Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Miércoles 22 de abril de 2020.


Tiempo Litúrgico: Pascua - Semana II. 
  Color del día: Blanco. 

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (5, 17-26)
Los hombres que habían metido en la cárcel
están en el templo, enseñando al pueblo.

En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel. Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de ahí y les dijo: “Vayan al templo y pónganse a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida”. Para obedecer la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.

Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín, es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron a informar: “Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro”.

Al oír estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes se quedaron sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno y les dijo: “Los hombres que habían metido en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo”.

Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.

Reflexión sobre la Primera Lectura

¿Quién podrá detener el anuncio de la Palabra de Dios? ¡Nadie! Excepto nosotros mismos. El episodio de hoy nos narra cómo Dios incluso mandó un ángel a sacar de la prisión a los apóstoles y les dijo: "Vayan a predicar".

Hoy están faltando muchos cristianos valientes que anuncien la Palabra de Dios en sus comunidades, en sus escuelas, en sus oficinas y negocios; cristianos que, sin temor al "qué dirán", sean capaces de vivir de tal manera el Evangelio en sus propios medios, que llamen la atención de los demás; cristianos que no tengan temor de hablar abiertamente de Jesús a sus amigos y conocidos; cristianos que no se avergüencen de ser testigos del Resucitado.

No permitamos que nuestros temores detengan el anuncio de la Vida, el Amor y la Paz traídos por Cristo. Recuerda siempre que la única oportunidad que tiene el hombre de vivir la vida en plenitud está en Cristo, y que su anuncio también depende de ti.

Salmo responsorial
(Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R/ Haz la prueba y verás qué
bueno es el Señor. Aleluya.
  • Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R.
  • Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R.
  • Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R.
  • Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (3, 16-21)
Dios envió a su Hijo al mundo
para que el mundo se salve por él.

“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

Reflexión sobre el Evangelio

Con Jesús en el Sagrario de nuestro corazón

Aunque ahora, debido a la pandemia, no podamos hacerlo presencialmente, no podemos olvidar que en el Sagrario se encierra el Amor…. nuestro Amor de los amores. Aunque sea “virtualmente”, allí es donde deben dirigirse nuestros corazones, y donde poner nuestros deseos y ambiciones… junto al corazón de Jesús.

«Hemos encontrado la cárcel cerrada, con las barras echadas, y a los centinelas guardando las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». Esa es la “extravagancia” de Dios. Él se queda encerrado en el Sagrario para que su Palabra no esté encadenada.

Así, pasando un rato contemplando a Cristo, aunque ahora no estemos presentes, nos damos cuenta de que no hay dificultades grandes (a pesar de las muertes, enfermos y dolor por el que pasamos en estos momentos…).

Nada puede impedirnos anunciar el amor que Dios nos tiene. No podemos privar a nadie de tener la posibilidad de acercarse a Aquel que tanto nos quiere. Vale la pena, por tanto, pasar ratos delante del Sagrario, pararnos un momento en nuestro camino, y ponerlo en el centro de nuestra vida, pues la Iglesia vive de la Eucaristía.

La Virgen tuvo al Señor en sus entrañas. Nosotros lo tenemos también muy cerca (ahora en el corazón, recibiéndole espiritualmente). Le pedimos a nuestra madre que nos haga almas eucarísticas, y que pronto lo hagamos, realmente, ante el primer Sagrario que encontremos … cuando todo se “desescale” definitivamente.

Por Comentarista 8 | miércoles, 22 abril 2020 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid

Oración

Libérame, Señor, de mis cárceles, abre las rejas de todo lo que en mi vida aún me esclaviza. Sé que hay muchas cosas que aún me impiden experimentar la gloriosa libertad que has destinado para mí. Libérame, Señor, para que pueda salir al mundo y proclamar tu mensaje de amor, de paz y de libertad.

Acción

Hoy haré una lista de todas las cosas que aún me impiden que hable libremente de Dios y planearé cómo vencerlas una a una.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidiócesis de Madrid 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica