Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 3 de octubre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVI - Feria.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre: San Francisco de Borja.

Antífona de entrada

El Señor es mi auxilio y el único apoyo en mi vida. Te ofreceré de corazón un sacrificio y daré gracias a tu nombre, Señor, porque eres bueno.

Oración colecta

Sé propicio, Señor, con tus siervos y multiplica, bondadoso, sobre ellos los dones de tu gracia, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad, perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Hemos pecado contra el Señor
desoyendo sus palabras

Lectura del libro de Baruc 1, 15-22

«Confesamos que el Señor, nuestro Dios, es justo.

Nosotros, en cambio, sentimos en este día la vergüenza de la culpa. Nosotros, hombres de Judá, vecinos de Jerusalén, nuestros reyes y gobernantes, nuestros sacerdotes y profetas, lo mismo que nuestros antepasados, hemos pecamos contra el Señor desoyendo sus palabras.

Hemos desobedecido al Señor nuestro Dios, pues no cumplimos los mandatos que él nos había propuesto.

Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor nuestro Dios y nos hemos negado a obedecerlo.

Por eso nos han sucedido ahora estas desgracias y nos ha alcanzado la maldición con la que el Señor conminó a Moisés cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel.

No obedecimos al Señor cuando nos hablaba por medio de sus enviados los profetas; todos seguimos nuestros malos deseos sirviendo a otros dioses ajenos y haciendo lo que reprueba el Señor nuestro Dios».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Una de las gracias que tenemos que pedir con insistencia, es la humildad de reconocer que, a pesar de nuestros esfuerzos por ser mejores, aún estamos lejos de alcanzar la plenitud a la que Dios nos ha llamado.

Continuamos siendo débiles pecadores, frágiles ante las tentaciones, frecuentemente seducidos por las luces y el oropel del mundo que nos lleva a cambiar al Dios verdadero por los nuevos ídolos (dinero, diversiones, placer).

La lectura de hoy nos recuerda que sólo el que reconoce su debilidad puede pedir a Dios la fuerza para superarla; quien se siente perfecto vivirá siempre en la oscuridad de su pecado.

Y esto no quiere decir que nos encontremos peor que cuando conocimos a Jesús, sino que nos hace darnos cuenta que aún nos falta mucho; que si ciertamente hemos superado muchas de nuestras debilidades, son todavía muchas más las que continúan estorbando en nuestro camino de santidad. 

Revisa tu corazón y tu vida y deja que la luz de Dios ilumine tu interior, y no permitas que el orgullo y la soberbia te impidan crecer en humildad y en gracia.

Salmo responsorial
Sal 78, 1-2. 3-5. 8. 9

R. Por el honor de tu nombre,
Señor, líbranos.
  • Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo, han reducido Jerusalén a ruinas. Echaron los cadáveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo, y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R.
  • Derramaron su sangre como agua en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba. Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siempre enojado? ¿Arderá como fuego tu cólera? R.
  • No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R.
  • Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor. R.

EVANGELIO
Quien me rechaza a mí
rechaza al que me ha enviado

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 10, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.

Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

Y tú, Cafárnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo

Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

El Evangelio de hoy nos muestra a Jesús haciendo una dura advertencia sobre las consecuencias que puede llegar a tener el rechazo o la indiferencia al mensaje de salvación. Jesús veía que la gente, a pesar de tenerlo junto a ellos y habiendo visto los milagros que hacía, seguía con una actitud de indiferencia y de incredulidad.

Aunque escuchaban sus palabras y se admiraban de lo que hacía, seguían sin entender que era necesario cambiar de dirección para tomar el camino que los llevara a la conversión. Solo unos cuantos, además de sus discípulos, realmente aceptaban de corazón la Buena Nueva, aunque seguramente no lo entendían bien.

Es algo muy parecido a lo que pasa en nuestros días y que nos puede seguir sucediendo también a nosotros. Para algunos, puede ser un llamado a no acomodarnos en el hecho de que ya lo conocemos, porque vamos a Misa, porque estamos en un grupo parroquial o decimos que ya conocemos la Biblia de principio a fin.

Debemos pensar primero que hoy no es Jesús quien predica por la calle y hace milagros, somos precisamente nosotros, los responsables de anunciar la Buena Nueva y demostrar con nuestra vida que Él vive. Muchos no han recibido el mensaje porque nadie se los ha predicado. No nos damos cuenta que el mensaje lo tenemos que dar nosotros.

Nuestro deber como cristianos evangelizados es ser testigos de lo que hemos visto y lo que Dios ha hecho en nosotros. Comunicarlo a quienes no lo conocen. Quizá no todos lo van a ver o no todos lo van a aceptar, pero eso no debe ser un obstáculo para dejarlo de hacer.

Nuestro deber también es advertir, señalar y corregir, pero con amor, a aquellos que se han desviado del camino o que no tienen ni siquiera conciencia de pecado y actúan sin saber que, en ocasiones, lo que hacen ofende a Dios. 

El gran problema de los católicos es que la mayoría no conoce su fe. Nos decimos católicos porque nuestros padres nos llevaron a bautizar y, en el mejor de los casos, vivimos una fe heredada, pero no la conocemos. Vivimos muchas situaciones en pecado sin darnos cuenta, así es que tenemos una responsabilidad muy grande. 

Jesús termina diciendo a sus discípulos: ‘El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza ustedes, a mí me rechaza’. No te desanimes o te enojes si te rechazan; debemos saber que aunque eso suceda, nuestro trabajo no será en vano y es parte del plan de Dios. Somos un instrumento, el resultado depende de Dios. A nosotros nos toca ser portadores de la buena noticia del Evangelio, de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. 

Prepárate, da un buen testimonio para que los demás conozcan a Jesús, asegúrate de estar respondiendo con tu vida a la Palabra de Dios y a los milagros que Él ha hecho en ti. Vive una constante vida de conversión, haciendo todos los días un adecuado examen de conciencia, pidiendo a Dios que te ayude a ver lo que debes corregir y mejorar en tu vida, buscando diariamente vivir en santidad.

Antífona de comunión

Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente; él da alimento a sus fieles.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Oración

Perdona, Señor, mi infidelidad, perdona todas las veces que por mi debilidad y terquedad vuelvo a caer en el mismo hoyo una y otra vez. Perdóname, Señor y restaura tu gracia en mi vida, porque eres la única razón de mi existir.

Acción

Hoy revisaré mis pecados recurrentes y haré planes serios para vencerlos.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).