Evangelio del Día - Lunes 12 de mayo de 2014

Tiempo litúrgico: Pascua (blanco)

Santoral


Primera Lectura: Hechos 11,1-18
"También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida"

En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprocharon: "Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos." 

Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su orden: "Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: Algo que bajaba, una especie de toldo grande, cogido de los cuatro picos, que se descolgaba del cielo hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: "Anda, Pedro, mata y come." Yo respondí: "Ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro." 

La voz del cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano." Esto se repitió tres veces, y de un tirón lo subieron todo al cielo. En aquel preciso momento se presentaron, en la casa donde estábamos, tres hombres que venían de Cesarea con un recado para mí. El Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin más. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: "Manda recado a Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te traerá la salvación a ti y a tu familia." 

En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de lo que había dicho el Señor: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?"

Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo: "También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida."

Salmo Responsorial: 41
"Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo."
  • Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
  • Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.
  • Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

Evangelio: Juan 10,1-10
"Yo soy la puerta de las ovejas"

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." 

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."

Reflexión
"El buen pastor"

"El buen pastor da su vida por sus ovejas" (Jn 10,11) Cuando Jesús pronunció estas palabras, los apóstoles no sabían que hablaba de él mismo. Incluso Juan, el apóstol amado, tampoco lo sabía. Lo ha comprendido en el Calvario, al pie de la cruz, viendo como ofrecía su vida por sus ovejas. Cuando llegó el momento, para él y para los demás apóstoles, de asumir esta misma misión, es cuando se acordaron de las palabras de Jesús. Se dieron cuenta de que serían capaces de llevar a cabo esta misión hasta el final, solamente porque Jesús había asegurado que sería él mismo quien actuaría en ellos. Particularmente, Pedro, era consciente de ello, él "el testigo de la Pasión de Cristo" (1P 5,1), que exhortaba a los ancianos de la Iglesia con estas palabras: "Sed los pastores del rebaño de Dios que os ha sido confiado" (1P 5,2).

A lo largo de los siglos, los sucesores de los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo han continuado su misión de reunir el rebaño de Cristo y conducirlo hacia el Reino de los Cielos, conscientes de que ellos mismos no pueden asumir una responsabilidad tal, mas que "por Cristo, con Cristo y en Cristo".

Yo mismo he tomado conciencia de ello cuando el Señor me ha llamado a ejercer la misión de Pedro en esta ciudad muy amada de Roma y al servicio del mundo entero. Desde el principio de mi pontificado, mis pensamientos, mis oraciones y mis acciones todas han estado animadas por un único deseo: dar testimonio de que Cristo, el Buen Pastor, está presente y actuante en la Iglesia. Él va continuamente buscando a la oveja perdida, la lleva al redil, cura sus heridas; pone toda su atención en la oveja débil y enferma, y protege a la robusta (Ez 34,16). Es por eso que, desde el primer día, no he dejado de exhortar: "¡No tengáis miedo de acoger a Cristo, de aceptar su poder!" Y yo lo repito aún hoy con fuerza: "¡Abrid, abrid todas las puertas a Cristo! ¡Dejaos guiar por él! ¡Tened confianza en su amor!"

San Juan Pablo II (1920-2005), papa. Homilía del 16/10/2003, en el 25 aniversario de su pontificado (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

Acción

Señor, inspira mi corazón para que te busque, ayúdame a descubrir que cada paso que dé en mi vida, debe estar sostenido en la oración; que todos mis anhelos, deseos y sentimientos más profundos deben haber sido validados por tu santa voluntad en los momentos en que me encuentro en tu presencia.

Organizaré mi agenda de tal manera que lo primero y lo último que haga cada día sea estar un momento en oración delante de Dios. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: