Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Jueves, 21 de agosto de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XX.
   Color del día: Blanco.  

Memoria obligatoria: San Pío X, papa.


Antífona de entrada

El Señor lo eligió sumo sacerdote, le abrió sus tesoros y derramó sobre él toda clase de bendiciones.

Oración colecta

Dios nuestro, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al Papa san Pío décimo de sabiduría celestial y fortaleza apostólica, concede, benigno, que, siguiendo sus enseñanzas y ejemplos, alcancemos la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
El primero que salga de la casa será para
el Señor y lo ofreceré en holocausto

Lectura del libro de los
Jueces 11, 29-39a

En aquellos días, el espíritu del Señor vino sobre Jefté. Atravesó Galaad y Manasés, y cruzó a Mispá de Galaad, de Mispá de Galaad pasó hacía los amonitas. Entonces Jefte hizo un voto al Señor:

«Si entregas a los amonitas en mi mano, el primero que salga de las puertas de mi casa, a mi encuentro, cuando vuelva en paz de la campaña contra los amonitas, será para el Señor y lo ofreceré en holocausto».

Jefté pasó a luchar contra los amonitas, y el Señor los entregó en su mano. Los batió, desde Aroer hasta Minit – veinte ciudades -, y hasta Abel Queramín. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sometidos a los hijos de Israel.

Cuando Jefté llegó a su casa de Mispa, su hija salió a su encuentro con adufes y danzas. Era su única hija. No tenía más hijos.

Al verla, rasgó sus vestiduras y exclamo: «¡Ay, hija mía, me has destrozado por completo y has causado mi ruina! He hecho una promesa al Señor y no puedo volverme atrás».

Ella le dijo: «Padre mío, si has hecho una promesa al Señor, haz conmigo según lo prometido, ya que el Señor te ha concedido el desquite de tus enemigos amonitas».

Y le pidió a su padre: «Concédeme esto: déjame libre dos meses, para ir vagando por los montes y llorar mi virginidad con mis compañeras».

Él le dijo: «Vete».

Y la dejó ir dos meses. Ella marchó con sus compañeras y lloró su virginidad por los montes.

Al cabo de dos meses volvió donde estaba su padre. que hizo con ella según el voto que había pronunciado.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este es uno de los pasajes más controvertidos de la Sagrada Escritura, pues nos presenta un sacrificio humano. Para poder entenderlo, debemos situarnos históricamente y ver qué es lo que el escritor sagrado busca decirnos, pues en ello está la instrucción de Dios para el pueblo.

Este pasaje lo podemos situar alrededor del s.XII o XIII a.C., es decir hace unos 3,000 años. En la cultura del tiempo, este tipo de sacrificios era común dentro del pueblo de Dios (basta ver que el mismo Abraham estaba por sacrificar a su propio hijo). 

Sólo muchos años después se irá purificando el pueblo en cuanto a los sacrificios que habrían de ofrecer a Dios, llegando a ser parte de la ley la prohibición de inmolar a los hijos, como lo hacen los paganos.

Teniendo esto claro, vemos cómo lo que el autor sagrado busca no es resaltar un sacrificio, sino el ser fiel a lo que ofrecemos al Señor, aun cuando esto sea tan querido como un hijo, y de manera particular, el único hijo.

Por otro lado, este pasaje nos enseña, si es que hemos de ser fieles al Señor, el pensar bien qué es lo que ofrecemos al Señor, pues lo que ofrecemos, debemos cumplirlo. Por ello es mejor el evitar el "chantaje" espiritual con el Señor al decirle: "si tú me das, entonces yo haré lo siguiente".

Recordemos que el Señor sabe lo que es bueno para nosotros y que no necesita de nuestras "ofertas" para realizarlo. Ofrezcamos al Señor nuestra vida, no porque él nos vaya a dar algo sino, como él lo hace, solo por amor a él.

Salmo responsorial
Sal 39, 5. 7-8a. 8b-9. 10

R. Aquí estoy, Señor,
para hacer tu voluntad.
  • Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. R.
  • Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: «Aquí estoy». R.
  • «- Como está escrito en mi libro – para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R.
  • He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor. R.

EVANGELIO
A todos los que encontréis
convidadlos a la boda

Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, Jesús volvió hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados, encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”.

Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los matarlos.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.”

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”

El otro no abrió la boca.

Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Este pasaje evangélico es francamente fuerte, porque el Dios con nosotros, el Dios de la alianza y la misericordia, el único Dios que, hecho hombre, nos ha revelado la plenitud del amor de Dios, es decir, Cristo, enseña que el Reino de los Cielos es semejante a ese rey que da muerte a los asesinos que rechazan sus insistentes invitaciones al banquete eterno y abusan de su bondad y que, entrega a las tinieblas, llanto y desesperación a quienes no se presentan ante Él con las vestiduras apropiadas para el banquete de bodas de su Hijo.

“Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?”, pregunta el rey casi al final de la enseñanza. Y es una pregunta que puede desconcertar, pues el rey ha mandado invitar a todos los que encontraran y sus emisarios llamaron a todos, todos, todos los que encontraron, como insistentemente nos lo recordaba el Papa Francisco: llamaron a buenos y malos porque la invitación de Dios es universal; por eso la Iglesia es católica.

Y el Señor no reprende a los que hasta entonces habían sido malos y que han llegado al banquete, sino que reprende al que no se preparó para ir a Él, al que no ha reconocido la grandeza de dicho evento y el privilegio que ha recibido. Y al decir Jesús, que el Reino de los Cielos es semejante a la situación que narra en esta parábola, está indicando que, tanto buenos y malos, son llamados porque son amados.

De hecho, al que no se preparó al encuentro, lo llama amigo. El Señor enseña que si no quieres asistir, Él va a insistir, pero si tú insistes en no corresponder, va a haber consecuencias. Pero si tú decides escuchar la llamada de Dios, tu respuesta al llamado implica una correspondencia.

Bien dice fray Nelson Medina que: “Dios te ama como eres, pero no te deja donde estás”. En efecto, tu respuesta al llamado implica una conversión, implica ir al banquete y llegar preparado. Y cada vez que asistas al banquete del Hijo de Dios en la Tierra, es decir, a la Misa, lo hagas limpio de corazón y con el traje de fiesta de los cristianos que ha sido lavado con la misma sangre del Cordero y que llega a ti a través del Sacramento de la Reconciliación.

Nunca llegues a la Comunión con un traje sucio, con tu alma en pecado grave. Así es que cada vez que asistes preparado y dispuesto en el hoy de la historia, al banquete del Hijo de Dios, permites que el Reino de los Cielos vaya irrumpiendo en la historia y dispones tu cuerpo y tu alma al abrazo eterno de Dios en la plenitud del amor.

La decisión es tuya y solo tuya, y Dios no puede salvarte de tus decisiones. Elige bien, elige desde ahora al Rey del universo.

Antífona de comunión
Cf. Jn 10, 11

El buen Pastor da la vida por sus ovejas.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Al celebrar la memoria del papa san Pío, te rogamos, Señor Dios nuestro, que, por la eficacia de este banquete celestial, lleguemos a ser constantes en la fe y vivamos concordes en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

¿Cuántas veces, Dios mío, no he cumplido la palabra que te he dado? Muchas veces he faltado a los compromisos que contigo he adquirido. Te pido perdón, Dios mío, y te prometo que en el futuro pondré mucho más cuidado en lo que te ofrezco y a lo que me comprometo.

Acción

Hoy reflexionaré en qué tanto cumplo mi palabra, también con las personas que me comprometo.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).