Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXIX - Feria.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Juan Pablo II, Papa.
Antífona de entrada
En tu voluntad, Señor, está puesto el universo, y no hay quien pueda resistirse a ella. Tú hiciste todo, el cielo y la tierra, y todo lo que está bajo el firmamento; tú eres Señor del universo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que en la superabundancia de tu amor sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Ofreceos a Dios como quienes han
vuelto a la vida desde la muerte
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 6, 12-18
Hermanos:
Que el pecado no siga reinando en vuestro cuerpo mortal, sometiéndoos a sus deseos; no pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos de injusticia; antes bien, ofreceos a Dios como quienes han vuelto a la vida desde la muerte, y poned vuestros miembros, al servicio de Dios, como instrumentos para la justicia.
Porque el pecado no os ejercerá su dominio sobre vosotros: pues no estáis bajo la ley, sino bajo gracia.
Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, puesto que no estamos bajo la ley, sino bajo gracia? ¡En absoluto!
¿No sabéis que, al ofrecéis a alguien como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia?
Pero gracias sean dadas a Dios, porque erais esclavos del pecado, mas habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados; liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.
Pero gracias sean dadas a Dios, porque erais esclavos del pecado, mas habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados; liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
San Pablo nos invita a reflexionar sobre lo que él llama "el misterio de la iniquidad" y que está en relación a la fuerza que opera en nuestro corazón y que nos lleva a hacer lo que no queremos, es decir, la fuerza del pecado.
En este pasaje nos invita a no dejar que nos domine esta fuerza, que no nos domine el pecado y, sobre todo, que no nos haga sus esclavos. Recordemos que el pecado se vale de la tentación para arrastrarnos hacia él.
Es en este momento cuando debemos retirarnos, cuando debemos hacer consciente nuestra decisión de ser santos y de seguir en fidelidad al Señor. San Pablo sabe que no es cosa fácil, y por ello nos invita a ponernos al servicio del Señor, para que él mismo sea quien nos ayude a vencer la tentación.
Es cierto que en nuestra condición fragmentada por el pecado original es fácil que la tentación en un momento determinado nos domine y pequemos, pero lo que debemos evitar, es que el pecado se adueñe de nuestros sentidos y pasiones y nos convierta en sus esclavos.
Dios nos ha hecho libres por Jesucristo, y contamos con la asistencia continua del Espíritu, por ello, no regresemos a una vida de pecado.
Salmo responsorial
Sal 123, 1-3. 4-6. 7-8
R. Nuestro auxilio
es el nombre del Señor.
- Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte – que lo diga Israel -, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.
- Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R.
- Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Aclamación antes del Evangelio
Mt 24, 42a. 44
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. R.
EVANGELIO
Al que mucho se le dio,
mucho se le reclamará
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».
El Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más se le pedirá».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Al que mucho se le da, se le exigirá mucho. Esta frase del Evangelio nos puede despertar temor, pero más que temor, nos debería de evocar gratitud, y a su vez, responsabilidad. Gratitud al reconocer la mano tan misericordiosa y generosa de Dios para con nosotros; y al mismo tiempo, responsabilidad para responder a tanto recibido.
La misericordia de Dios es inmensa y su generosidad vasta. El amor de Dios nos cobija todos los días, hace salir el sol, como dice la Escritura, para buenos y malos, nos llena de bendiciones. La bendición más grande siendo el don de la vida, el don de la fe, el don de la esperanza, el don de la caridad.
Pero es importante reconocer esas bendiciones y es una responsabilidad el que Dios nos dé tanto. Hace un par de días, predicaba a unos jóvenes y justo les pedía que hicieran un dibujo de algún momento que les hubiera marcado de esa presencia de Dios en sus vidas. Y era precioso ver cómo los jóvenes dibujaban a su familia, dibujaban un cielo hermoso, dibujaban un atardecer, un amanecer, se dibujaban a sí mismos.
Dios está tan presente en nuestras vidas y derrama diariamente tantas gracias, pero a veces, como hemos dicho ya muchas veces, vivimos muy de prisa y no logramos verlo. Incluso en los momentos de sufrimiento, de dolor, de cruces está la presencia de Dios, pero tenemos que aprenderlo a ver con los ojos de la fe, tenemos que aprender a verlo con los ojos de Dios.
Hagamos un alto en nuestra vida para poder ver su presencia amorosa en nuestro día a día, y que eso me lleve a agradecer y a responder; no a vivir con temor, ¿cuándo será mi día? ¿cuándo vendrá el Señor a recogerme? ¡Al contrario!, vivir preparados para que cuando llegue el día, podamos encontrarnos con Él cara a cara. Y la mejor manera de vivir preparados, es vivir con un corazón agradecido, con un corazón en constante servicio, con un corazón en constante amor, si se puede decir así.
Jesús, lo que va buscando de nosotros es gratitud y fidelidad. Al final del día, hoy te invito a que hagas un recuento de las gracias recibidas en este día: estar vivo, rodeada de familia y amigos, vivimos en un país hermoso, poder decir un te quiero, tener a nuestro lado con quién compartir el pan, poder decir gracias Padre por… y cada quien haga su lista.
Antífona de comunión
Bueno es el Señor con los que en él confían, con aquellos que lo buscan.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Dios omnipotente, saciados con este alimento y bebida celestiales, concédenos ser transformados en aquel a quien hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor
Oración
Señor, reconozco que mis manos, mis ojos, mi boca, mi pensamiento han sido ocasión de pecado, pero ahora sé por palabras de san Pablo, que si los pongo a tu servicio, serán ocasión de bendición para mí y para los que me rodean.
Acción
Oraré al Señor confiadamente pidiendo su gracia, que me ayude a descubrir las tentaciones que se me presenten y poderlas resistir diciendo: "apártate de mí, Satanás".
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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