Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 2 de diciembre de 2016.


Tiempo Litúrgico: Adviento
   Color del día: Morado   

Santos del día:


Primera Lectura: Libro del profeta Isaías (29, 17-24)
En aquel día los ojos de los ciegos se abrirán.

Esto dice el Señor: “¿Acaso no está el Líbano a punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque?

Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro; los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad; los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor y los pobres se gozarán en el Santo de Israel; porque ya no habrá opresores y los altaneros habrán sido exterminados. 

Serán aniquilados los que traman iniquidades, los que con sus palabras echan la culpa a los demás, los que tratan de enredar a los jueces y sin razón alguna hunden al justo”.

Esto dice a la casa de Jacob el Señor que rescató a Abraham: “Ya no se avergonzará Jacob, ya no se demudará su rostro, porque al ver mis acciones en medio de los suyos, santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los extraviados de espíritu entrarán en razón y los inconformes aceptarán la enseñanza”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Cuando todo a nuestro alrededor parece perder sentido, cuando los problemas de la vida parecen oscurecer nuestra existencia, el Señor nos hace ver que él es nuestra salvación. 

Este oráculo de Isaías, pronunciado cuando la alianza con Egipto ha fracasado, cuando los líderes religiosos se han corrompido y el poder público no da ninguna muestra de alivio, el profeta le recuerda al pueblo que Dios es su victoria. Nuestra preparación a la Navidad, a la fiesta en la que el Dios que salva se hace hombre, debe forzosamente incluir una vitalización de nuestra fe en el Dios que no nos abandona.

Para él no existen las tinieblas ni la oscuridad, tampoco existe la palabra “imposible”. Confía tu vida al Señor, él -y solamente él- es tu salvación, tu roca, tu refugio y fortaleza.

Salmo Responsorial (26)
R/ El Señor es mi luz y mi salvación. 
  • El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R. 
  • Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia. R. 
  • La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R.

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (9, 27-31)
Quedaron curados dos ciegos que creyeron en Jesús.

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” 

Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Reflexión sobre el Evangelio

La gente de hoy vive angustiada porque no ha sabido distinguir los límites de su acción. No sabe dejar a Dios actuar. 

Y esto se debe, principalmente, a una gran falta de fe. La pregunta fundamental que llevará a la realización del milagro en este pasaje es la que Jesús les formula a los ciegos: ¿Creen que puedo hacerlo? El hombre, cuando se encuentra en dificultad y recurre a Dios, muchas veces no considera la posibilidad de que Dios pueda actuar poderosamente en su vida. 

El resultado: que se realice conforme a tu fe. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe. Muchas cosas en nuestra vida cambiarán con la ayuda de Dios.

Oración

Señor mío, con la fuerza de tu Espíritu extermina la altanería de mi corazón, haz que mis oídos sordos oigan las palabras de tu santo libro; que mis ojos ciegos vean sin tinieblas ni oscuridad; que mi mente oprimida vuelva a alegrarse en ti, Señor, y que en mi pobreza pueda gozarme en ti, el Santo de Israel.

Acción

Hoy observaré qué tanto me estoy permitiendo experimentar a Dios con todos mis sentidos, especialmente, qué tanto cuido lo que oigo, lo que veo y lo que pienso.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa