Dichosos los que entregan su corazón a María

Benditos los que, desde la sinceridad de su alma, ponen su vida entera en las manos de Nuestra Madre protectora.

Bienaventurados a los que aman a María sin temores y sin reservas, pues ella es madre del Amor puro que es Jesús, nuestro Señor.

Dichosos los que confían en la intercesión de María ante Dios, pues nunca serán defraudados quienes confíen en ella.