Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 20 de noviembre de 2015


Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Verde

Santoral


Primera Lectura: I Macabeos 4, 36-37. 52-59
"Celebraron la consagración del altar, ofreciendo con júbilo holocaustos"

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: "Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo." Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. 

En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. 

Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Interleccional: 1 Crónicas 29, 10-13
Alabamos, Señor, tu nombre glorioso. 
  • Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos.
  • Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuánto hay en cielo y tierra.
  • Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria.
  • Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.

Evangelio: Lucas 19,  45-48
"Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos"

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos"." Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios."

Reflexión sobre la Primera Lectura

Algo innato en el hombre es el dar gloria a Dios. Es por ello que todas las culturas de todos los tiempos, han tenido como algo muy preciado el Templo, pues, éste se identifica con el Lugar Santo, el lugar en donde la presencia de Dios se hace manifiesta. Hoy sabemos, por medio de la Revelación, que Dios no únicamente habita el templo material, sino que nosotros mismos somos ese templo. Por lo tanto, nuestro cuerpo debe ser un lugar consagrado y santo. 

Esto hace que los cristianos valoremos nuestro cuerpo, y el cuerpo de los demás, pues en él habita el Espíritu Santo. Pero al mismo tiempo, esa presencia interior nos lleva a valorar nuestro templo material, pues es en él en donde, de manera particular, cuando la Iglesia se reúne en asamblea litúrgica, se realiza la presencia de Dios para ser adorado y glorificado.

Tengamos en gran estima no solo nuestros cuerpos, sino el templo de Dios y busquemos que siempre sea un lugar santo, en donde sus adornos y motivos nos recuerden nuestro compromiso bautismal y el misterio de la Pascua.

Reflexión sobre el Evangelio

San Pablo, escribiendo a los Corintios, nos dice que somos el templo del Espíritu Santo. Hoy Jesús nos dice que su casa, su templo, debe ser casa de oración. 

Pensemos por un momento si nuestra vida interior se puede considerar una casa de oración o es en realidad un lugar lleno del ruido del mercado del mundo que está gritando dentro de nosotros y buscando vendernos sus necias ideas.

Por qué no invitamos hoy a Jesús para que, con su poder y autoridad, eche fuera a todos estos gritones, ponga nuestra vida interior en paz y así se convierta, como lo fue en María Santísima, en un verdadero lugar de encuentro con Dios.

Oración

Señor, ayúdame, con la luz de tu Espíritu, a expulsar fuera de mí todo aquello que no te agrada, para que puedas habitar todas las áreas de mi ser.

Acción

Viviré cada Misa con mayor alegría, rezando, cantando y alabando a Dios, y recibiré con devoción la Sagrada Eucaristía.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015 Conferencia Episcopal de Costa Rica