VATICANO, 21 Jun. 16 / 11:15 am (ACI).- El compromiso de un mundo libre de pena de muerte. Es el mensaje central que el Papa Francisco ha querido enviar a través de un video con motivo del VI Congreso mundial contra la pena de muerte en Oslo (Noruega).
El Congreso está organizado por la ONG francesa Ensemblre contre la peine de mort y por la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte de la que forman parte 40 organizaciones de todo el mundo.
“Quiero además expresar mi agradecimiento personal, y también el de los hombres de buena voluntad, por su compromiso con un mundo libre de la pena de muerte”.
Francisco afirma en el video que “un signo de esperanza es el desarrollo en la opinión pública de una creciente oposición a la pena de muerte, incluso como una herramienta de legítima defensa social”.
“De hecho, hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de lavida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”.
El Pontífice también explica que “el mandamiento ‘no matarás’ tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables”.
“El Jubileo Especial de la Misericordia es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto a la vida y la dignidad de cada persona. No hay que olvidar que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal”.
Por otro lado, el Papa anima “a todos a trabajar no sólo por la abolición de la pena de muerte, sino también por la mejora de las condiciones de reclusión, para que respeten plenamente la dignidad humana de las personas privadas de libertad”.
“Hacer justicia –asegura– no significa que se deba buscar el castigo por sí mismo, sino que las penas tengan como finalidad fundamental la reeducación del delincuente”.
Por eso pide que la justicia penal cumpla su tarea siempre desde la óptica de la reinserción del culpable en la sociedad. “¡No hay pena válida sin esperanza! Una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena”, dice acerca de esto.
Por último, Francisco desea que el Congreso sirva para “dar un nuevo impulso al compromiso con la abolición de la pena capital”.
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