf. Lc 12, 42
Éste es el siervo fiel y prudente, a quien el Señor puso al frente de su familia, para darles a su tiempo la ración de trigo.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Alimentados con manjares celestiales en la conmemoración de santo Domingo, te pedimos, Señor, que tu Iglesia reciba con sincera devoción y afecto la fuerza de este sacramento, y experimente el provecho de la intercesión de aquel que resplandeció por su predicación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Bendito seas, Dios Padre bueno, porque has querido participar en nuestra propia historia, haciéndola tuya y, por medio de tu Hijo, has querido ser igual a nosotros para mostrarnos que tu amor no tiene límites por nosotros, tus amados hijos en Jesús Señor nuestro.
Acción
Daré gracias a Dios por esos grandes pasajes de mi historia en los que descubro su mano amorosa.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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