Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sábado, 4 de octubre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVI.
   Color del día: Blanco.  

Memoria obligatoria: San Francisco de Asís, fundador.

Antífona de entrada

Francisco, el hombre de Dios, dejó su casa, abandonó su herencia y se hizo pobre y desvalido; pero el Señor se hizo cargo de él.

Oración colecta

Dios nuestro, que otorgaste a san Francisco de Asís la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos caminar tras sus huellas para que podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con alegre caridad. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
El mismo que os mandó las
desgracias os mandará el gozo

Lectura del libro de
Baruc 4, 5-12. 27-29

¡Animo, pueblo mío, que llevas el nombre de Israel!

Os vendieron a naciones extranjeras, pero no para ser aniquilados.

Por la cólera de Dios contra vosotros, os entregaron en poder del enemigo, porque irritasteis a vuestro Creador, sacrificando a demonios, no a Dios; os olvidasteis del Señor eterno, que os había alimentado, y afligisteis a Jerusalén que os criaba.

Cuando ella vio que el castigo de Dios se avecinaba dijo: Escuchad, habitantes de Sión, Dios me ha cubierto de aflicción.

He visto que el Eterno ha mandado cautivos a mis hijos y a mis hijas; los había criado con alegría, los despedí con lágrimas de pena.

Que nadie se alegre cuando vea a esta viuda abandonada de todos.

Si ahora me encuentro desierta, es por los pecados de mis hijos, que se apartaron de la ley de Dios.

¡Animo, hijos! Gritad a Dios, os castigó pero se acordará de vosotros.

Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios, volveos a buscarlo con redoblado empeño.

El mismo que os mandó las desgracias os mandará el gozo eterno de vuestra salvación».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 68, 33-35. 36-37

R. El Señor escucha a sus pobres.
  • Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. R.
  • Dios salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

EVANGELIO
Estad alegres porque vuestros
nombres están inscritos en el cielo

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».

Jesús les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños.

Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.

Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. 

Una gran tentación de nuestro tiempo es la de querer saberlo todo y creer que lo sabemos todo, y que si algo no lo comprendemos, entonces no puede ser real. Y lo que esto esconde en realidad, es una gran soberbia intelectual o espiritual, porque la verdad no depende de nosotros, de si la conocemos o comprendemos, sino que ella es y existe independientemente de nosotros.

Es decir, que la verdad no depende de si la conocemos o entendemos. Por eso es tan difícil para los que se creen o quieren ser sabios y entendidos, comprender las verdades eternas de Dios, del ser humano y del cielo, verdades reveladas por Cristo a la humanidad. 

A esto, habría que agregar que por todos los medios posibles se difunden teorías científicas o aparentemente científicas enmascaradas como leyes o verdades, y que se han ido constituyendo como los nuevos dogmas incuestionables del popular progresismo moderno, manipulándolos para contraponer forzadamente muchos de ellos a la revelación.

Y como repetir lo que suena científico da la falsa idea de ser, o parecer sabio o entendido se da un muy buen caldo de cultivo para cerrarse a Cristo y a su Palabra. Por desgracia, hoy muchos se alegran de repetir de manera acrítica lo que suena a científico como si eso diera la plenitud o felicidad.

De la misma manera en que los discípulos del Evangelio de hoy se alegraban de que hasta los demonios se les sometían al ser reprendidos en el nombre de Jesús. Pero hoy como ayer, el Señor nos dice que no nos alegremos de esas banalidades, sino que la alegría está en el ganar el cielo, y el cielo se gana al conocer y aceptar a Cristo y a su Iglesia y al decidir seguirlo en lo concreto de cada día.

Pero para esto se necesita sencillez de corazón. Identifica, hermano, hermana, cuánta soberbia albergas en tus criterios y en tu corazón y trabaja para liberarte de ella. Practica la sencillez en tus búsquedas, en tu trato con los demás, en tu manera de vestir y en las cosas de las que usas o disfrutas. Deja libre tu corazón para el Señor, pues solo en Él está la verdadera alegría.

Antífona de comunión

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Por estos santos sacramentos que hemos recibido, concédenos, Señor, que, imitando la caridad y el celo apostólico de san Francisco, experimentemos la eficacia de tu amor y procuremos sin descanso la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).