Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color del día: Blanco
Santoral:
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Tercer día: Jornada Mundial de la Juventud, Panamá 2019
Primera Lectura
Lectura de la carta a los
hebreos (7, 23—8, 6)
Cristo se ofreció a sí mismo en sacrificio
de una vez para siempre.
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio. En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades; pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
Ahora bien, lo más importante de lo que estamos diciendo es que tenemos en Jesús a un sumo sacerdote tan excelente, que está sentado a la derecha del trono de Dios en el cielo, como ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, levantado por el Señor y no por los hombres.
Todo sumo sacerdote es nombrado para que ofrezca dones y sacrificios; por eso era también indispensable que él tuviera algo que ofrecer. Si él se hubiera quedado en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrecieran los dones prescritos por la ley.
Pero éstos son ministros de un culto que es figura y sombra del culto celestial, según lo reveló Dios a Moisés, cuando le mandó que construyera el tabernáculo: Mira, le dijo, lo harás todo según el modelo que te mostré en el monte. En cambio, el ministerio de Cristo es tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El autor de la carta busca crear en el pueblo cristiano una infinita confianza en el amor de Dios que, por Jesucristo, nos ha dado la salvación y la vida eterna.
Sobre todo, porque ÉL mismo prometió, antes de subir al cielo, que no nos abandona, sino que permanece entre nosotros, y en el cielo continúa su función de "intercesor", de mediador entre el Padre y nosotros, y además es el realizador de una alianza que no está basada en ofrendas materiales sino en el ofrecimiento de SÍ mismo, por ello, como dice el autor, esta alianza contiene mejores promesas. Dios no sólo promete una relación íntima y personal con nosotros, sino que nos ha prometido llevarnos al cielo, a vivir con él, a ser parte de su familia y a compartir con nosotros la alegría celestial.
Es en esto en lo que el cristiano cree, ésta es su esperanza. Por ello, podemos decir con san Pablo: Gracias sean dadas a Dios porque en Cristo nos ha llamado a participar de su herencia. ¿Te habías dado cuenta de todo lo que contiene nuestra vida y relación con Cristo?
Salmo responsorial:
(Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17)
R/ Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
- Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”. R.
- En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R.
- He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R.
- Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación repiten sin cesar: “¡Qué grande es Dios!” R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (3, 7-12)
Los espíritus inmundos gritaban:
"Tu eres el Hijo de Dios".
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Reflexión sobre el Evangelio
El pasaje que nos presenta hoy san Marcos nos dice que "una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo.
Sin embargo, ¿cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro y a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.
Todavía hoy, muchos de entre nosotros repetimos la misma historia, seguimos buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Más aún, muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparece en el horizonte de su vida. ¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?
Oración
Señor, tú que entregaste tu vida, que sigue dándome la oportunidad de pertenecer a la familia celestial, enséñame a dar mi vida en las cosas que hago cada día, que a cada momento, yo también sepa ser quien brinde la posibilidad de una vida mejor a las personas que me rodean. Eso es algo que no podría conseguir por mis propias fuerzas, por ello, me acojo a tu gracia y la acción poderosa de tu Espíritu Santo. Amén.
Acción
Hoy me aseguraré de que cada acción que haga en el día, traiga un beneficio a los que me rodean. Lo haré desinteresadamente y le pediré a Jesús que me enseñe a hacerlo mejor.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo C - 2019, Conferencia Episcopal de Costa Rica