Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color del día: Verde
Santoral:
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (3, 1-8)
Ustedes serán como dioses,
pues conocerán el bien y el mal.
De todos los animales salvajes creados por el Señor Dios, la serpiente era el más astuto. Un día le dijo a la mujer: “¿Es cierto que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles del jardín?” La mujer le respondió a la serpiente: “No. Sí podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero de los frutos del árbol que está en el centro, Dios nos ha prohibido comer y nos ha dicho que no lo toquemos, porque, de lo contrario, moriremos”.
La serpiente le dijo a la mujer: “Eso de que ustedes van a morir no es cierto. Al contrario, Dios sabe muy bien que, si comen de esos frutos, se les abrirán los ojos y serán como dioses, pues conocerán el bien y el mal”.
Entonces los frutos de aquel árbol le parecieron a la mujer apetitosos, de hermoso aspecto y excelentes para adquirir sabiduría. Tomó de los frutos y comió; y después le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Al momento se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entrelazaron unas hojas de higuera y se cubrieron con ellas.
Oyeron luego los pasos del Señor Dios, que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y se ocultaron de su vista entre los árboles del jardín.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Esta ha sido la triste historia del hombre en la tierra: ‘Creerle al demonio y dudar de la palabra de Dios’. El demonio acusa a Dios de mentiroso y nuestros primeros padres le creyeron. Hoy la historia se repite una y otra vez en cada una de nuestras propias historias personales. Los jóvenes, los niños, los adultos, todos pensamos que Dios no tiene razón en lo que nos manda.
¿Qué tiene de malo tener relaciones con mi novia(o)? ¿Qué tiene de malo el ver cierto tipo de espectáculos? ¿Qué tiene de malo el mentir? Y es que el demonio ha ido perfeccionando sus métodos, y orquestando un plan para llevar al hombre, como lo hizo con Adán y Eva, a experimentar la soledad, la tristeza, el vacío. Busca que tú, como yo, vivamos lejos del amor de Dios, y para ello instrumenta nuevos planes, usa de todos sus aliados para, de manera muy sutil, irnos convenciendo de que Dios ES UN NECIO, QUE NO TIENE RAZON.
Y, a pesar de que el mismo Jesús nos lo ha advertido y de la presencia del Espíritu en nosotros, continuemos haciéndole caso y creyéndole al demonio en lugar de creerle a Dios. No te dejes engañar, el pecado sólo produce soledad y vacío. Hazle caso a Dios.
Salmo responsorial:
(Sal 31, 1-2. 5. 6)
R/ Perdona, Señor, nuestros pecados.
- Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. R.
- Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. R.
- Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (7, 31-37)
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. El lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Reflexión sobre el Evangelio
Este pasaje nos muestra de manera indirecta los dos elementos fundamentales de la construcción del Reino: oír y hablar. Es necesario oír la palabra de Dios para luego poder hablar de ella.
¿Cómo conocerán a Dios si nadie les habla de él y cómo les hablará alguien que nunca ha escuchado la buena noticia del Evangelio? Por ello, Jesús no duda en hacer las dos cosas: Abre los oídos del sordo y le destraba la lengua para que pueda hablar. Ahora, él mismo se ha convertido en un testigo del amor de Dios y por ello, como dirá el apóstol san Juan en su primera carta, puede dar testimonio de lo que ha visto y de lo que ha oído.
Si hoy no hay muchos que hablen de Jesús, es porque tienen sus oídos cerrados y su lengua trabada. Pidamos hoy al Señor que abra nuestros oídos a su palabra y nos desate la lengua para anunciar a nuestros compañeros y vecinos, la buena noticia del Evangelio.
Oración
Señor, perdóname porque tantas veces, al oír tus pasos en el jardín de mi corazón, he intentado ocultarme de tu vista. Perdóname por mis pecados que son producto de oír otras voces en vez de la tuya, y perdona mi falta de honestidad al no reconocer delante tuyo mis fallas. Pero, Señor, apelo a tu misericordia y al gran amor que me tienes, para pedirte que me limpies y que me enseñes a guardarme del mal para no caer nuevamente.
Acción
Hoy haré un examen de conciencia profundo, pediré perdón a Dios en oración y, a la brevedad, me confesaré sacramentalmente.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo C - 2019, Conferencia Episcopal de Costa Rica