Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Martes, 9 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana II - Feria.
   Color del día: Morado.  


Antífona de entrada
Is 52, 7

Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias, que anuncia la salvación.

Oración colecta

Dios nuestro, que, por medio del bienaventurado Juan Diego, manifestaste a tu pueblo el amor de la santísima Virgen María, concédenos, por su intercesión, que, obedientes a las recomendaciones de nuestra Madre de Guadalupe, podamos cumplir siempre tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo

PRIMERA LECTURA
Dios consuela a su pueblo

Lectura del libro de Isaías 40, 1-11

«Consolad, consolad a mi pueblo – dice vuestro Dios -; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados».

Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos – ha hablado la boca del Señor-».

Dice una voz: «Grita». Respondo: «¿Qué debo gritar?».

«Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; sí, la hierba es el pueblo; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre».

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder, y con su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Isaías comienza el libro de la Consolación con estas palabras: "Consuelen, consuelen a mi pueblo". Es un llamado al profeta, llevar y brindar consuelo a quien sufre, al abatido, al desconsolado, al que ya no tiene esperanza, al que levanta la vista y sólo encuentra tristeza.

La consolación la anuncia el profeta, pero quien la da es Dios mismo. Dios es el portador de todo consuelo, el que levanta la esperanza, el que ofrece y asegura un mañana mejor, no para apaciguar nuestra conciencia o para darnos esperanza pasajera, pues, el consuelo de Dios permanece para siempre, nunca termina, es un consuelo que es bálsamo para las heridas.

Cuando Judá ha terminado el exilio, escucha la promesa de Dios de brindarle consuelo para curar sus heridas, para sanar sus dolencias.

Dios, en Jesús es el verdadero buen samaritano, que despojándose de su dignidad, se detiene en el camino para atendernos cuando estamos agobiados y derrotados, nos cura, venda nuestras heridas y vela por nuestra total recuperación.

En Jesús, Dios, el-que-está-siempre-con-nosotros, nos brinda la certeza de que nunca sufriremos sin ser asistidos por el Espíritu Consolador.

Salmo responsorial
Sal 95, 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13

R. Aquí está nuestro Dios,
que llega con fuerza.
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R.
  • Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente». R.
  • Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, R.
  • Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Está cerca el día del Señor; mirad, él viene a salvarnos. R.

EVANGELIO
Dios no quiere que se pierda
ni uno de estos pequeños

Lectura del santo evangelio
según san Mateo 18, 12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

El pasaje del Evangelio que escuchamos hoy nos recuerda el valor que tenemos para Dios. Su lógica es muy distinta a la nuestra. Seguramente si hubiéramos sido nosotros ese pastor, hubiéramos preferido quedarnos cómodamente esperando a que esa oveja regresara por sí sola, por no querer arriesgarnos al peligro o que se nos perdiera otra de las noventa y nueve que quedaban. 

El Buen Pastor es diferente. Él tiene interés particular por cada uno de nosotros y hace hasta lo imposible por rescatarnos. Dios toma la iniciativa, sabe que la oveja perdida está asustada y que no sabe cómo regresar. El Buen Pastor toma el riesgo y hace el esfuerzo por encontrarnos. 

Este tiempo de Navidad es un tiempo propicio en donde, a pesar de todas las distracciones del consumismo, Jesús, el Buen Pastor, sale en búsqueda de las ovejas perdidas, las extraviadas, las que se han desviado del camino y nos llama por medio de sutiles mensajes de amor, luces, señales que nos hacen ver su cuidado y amor incondicional.

La Navidad es, en esencia, la celebración de este pasaje: Jesús, el Buen Pastor, descendiendo a la tierra para buscar a la humanidad perdida. Nos busca para sanarnos, para curar nuestras heridas de abandono y de tristeza, nos recuerda que ha venido a salvarnos y rescatarnos del peligro y se alegra por recuperar a aquellos que se dejan encontrar. 

Nos invita también a ser el pastor de alguien más, a salir a buscar, dejar nuestra comodidad y encontrarnos no solo con los noventa y nueve que nos quieren y que nos hacen regalos, sino con aquellos que no tienen recursos, que no tienen algo para darnos de intercambio. A salir a la calle por la oveja perdida, asustada, abandonada, hambrienta y no solo de comida sino de amor. 

A veces nosotros mismos podemos ser esa oveja perdida, a pesar de las fiestas y eventos de la temporada, nos sentimos vacíos. La alegría pasa desapercibida porque no nos damos cuenta de que el motivo de la celebración es Dios.

Si es así, déjate encontrar por el Buen Pastor, detente y busca una iglesia o en tu propia casa, ahí, junto al nacimiento que pusiste de adorno, adora a ese pequeño Niño Dios que se hizo hombre y reconócelo. Ten por seguro que escucharás su voz que te invita a regresar al redil de las ovejas, te sanará, te llevará en sus hombros y se alegrará contigo, porque te ha encontrado y te ama. 

Antífona de comunión
Mt 25, 40)

Yo les aseguro que todo lo que hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron, dice el Señor.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Padre celestial, te damos gracias por este memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo que hemos celebrado; concédenos, por intercesión de san Juan Diego, que, bajo la protección de la Virgen María, nos mantengamos siempre unidos en una fe sincera y en una ardiente caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Padre bueno y clemente, que en Jesús nos das toda clase de bendiciones y nos confortas en nuestros sufrimientos, ayúdanos a imitarlo a él, buen samaritano, y con tu gracia haz que socorramos a nuestros hermanos que sufren para que comuniquemos a todos el consuelo que viene de ti.

Acción

El día de hoy visitaré a ese familiar que sé que tiene necesidad de atención y apoyo.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.