Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVIII.
Color del día: Verde.
Memoria libre:
Antífona de entrada
Cf. Sal 129, 3-4
Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, Señor, ¿quién podría resistir? Pero tú, Dios de Israel, eres Dios de perdón.
Oración colecta
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar el bien. Por nuestro Señor Jesucristo
PRIMERA LECTURA
Volvió Naamán al hombre
de Dios y alabó al Señor
Lectura del segundo libro de
los Reyes (5, 14-17)
En aquellos días, Naamán, el general del ejército de Siria, que estaba leproso, se baño siete veces en el Jordán, como le había dicho Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño.
Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó diciendo: “Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel.
Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu siervo”.
Pero Eliseo contestó: “Juro por el Señor, en cuya presencia estoy, que no aceptaré nada”. Y por más que Naamán insistía, Eliseo no aceptó nada.
Entonces Naamán le dijo: “Ya que te niegas, concédeme al menos que me den unos sacos con tierra de este lugar, los que puedan llevar un par de mulas. La usaré para construir un altar al Señor, tu Dios, pues a ningún otro dios volveré a ofrecer más sacrificios”.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, está enfermo de lepra. Una cautiva israelita le habla de la portentosa actuación del profeta Eliseo en Samaría. Eliseo significa "Dios salva". Naamán se pone en camino para verse con Eliseo, llevando consigo una carta de recomendación de su rey.
El profeta sabe muy bien que sólo Dios puede curar a Naamán, pero éste piensa que es Eliseo quien cura mediante una virtud maravillosa que posee. A fin de no confirmar al enfermo en su falsa opinión, Eliseo evita todo contacto directo con Naamán. Se limita a dar a conocer a Naamán las condiciones que Yahvé le impone si quiere curarse.
Y, por la misma razón, el profeta tampoco aceptará los presentes de Naamán una vez curado. Las palabras de Naamán son algo más que una alabanza al "Dios de la tierra" de Israel; son la clara expresión de que Naamán, el sirio, se ha convertido al único Dios verdadero. La salvación del enfermo comienza con la curación de su cuerpo y prosigue con la aceptación de la fe.
Eliseo aparece aquí como un fiel servidor de Yahvé que no busca su provecho, sino la gloria de Dios y la salud de Naamán. Su actitud contrasta con la de otros profetas de su tiempo, que sólo buscaban servir a Dios para sus propios fines.
Salmo responsorial
Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor nos ha mostrado
su amor y su lealtad.
- Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R.
- El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R.
- La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
Si perseveramos,
también reinaremos con Cristo
Lectura de la 2ª carta del apóstol
san Pablo a Timoteo (2, 8-13)
Querido hermano:
Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación, y con ella, la gloria eterna.
Es verdad lo que decimos: “Si morimos con él, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará; si le somos infieles, él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo”.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Segunda Lectura
En medio del sufrimiento, la imagen de Cristo nos trae el recuerdo de su resurrección. La vida del cristiano debe estar, por la fe, apoyada en Cristo resucitado. El camino de muerte y resurrección que experimentó Cristo debe alentar al cristiano en todas las situaciones y dificultades de la vida.
Pablo sufre en su cuerpo como un malhechor. Sufre particularmente porque se siente impotente para proclamar la Palabra. Pero se consuela en el valor de sus sufrimientos, que hacen que la Palabra de Dios no esté encadenada. Sus padecimientos no son estériles, pues tienen un inmenso valor para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Por ello, hermanos, tenemos que estar seguros de la correspondencia entre nuestros padecimientos y los de Cristo, entre nuestra glorificación y la suya. Nosotros morimos con Cristo en el bautismo, inicio de una serie de muertes continuas que nos darán el derecho a participar en su resurrección.
Aclamación antes del Evangelio
1 Tes 5, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan. R.
EVANGELIO
¿No ha habido quien volviera a dar
gracias a Dios más que este extranjero?
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (17, 11-19)
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano.
Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”
Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Entrar en relación con Dios, mediante el culto vinculado al templo, era el deseo de todo judío.
Los leprosos han encontrado a Jesús y en Él a Dios, pero los judíos no han comprendido que quedar limpios de la lepra, entrar de nuevo en comunión con Dios y con los hombres, no es fruto de ser miembro del pueblo elegido, sino que es un don que se ofrece a todo el que acepta y encuentra a Dios en el Mesías, Jesús.
Solo uno, y este samaritano, ha comprendido el significado del encuentro salvífico y da culto a Dios sin templo.
Al curar a los leprosos, Jesús los reintegra a la sociedad y demuestra que en Él se ha hecho presente el reino de Dios y la superación de toda forma de esclavitud y marginación. En Jesús, la salvación llega hasta la salud del cuerpo, supera la resignación, se abre a la esperanza y se retorna a la alabanza a Dios.
Sólo uno ha comprendido esta realidad. Los otros han vuelto a la religiosidad del templo sin descubrir que se han encontrado con Dios no en unas prácticas religiosas, sino en un hombre, en Cristo.
Antífona de comunión
Sal 33, 11
Los ricos se empobrecen y pasan hambre; los que buscan al Señor, no carecen de nada.
Oración después de la comunión
Señor, suplicamos a tu majestad que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuentes:
Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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