Papa Francisco: ¿Tu fe es efímera o da frutos y crece en ti la esperanza en Dios?


VATICANO, 10 Nov. 16 / 06:24 am (ACI).- Durante la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco advirtió contra la tentación de transformar la religión en un espectáculo de “fuegos artificiales” que son efímeros y se pasan en el momento y pidió cultivar la esperanza para que crezca el Reino de Dios.

“Si el Reino de Dios está en medio de nosotros, si todos tenemos esa semilla, si poseemos el Espíritu Santo, ¿cómo lo estamos custodiando? ¿Sé discernir la planta buena que da fruto de la cizaña? ¿Crece el Reino de Dios dentro de nosotros como debería crecer?”.

“Interroguémonos acerca de nuestra esperanza puesta en la semilla que está creciendo en nosotros –invitó el Papa–, y de qué forma estamos custodiando nuestra esperanza. Preguntémonos a nosotros mismos: ¿Tengo esperanza? ¿O voy hacia adelante como puedo y sin discernir entre el bien y el mal, entre el grano y la cizaña, entre la luz suave del Espíritu Santo y la luminosidad artificial?”, pidió.

Por otro lado, Francisco aseguró que “el Reino de Dios está en medio de nosotros, pero debemos, con reposo, con trabajo y con discernimiento, custodiar la esperanza en el Reino de Dios que crecer hasta el momento en que regresará el Señor y todo será transformado. ¡Todo! El mundo, nosotros, todo. Y, como dice Pablo a los cristianos de Tesalónica, en ese momento permaneceremos todos con Él”.

“El Reino de Dios no es una religión del espectáculo en la que siempre estamos buscando cosas nuevas, revelaciones, mensajes. Dios ha hablado por medio de Jesucristo: ésta es la última Palabra de Dios. Lo demás son como fuegos artificiales que te iluminan sólo durante un momento”, señaló. Tras ese artificio, “¿qué es lo que queda?: nada”.

Esa actitud ante la religión “no permite crecer, no ilumina, no ofrece nada”. “En muchas ocasiones –continuó– se nos tienta con esa religión del espectáculo en la que se trata de buscar cosas ajenas a la revelación, a la dulzura del Reino de Dios que está en medio de nosotros y que nos hace crecer”.

Ese espectáculo no es fruto de la esperanza puesta en el Reino de Dios, sino que es la consecuencia del “deseo de tener algo en la mano”, dijo. Por el contrario, “nuestra salvación se da en la esperanza, en la esperanza que tiene el hombre que sembró el grano o la mujer que prepara el pan mezclando la harina con la levadura: la esperanza de crecer”.

En cambio, “esa luminosidad artificial se nos ofrece en todo su esplendor en un momento, pero luego desaparece, como los fuegos artificiales: no sirven para iluminar una casa. Son un espectáculo”.

Por evitar caer en esa tentación, el Obispo de Roma sugiere que se custodie con paciencia “la semilla que hemos plantado, vigilar la planta y evitar que surjan malas hierbas a su lado, para que la planta crezca. Es decir, custodiar la esperanza, porque en la esperanza fuimos salvados. La esperanza es el hilo de la salvación. La esperanza de encontrar al Señor definitivamente”.

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