Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 14 de diciembre de 2016.


Tiempo Litúrgico: Adviento
   Color del día: Blanco   

Santos del día:


Primera Lectura: Libro del profeta Isaías (45, 6-8. 18. 21-25)
Dejen, cielos, caer su rocío.

“Yo soy el Señor y no hay otro. Yo soy el artífice de la luz y el creador de las tinieblas, el autor de la felicidad y el hacedor de la desgracia; yo, el Señor, hago todo esto. Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador y que brote juntamente la justicia. Yo, el Señor, he creado todo esto”.

Esto dice el Señor, el que creó los cielos, el mismo Dios que plasmó y consolidó la tierra; él no la hizo para que quedara vacía, sino para que fuera habitada: “Yo soy el Señor y no hay otro. ¿Quién fue el que anunció esto desde antiguo? ¿Quién lo predijo entonces? ¿No fui yo, el Señor? Fuera de mí no hay otro Dios. Soy un Dios justo y salvador y no hay otro fuera de mí.

Vuélvanse a mí y serán salvados, pueblos todos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay otro. Lo juro por mí mismo, de mi boca sale la verdad, las palabras irrevocables: ante mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda lengua, diciendo: ‘Sólo el Señor es justo y poderoso’.

A él se volverán avergonzados todos los que lo combatían con rabia. Gracias al Señor, triunfarán gloriosamente todos los descendientes de Israel”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

La historia es el lugar del encuentro con Dios; la vida del pueblo es el lugar y espacio de la revelación. Así como el individuo progresa con el paso del tiempo, así el pueblo judío maduró su concepción de Dios. Esto es algo que muchos ignoran u olvidan: la revelación supone un proceso de maduración, es decir, Dios se va mostrando lentamente y esta progresión nos ayuda a madurar en la fe. Israel en un principio se sintió el pueblo exclusivo y propiedad de Dios, el cual combatía contra las naciones en favor de su hijo, Israel. 

Sin embargo, las experiencias le hicieron consciente de que Dios, lo es de todos los pueblos y que, así como Israel añora la salvación, la liberación y la vida plena, del mismo modo, los demás pueblos esperan la salvación que sólo puede venir del único Dios, el Dios que creó todo cuanto existe y que lo creó sabiamente, con amor y con un proyecto de bienestar para todos los pueblos. 

El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, no sólo cumple el designio de Dios para con su pueblo, sino que es luz, esperanza y fuente de bendición para todos los hombres de todos los pueblos y tiempos. Dios mira por todos los hombres, no sólo por algunos; Dios no es exclusivista, ni se preocupa sólo por los buenos o por los suyos, porque todos los hombres son suyos. Por eso, él vela, cuida y protege a cada una de sus criaturas. 

La esperanza de Israel de ver que Dios se hace presente entre los hombres, se muestra como un don de Dios, es como la lluvia que baja del cielo o como el alimento que brota del campo, es algo que no se consigue con las propias fuerzas o capacidades: todo verdadero don y bendición procede de Dios.

Salmo Responsorial (84)
R/ ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo! 
  • Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R. 
  • La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R. 
  • Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R.

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7, 19-23)
Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído.

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”.

En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”.

Reflexión sobre el Evangelio

En medio de este mundo fragmentado por el pecado, no falta aun entre nuestros hermanos, quienes se pregunten si realmente Jesús es el Mesías enviado por Dios para salvar a su pueblo. El hambre, la guerra, el egoísmo, la misma muerte, parecerían ser aun los tiranos que oprimen al hombre. Este pasaje de la Escritura, sin embargo, nos presenta la realidad de todos aquellos que se han acercado a Jesús: ciegos que ven; mudos que hablan; paralíticos que caminan. 

Si el mundo continúa siendo tiranizado por el pecado y sus consecuencias es por que no se ha acercado a Jesús, o no ha dejado que lo sane y lo libere. Muchos permanecen sólo a distancia como observadores pasivos lamentándose de todas sus dolencias y esclavitudes. Dios nos ha ofrecido la salvación y la vida del Reino por medio de Jesús, pues sólo él es "el camino, la verdad y la vida". 

Acércate a Jesús y deja que él te sane y libere para que así te puedas convertir tú también en testigo de que ya no hay que esperar a nadie más, pues en Cristo Dios nos ha dado la libertad y la paz.

Oración

Padre Todopoderoso, que sabiamente has creado el universo y cuanto lo llena y que has previsto la salud de todos los hombres en el acontecimiento Cristo, te pedimos un espíritu de gratitud y un empeño de fidelidad a las palabras de tu Hijo para que, siendo dóciles al Espíritu Santo, merezcamos todo don que procede de Ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Acción

Dedicaré 20 minutos para anotar en una libreta todo aquello por lo que tengo que darle gracias a Dios. Y elevaré a él mi corazón agradecido.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa