Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXI - Feria.
Color del día: Verde.
Memoria libre: Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, religiosa y fundadora.
Antífona de entrada
Sal 85, 1-3
Inclina tu oído, Señor, escúchame. Salva a tu siervo que confía en ti. Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día.
Oración colecta
Oh, Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que prescribas y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos. por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Queríamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta
nuestras propias personas
Lectura de la 1ª carta del apóstol
san Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-8
Vosotros hermanos, sabéis muy bien que nuestra visita no fue inútil; a pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, apoyados en nuestro Dios, tuvimos valor para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición.
Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que, en la medida en que Dios nos juzgó aptos para nos confiarnos el Evangelio, y así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones.
Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuado ni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo, ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado con autoridad; por el contrario, nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Cuando leemos la biblia limitándonos sólo al autor humano concreto, pero olvidando al Autor del conjunto de libros que es Dios, podemos correr el riesgo de perder de vista cosas valiosas e importantes. Llama la atención que el autor de la carta se dirige a sus destinatarios con muestras de aprecio y cariño; es cierto, que las cosas de Dios son serias y que requieren entrega, valor, coraje y convicción.
Pero, eso no significa que la vida humana no pueda expresarse con toda su riqueza en las cosas de Dios. Pablo no olvida lo que ha supuesto para él llevar el Evangelio a las diferentes comunidades; en concreto, Tesalónica, le ha supuesto una carga difícil de llevar, tanto por los sufrimientos padecidos, como por la oposición a su labor.
Pero cuando se sufre por algo que se ama, el dolor le imprime valor, tanto al objeto del amor, como a la persona que lucha por llevar a cabo aquello que da sentido a la propia vida. Predicar a Cristo es una tarea que Dios le ha encomendado a Pablo, es su responsabilidad, pero eso no le impide al apóstol dar rienda suelta a su corazón.
Él no sólo hubiera querido dar a los tesalonicenses el Evangelio de Jesucristo, le hubiera gustado dar su propia vida para que aquella comunidad tenga la vida que viene de Dios. Cierto que es una persona con autoridad y que puede enseñar apoyado en ella, pero para él, es más valiosa la humildad que viene del amor y la ternura, que la fuerza que viene por representar a Dios.
A final de cuentas, Dios también se manifestó dulce y tierno en la persona de su Hijo Jesucristo. La ternura de Dios ha salido al encuentro del hombre que sufre, a través de Jesucristo. Todo discípulo está llamado a ser como su maestro. Pablo imitó bien a Jesús al amar a quienes les llevaba el Evangelio. Esa misma vocación es a la que tú y yo estamos también llamados.
Salmo responsorial
Sal 138, 1b-3. 4-6 (R:1b)
R. Señor, tú me sondeas y me conoces.
- Señor, tú me sondeas y me conoces. Me conoces cuando me siento o me levanto de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R.
- No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco. R.
Aclamación antes del Evangelio
Heb 4, 12ad
R. Aleluya, aleluya, aleluya
La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón. R.
EVANGELIO
Esto es lo que habría que practicar,
aunque sin descuidar aquello
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Los fariseos eran parte de un grupo religioso y político en los tiempos de Jesús, eran muy radicales en cuanto al cumplimiento de la ley y las tradiciones; trataban con desprecio a la gente del pueblo, porque consideraban que no eran como ellos. Ellos se consideraban superiores.
El conflicto que se da con Jesús es porque les señala que son muy exigentes de la ley, pero descuidan lo más importante que es la justicia, la misericordia y la fidelidad, y por eso los llama hipócritas.
A veces nosotros somos como los fariseos: juzgamos y señalamos los errores de los otros, sin ver las razones que cada quien pudiera tener para actuar de determinada manera. Incluso, juzgamos en el otro, lo que nosotros mismos hacemos sin darnos cuenta.
En ocasiones, nos sentimos que somos mejores porque hablamos de Dios, porque vamos a la iglesia, porque tenemos una posición de servicio, o porque somos amigos del padre. Nada de eso nos hace diferentes, ni mejores. Si no somos capaces de practicar la justicia, la misericordia y ser fieles a nuestra fe.
De nada sirven las apariencias, sino lo que hay en nuestro interior, porque eso es lo que ve Dios; por más que pertenezcamos a grupos o vayamos diario a misa, podemos tener muy pintada la fachada de la casa, pero hay que ver cómo tenemos la casa por dentro.
Lo que verdaderamente nos transforma, es una fe auténtica y activa que nos haga cambiar desde adentro. Revisa tu corazón, deja entrar a Jesús para que te muestre lo que hay que limpiar: nuestro orgullo, nuestro egoísmo, nuestra falta de perdón.
Revisa cómo tratas a los demás, si eres compasivo, escuchas y entiendes antes de juzgar, si eres justo en tus negocios y actúas con rectitud en todo lo que haces.
Antífona de comunión
Cf. Sal 103, 13-15
La tierra se sacia de tu acción fecunda, Señor, para sacar pan de los campos y vino que alegre el corazón del hombre.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que realices plenamente en nosotros el auxilio de tu misericordia, y haz que seamos tales y actuemos de tal modo que en todo podamos agradarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor Jesús, que has querido hacerte hombre para traer a nosotros la ternura amorosa que viene del Padre, haz que seamos agradecidos contigo por este valioso don, para que nuestra gratitud se convierta en apostolado que lleve a todos los hombres, tu amor misericordioso que no tiene límites ni fronteras.
Acción
Dedicaré unos minutos a experimentar el amor tierno de Dios para llevar dicha ternura a quienes la puedan necesitar.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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