Evangelio del Día - Míércoles 3 de setiembre de 2014


Tiempo litúrgico: Ordinario (blanco)

Santoral:




Primera lectura: Carta I de San Pablo a los Corintios 3,1-9. 
"Nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios"

Por mi parte, no pude hablarles como a hombres espirituales, sino como a hombres carnales, como a quienes todavía son niños en Cristo. Los alimenté con leche y no con alimento sólido, porque aún no podían tolerarlo, como tampoco ahora, ya que siguen siendo carnales. Los celos y discordias que hay entre ustedes, ¿no prueban acaso, que todavía son carnales y se comportan de una manera puramente humana? 

Cuando uno dice: "Yo soy de Pablo", y el otro: "Yo de Apolo", ¿acaso no están procediendo como lo haría cualquier hombre? Después de todo, ¿quién es Apolo, quién es Pablo? Simples servidores, por medio de los cuales ustedes han creído, y cada uno de ellos lo es según lo que ha recibido del Señor. Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios. 

Ni el que planta ni el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer. No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de acuerdo con el trabajo que haya realizado. Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios. 

Salmo 33(32),12-13.14-15.20-21. 
"Nuestra alma espera en el Señor"
  • ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! El Señor observa desde el cielo y contempla a todos los hombres;
  • El mira desde su trono a todos los habitantes de la tierra; modela el corazón de cada uno y conoce a fondo todas sus acciones.
  • Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre.

Evangelio según San Lucas 4,38-44.
"¡Tú eres el Hijo de Dios!"

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. 

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. 

Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea." 

Reflexión

Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que, sobre todo san Lucas, no se cansa de resaltar, es su gran misericordia que lo lleva a estar disponible para los demás. Para él, no hay un momento determinado para sanar, para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para quienes él ha sido enviado. 

Se ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y consuelo. En nuestro mundo agitado, es fundamental el recobrar esta actitud de Jesús, sobre todo, para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces estamos cansados, pero qué importante es estar siempre disponible para los hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres. 

La falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia, lo que va, poco a poco, provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás, valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se acercan a mí, sobre todo, a los de mi propia familia? Recuerda que servir es amar.

Acción

Dame de tu Espíritu Santo, Señor, para que me ayude a disminuir, que me ayude a morir cada vez más a mis pasiones y deseos que no vienen de ti. Que de ese modo, encuentre una vida más similar a la tuya y empiece a recibir el alimento sólido de tu Palabra.

Hoy me privaré de algo que me guste mucho como ejercicio de ascesis en el que me demuestro que no estoy sometido a mis pasiones, deseos o gustos, sino a la voluntad de Dios. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Fuente:
Evangelización Activa
Evangelio del Día