Lecturas - Miércoles 11 de febrero de 2015 - Nuestra Sra. de Lourdes



Tiempo litúrgico: Ordinario
Color: Verde


Santoral



Primera Lectura: Génesis 2,4b-9.15-17
"El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén"

Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, no habla aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo. Sólo un manantial salía del suelo y regaba la superficie del campo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. 

El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que habla modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. 

El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara. El Señor Dios dio este mandato al hombre: "Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comas; porque el día en que comas de él, tendrás que morir."

Salmo Responsorial: 103
"Bendice, alma mía, al Señor."
  • Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
  • Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes.
  • Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

Evangelio: Marcos 7,14-23
"Lo que sale de dentro es lo que hace impuro el hombre"

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: "Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga." Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: "¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? 

Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina." Con esto declaraba puros todos los alimentos. Y siguió: "Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro."

Reflexión
“Oh Dios crea en mí un corazón puro” (Sal 50,12)

Si tú purifica tu corazón de toda escoria por el esfuerzo de una vida perfecta, la belleza divina volverá a brillar en ti. Es lo que pasa con un trozo de metal cuando la lima lo limpia de toda herrumbre. Antes estaba ennegrecido y ahora es radiante y brilla a la luz del sol. Asimismo, el hombre interior, lo que el Señor llama “el corazón”, recobrará la bondad a semejanza de su modelo , una vez quitadas las manchas de herrumbre que alteraban y afeaban su belleza(cf Gn 1,27). Porque lo que se asemeja a la bondad, necesariamente se vuelve bueno.

El que tiene un corazón puro es feliz (Mt 5,8) porque recobra su pureza que le hace descubrir su origen a través de esta imagen. Aquel que ve el sol en un espejo no necesita fijar la mirada en el cielo para ver al sol; lo ve en el reflejo del espejo tal cual está en el cielo. Así vosotros que sois demasiado frágiles para captar la luz, si os volvéis hacia la gracia de la imagen que tenéis esculpida en vuestro interior desde el principio, encontraréis en vosotros mismos lo que buscáis. 

En efecto, la pureza, la paz del alma, la distancia de todo mal, es la divinidad. Si posees todo esto posees ciertamente a Dios. Si tu corazón se aparta de toda maldad, libre de toda pasión, limpia de toda mancha, eres feliz porque tu mirada es transparente.

San Gregorio de Nisa (c.335-395), monje, obispo 
Homilía 6 sobre las Bienaventuranzas; PG 44, 1269-1272)

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Jesús continúa insistiendo en lo que es verdaderamente importante para la vida del hombre. Lo exterior es importante, pero lo es más el interior. Ahora bien, ¿qué es lo que sale del hombre? 

En otra ocasión dijo Jesús: "De la boca sale lo que abunda en el corazón" y además: "El árbol bueno no puede dar frutos malos". Con esta instrucción no sólo declara lícitos todos los alimentos, sino que nos previene del tipo de alimentos que verdaderamente pueden dañar al hombre, y son aquellos con los que alimentamos nuestro corazón (es decir, nuestra imaginación, pensamiento, memoria, sentimientos).

Por ello tengamos cuidado del tipo de espectáculos, revistas y programas de televisión que vemos, de nuestras conversaciones. Sería bueno que hoy nos preguntásemos qué tipo de alimentos estamos dejando entrar en nuestro corazón. 

Acción

Señor, gracias por tus mandamientos, gracias porque siempre buscas guardarme de aquello que me hace mal. Dios mío, en tu nombre rechazo el pecado y, junto con él, la muerte que produce, en cambio, Señor, sigue soplando sobre mí tu aliento de vida, vivifica todo mi ser hasta ser realmente la persona que pensaste mientras me moldeabas con tus manos.

Hoy meditaré en cómo las situaciones de pecado que aún no puedo dejar y tomaré medidas para elegir siempre la vida de fidelidad a Dios. 

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa - Evangelio del Día
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica