Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVI.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: Santos Ángeles Custodios.
Antífona de entrada
Dan 3, 59
Ángeles del Señor, bendigan al Señor; alábenlo y glorifíquenlo eternamente.
Oración colecta
Dios nuestro, que en tu admirable providencia envías a tus santos ángeles para custodiarnos, concédenos contar siempre con su protección y gozar eternamente de su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Esdras abrió el libro de la Ley,
bendijo al Señor, y todo el pueblo
respondió: «Amén, amén»
Lectura del libro de
Nehemías 8, 1-4a. 5-6. 7b-12
En aquellos días, el pueblo entero se reunió como un solo hombre en la plaza que está delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés que el Señor había dado a Israel.
El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley.
El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión. Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas: «Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas explicaron la ley al pueblo, que permanecía en pie. Leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura.
Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Edras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios: No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».
También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo, diciendo: «¡Callad no estéis tristes, porque este día es santo!».
Así que el pueblo entero se fue a comer y beber, a invitar a los demás y a celebrar una gran fiesta, porque habían comprendido lo que les habían enseñado.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La lectura de este pasaje de la Escritura trae a nuestras mentes inmediatamente la celebración de la Eucaristía. Podemos ver, por un lado, el llanto que emerge del pueblo al comprender que no han vivido conforme a la Ley, pero al mismo tiempo el júbilo y la fiesta que emerge de la celebración de Dios.
Nuestras Eucaristías repiten esta celebración, incluso la plenifican, pues no solo está presente la Palabra de Dios, sino que Dios mismo se hace presente en las especies Eucarísticas.
Es, pues, importante que la Palabra de Dios toque nuestros corazones y confronte nuestra vida con el mensaje de Dios; no basta oírla sino que es necesario escucharla con el corazón. Al mismo tiempo nos recuerda que el domingo es un día consagrado a Dios, es el día de participar de la Asamblea Litúrgica y gozarnos en ella.
Pero es también el día para compartir con los demás nuestra alegría cristiana, especialmente con los de nuestra propia familia. No permitamos que nuestro mundo dividido y activista nos separe de la comunidad eclesial y mucho menos de la vida familiar. Busquemos que al menos el domingo sea un día verdaderamente consagrado al Señor y vivido en familia.
Salmo responsorial
Sal 18, 8. 9. 10. 11
R. Los mandatos del Señor
son rectos y alegran el corazón.
- La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.
- Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.
- El temor del Señor es puro y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.
- Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. R.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 102, 21
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos. R.
EVANGELIO
Sus ángeles están viendo siempre en los
cielos el rostro de mi Padre celestial
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 18, 1-5. 10
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge en mí.
Cuidado con despreciar a uno estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños.
En estos tiempos de oscuridad en los que el hombre se ha vuelto contra el hombre, pues ya no es capaz de reconocer su inmensa dignidad dada por Dios; en estos tiempos en los que los organismos internacionales y los grandes medios de entretenimiento y comunicación manipulan la verdad, silencian la voz de Jesucristo y de su Iglesia, callan ante la persecución y masacre de los cristianos y promueven el aborto como si fuera un derecho.
En estos tiempos en los que tanto se ha programado la mente de las personas para evitar tener hijos o tener los menos posibles con mentiras como la sobrepoblación; con la idolatría del dinero y el bienestar como aspiraciones supremas, estas palabras de Jesucristo tienen que resonar en nuestro corazón: ‘Cuidado con despreciar a estos pequeños’.
Y es que el mandato de Dios al haber creado al ser humano ha sido: ‘sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla’ y el Salmo 127 enseña que los hijos son una de las más grandes bendiciones de Dios al afirmar que: ‘la herencia del Señor son los hijos y que así como las flechas en las manos de un guerrero, son los hijos de la juventud’.
Hoy quiero invitarte a reconocer, si es que está presente en tu mente y corazón, esa nueva cultura de la muerte, esas ideologías que el demonio ha fabricado para evitar que más seres humanos vengan al mundo y así puedan conocer a Cristo y participar de la vida eterna y plena que vino a traernos.
Hoy quiero invitarte a ser promotor de la cultura de la vida, a reconocer y a anunciar que cada ser humano es infinitamente precioso y que cada hijo es un don y una bendición de Dios a pesar de la pobreza o de la falta de abundancia.
Por ello, también te invito a renunciar a comentarios como que tu hijo es un pilón o que solo tendrás equis número de hijos, como si tú fueras Dios o que si alguien con muchos hijos no tenía tele o cualquier comentario, pensamiento que repudie la natalidad, principalmente en el seno de la familia divinamente constituida.
Hoy te invito a renunciar por completo al aborto. Y si estás casado o casada y en edad reproductiva, te invito a dialogar con tu pareja para que juntos se abran a la vida para cumplir con el mandato del Señor y reciban todas las bendiciones en cada hijo que quiera darles. Abandonar el uso de todo tipo de anticonceptivos, a prepararse para ser formadores de nuevos cristianos y escultores del rostro de Cristo en los hijos que Dios quiera darles en custodia, si es que quiere hacerlos custodios de nuevos hijos.
Por lo demás, en este día de los Santos Ángeles Custodios encomiéndate mucho a tu Ángel de la guarda, para que proteja tu corazón y te muestre el rostro de Dios. Y si Dios te ha llamado para darte la misión de la paternidad, ten la certeza de que, a donde no lleguen tus capacidades, ellos que han sido enviados por Dios, podrán llegar. Encomienda cada hijo a sus Ángeles Guardianes y pídeles ayuda para la formación de tus hijos.
Antífona de comunión
Te cantaré, Señor, delante de tus ángeles.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
A quienes te dignas alimentar para la vida eterna con tan gran sacramento, guíanos, Señor, por el camino de la salvación y la paz, bajo la custodia de los ángeles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Gracias, Señor, por la maravilla de tu Palabra, llámame a ella, que su sabiduría me escudriñe al punto de las lágrimas. Muéstrame a través de ella lo que debo hacer y cómo agradarte más y mejor cada día de mi vida.
Acción
Hoy platicaré en familia y planearemos cómo aprovechar mejor el domingo y cómo darle más al Señor.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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