Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Miércoles, 10 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana II - Feria.
   Color del día: Morado.  

Memoria libre:

Antífona de entrada
Cfr. Is 45, 8

Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al Salvador.

Oración colecta

Señor Dios, que, cumpliendo las promesas hechas a nuestros Padres, elegiste a la santísima Virgen María para ser la Madre del Salvador, concédenos seguir los ejemplos de aquella cuya humildad tanto te agradó y cuya obediencia nos fue de tanto provecho. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
El Señor todopoderoso
a quien está cansado

Lectura del libro de Isaías 40, 25-31

«¿Con quién podréis compararme, quién es semejante a mí?», dice el Santo.

Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿quién creó todo esto?

Es él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre.

Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada.

¿Por qué andas diciendo, Jacob, y por qué murmuras, Israel: «Al Señor no le importa mi destino, mi Dios pasa por alto mis derechos»?

¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?

El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra.

No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia.

Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto.

Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

El tiempo de Adviento, a la luz de la encarnación de Jesús, es un tiempo para redimensionar nuestro ser imagen de Dios. Uno de los problemas de nuestros días, es el tener una idea equivocada de Dios. El mundo nos ha tratado de convencer de que tenemos un "diocesito", un Dios que no puede salvar, que no interviene en nuestra historia, un Dios de domingo.

El profeta Isaías le recuerda al pueblo que la realidad es totalmente otra. Nuestro Dios es el Dios que creó el cielo y la tierra, el Dios que tiene poder para actuar en todas las áreas de nuestra vida.

Es, en definitiva, el Dios que salva, el Dios que ama tanto a sus creaturas que ha enviado a su Hijo único para que todo aquel que crea en él tenga vida, la tenga en abundancia y viva eternamente con él. 

Nuestro Señor nos sostiene en nuestro caminar, nos ilumina con la luz del Espíritu, nos anima con su Palabra, pues quiere construir la historia con nosotros y que ésta sea una verdadera historia de salvación. Aprovecha este tiempo para que Dios sea verdaderamente Dios en tu vida.

Salmo responsorial
Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10

R. Bendice, alma mía, al Señor.
  • Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.
  • Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.
  • El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Mirad que llega el Señor, para salvar a su pueblo; bienaventurados los que están preparados para salir a su encuentro.

EVANGELIO
Venid a mí
todos los que estáis cansados

Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:

«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. ¡Qué palabras más confortantes -valga la redundancia-, de Cristo! Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados y yo les daré alivio; y yo los aliviaré. La verdad, no hay mucho que decir, Cristo nos los dice todo: ‘Vengan a mí que yo los aliviaré’. 

Como digo y repito ¡qué argumento más confortante! Hoy que el presente nos duele, que el futuro nos desconcierta, que la incertidumbre nos agobia, vengan a mí los que están agobiados, Yo les daré alivio. Vengan a mí los que sufren, los que lloran, yo los consolaré. Vengan a mí, vengan a mí. 

Escuchemos, hagamos silencio en el corazón. Escuchemos a ese Cristo que nos dice y que nos invita: Vengan a mí. Vengan a mí. Vayamos a encontrar a Dios en la oración, a donde tengo que llegar con un corazón sencillo, humilde; caer a sus pies y decir: ‘no puedo más, Señor, pero necesito de tu fuerza, de tu amor, de tu confianza, de tu seguridad, de tu paz, de tu consuelo, Señor mío y Dios mío, necesito de tu amor’. 

Escucha cómo el Señor te llama: ‘Ven a mí’. Él te espera. Vayamos a los pies de Jesús y escuchémoslo decirnos al corazón: ‘Ven a mí’. Y con el corazón en la mano, pongámosle ahí, a sus pies, todo lo que lleve nuestro corazón, sabiendo que Él nos aliviará. 

Antífona de comunión
Cfr. Is 7, 14

He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán el nombre de Emmanuel.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Señor, Dios nuestro, que el sacramento que hemos recibido atraiga continuamente sobre nosotros tu misericordia, para que seamos salvos, en virtud de la Encarnación de tu Hijo, todos los que celebramos con fe el recuerdo de su santísima Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Tú, Señor, eres quien me da vigor cuando estoy fatigado y cuando no tengo fuerzas, energía. Aunque hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; yo que he puesto mi esperanza en Ti, Señor, mis fuerzas se renuevan; me nacen alas como de águila, corro y no me canso, camino y no me fatigo. Gracias, Señor, porque Tú eres quien me sostiene.

Acción

Hoy, a todas mis actividades, además de la eficiencia y el amor que como cristiano tengo que aportar, añadiré entusiasmo porque es el Señor quien me impulsa a seguir y hacer todo cada vez mejor.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).