Evangelio del 24 de abril, 2012

· Evangelio: Juan 6,30-35
"No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo"

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: "¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."" Jesús les replicó: "Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo." Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este pan." Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."

· Primera Lectura: Hechos 7,51-8,1a
"Señor Jesús, recibe mi espíritu"

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: "¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado."  Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

· Salmo Responsorial: 30
"A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu."

Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás; / yo confío en el Señor. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. / En el asilo de tu presencia los escondes / de las conjuras humanas. R.


Reflexión

REFLEXION DEL SANTO EVANGELIO: El hombre de hoy está sediento, está hambriento y no sabe de qué. Por ello ha desatado una búsqueda sin tregua tratando de encontrar algo que verdaderamente lo sacie. Lo busca en el placer, en el poder, en la fama, en el dinero, etc. Al final de la búsqueda, siempre lo mismo: vacío y soledad. Y es que sólo Jesús es el pan que sacia. Sólo la vida en el amor de Dios puede dar sentido a la vida. Jesús dijo: "Yo soy el pan que da la vida". Por ello sólo Él sacia, sólo su amor llena nuestros vacíos y nuestras soledades. La vida en Cristo se transforma en plenitud. Por ello quien tiene a Cristo lo tiene todo, quien no lo tiene no tiene nada.
Esta Pascua es de nuevo la oportunidad para encontrarnos con Jesús resucitado, con el verdadero pan que sacia, con el pan que da la vida, que es paz, alegría y amor. Encuéntrate hoy con Jesús en tu oración personal. Está esperándote para saciarte.

REFLEXION DE LA PRIMERA LECTURA: Duras pero ciertas las palabras de San Esteban dirigidas a todos nosotros: "Hombres de cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo". Y es que la verdad, pensemos, ¿cuántas veces hemos tenido la oportunidad de crecer más en el amor de Jesús, de asistir a un retiro? ¿Cuántas veces por pereza o por darle prioridad a otras actividades hemos faltado a misa? ¿Cuántas veces, pudiendo hacer la caridad, un favor, un servicio no lo hemos hecho? ¿Cuántas veces hemos preferido ver la televisión en lugar de atender a nuestros hijos, hermanos, o a nuestros padres? ¿O cuántas veces hemos dejado la oración por alguna otra actividad?
En esta Pascua, Jesús nos ofrece de nuevo la posibilidad de abrirle totalmente nuestro corazón y dejar que sea el Espíritu Santo quien dirija nuestra vida; nos hace de nuevo la invitación para que tomemos el Evangelio como norma de nuestro diario obrar y para que hagamos de la caridad un estilo de vida.

Te pido perdón, Señor, por todas las veces que he cerrado mis oídos a tu Palabra, aquellas veces que, incluso habiéndola escuchado, no he puesto empeño en ponerla por obra. Te pido perdón por tener la cabeza dura y no dejar de hacer lo que sé que me daña y que me aleja de ti, por mi necedad y mis apegos desordenados. Además te pido perdón, Señor, por cerrar mi corazón, por no permitirte actuar con más libertad y fuerza, sé que tus pensamientos para mí son de bien, de vida y no de muerte, de bendición y no de maldición; y sé perfectamente que soy yo el que obstaculiza que derrames más bendiciones y gracias.
Hoy te abro mis oídos, mente y corazón para que los llenes de tu divina voluntad y que por tu gracia pueda seguirte y dejarte actuar con poder en mi vida
.

Hoy haré aquello que Dios me ha estado pidiendo y que he ido postergando.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.