Evangelio del Día - Viernes 28 de marzo de 2014


Tiempo litúrgico: Cuaresma (morado)

Santoral



Primera Lectura: Oseas 14,2-10
"No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos"

Así dice el Señor: "Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. 

En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra; harán brotar el trigo, florec erán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. 

Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos."

Salmo Responsorial: 80
"Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz."

Oigo un lenguaje desconocido: "Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré.

Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel!

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!: te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre."

Evangelio: Marcos 12,28b-34
"El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás"

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos." 

El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios." Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas."

Reflexión
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”

“Amarás al Señor tu Dios”. ‘Tu’ Dios, se dice, y es una razón para amarle más y más; amamos más lo que nos pertenece que lo que nos es extraño. Es cierto, el Señor tu Dios merece ser amado, se hace tu siervo para que le pertenezcas y así no te avergüences de servirle… Durante treinta años, a causa de tus pecados, tu Dios se ha hecho tu siervo, para arrancarte de la servidumbre del diablo. Amarás, pues, al Señor tu Dios. Él, que te ha hecho, se ha hecho tu servidor por ti; se ha dado enteramente a ti para que tú te des enteramente a Él. Cuando tú eras desdichado, ha rehecho tu felicidad, se ha dado a ti para devolverte a ti mismo.

Amarás, pues, al Señor tu Dios “con todo tu corazón”. ‘Todo’: no puedes guardarte ninguna parte de ti mismo para ti. Quiere la ofrenda de toda tu persona. Te ha comprado todo entero para él mismo, para poseerte, él solo, a ti todo entero. Amarás, pues, al Señor tu Dios con todo tu corazón. No sirve, como hicieron Ananías y Safira, conservar para ti una parte de ti mismo, porque entonces podrías perecer como ellos (Hch 5, 1s). Ama, pues, totalmente y no sólo parcialmente. Porque Dios no tiene partes; Él está entero en todas partes. No quiere compartir tu ser con otros, Él, que es todo entero en su Ser. Si te reservas una parte de ti mismo, eres tuyo, y no de Él.

¿Quieres poseerlo todo? Dale lo que eres, y te dará lo que Él es. No tendrás nada tuyo; pero lo tendrás a él mismo todo entero siendo tú mismo entero también.

San Antonio de Padua (1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia 
Sermones para el domingo y fiestas de los santos

En este día repasaré los mandamientos del Señor y confrontaré mi vida con ellos. Haré énfasis en los mandamientos que más he incumplido o pasado por alto y me haré consciente de cómo han afectado mi persona y la de los que me rodean. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 
Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: