Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Lunes 25 de mayo de 2020.


Tiempo Litúrgico: Pascua - Semana VII. 
   Color del día: Blanco.   

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (19, 1-8)
¿Han recibido el Espíritu Santo,
cuando abrazaron la fe?

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Efeso. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: “¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?” Ellos respondieron: “Ni siquiera hemos oído decir que exista el Espíritu Santo”. Pablo replicó: “Entonces, ¿qué bautismo han recibido?” Ellos respondieron: “El bautismo de Juan”.

Pablo les dijo: “Juan bautizó con un bautismo de arrepentimiento, pero advirtiendo al pueblo que debían creer en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús”.

Al oír esto, los discípulos fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas desconocidas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Durante los tres meses siguientes, Pablo frecuentó la sinagoga y habló con toda libertad, disputando acerca del Reino de Dios y tratando de convencerlos.

Reflexión sobre la Primera Lectura

La gran novedad del Nuevo Testamento es el "don del Espíritu Santo", es decir, la "inhabitación" de Dios en nosotros. A partir de Pentecostés, la acción de Dios en el hombre no es desde afuera, sino desde dentro. Sin embargo, dado que su presencia es espiritual, sólo la podemos reconocer por su acción.

Esta es quizás la razón por lo que en la primitiva Iglesia uno de los "signos sensibles" que indicaban la presencia del Espíritu Santo en el corazón de los creyentes es lo que se llama "el Don de Lenguas", o el comenzar a hablar en lenguas desconocidas. Esta manifestación la encontraremos a todo lo largo del libro de los Hechos y está siempre asociada con el bautismo y con la oración.

En medio de este mundo incrédulo que nos toca vivir, esta manifestación es de nuevo un don claro en muchos cristianos, asociado hoy en día al bautismo, que se recibe de pequeño, con la "aceptación personal de la salvación en Cristo" y el compromiso de vivir conforme al Evangelio.

Por ello, en muchas reuniones de oración, al igual que en la primera comunidad, se "oye orar a los cristianos en lenguas que sólo los ángeles conocen". Como todos los dones en la Iglesia, éste también debe ser discernido para no engañarnos en la vida espiritual. Deja que el Espíritu te manifieste su presencia viva en ti.

Salmo responsorial
(Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab)
R/ Cantemos a Dios
un canto de alabanza. Aleluya.
  • Cuando el Señor actúa sus enemigos se dispersan y huyen ante su faz los que lo odian; cual se disipa el humo, se disipan; como la cera se derrite al fuego, así ante Dios perecen los malvados. R.
  • Ante el Señor, su Dios, gocen los justos y salten de alegría. Entonen alabanzas a su nombre. En honor del Señor toquen la cítara. R.
  • Porque el Señor, desde su templo santo, a huérfanos y viudas da su auxilio; él fue quien dio a los desvalidos casa, libertad y riqueza a los cautivos. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (16, 29-33)
Tengan valor,
porque yo he vencido al mundo.

En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por eso creemos que has venido de Dios”.

Les contestó Jesús: “¿De veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a dispersar cada uno por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estaré solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo”.

Reflexión sobre el Evangelio

Ser un buen cristiano nunca ha sido fácil, pues la vida cristiana muchas veces es contraria a la que nos propone el mundo. Muchos de sus criterios, sobre todo en temas como la justicia y la verdad no tienen mucho qué ver con lo que el Evangelio propone.

Esto provoca que los cristianos nos veamos tentados a abandonar este estilo de vida. Por ello Jesús nos dice, "Tengan valor, porque yo he vencido al mundo". Y nosotros podemos también vencerlo con la ayuda del Espíritu Santo. Dios mismo es la garantía de que podemos vivir realmente como auténticos cristianos y vencer al mundo, vencer nuestras tentaciones y todos los obstáculos que se presentan en nuestra vida.

Si las cosas en nuestra vida no han salido como lo esperábamos, si hemos sido perseguidos o rechazados, no nos descorazonemos; mantengamos presentes en nuestro corazón las palabras de Jesús y pidamos al Espíritu que venga en nuestra ayuda, nos consuele y nos fortalezca para que, como Jesús y con él, podamos continuar la construcción del Reino de los Cielos.

Oración

Espíritu de Dios, llena mi vida de tus dones para construir el Reino de los Cielos en este mundo que muere sin tu presencia, tu fuerza y tu amor; te entrego del todo mi persona para que te sea instrumento y así sea derramada tu gracia como aquel maravilloso día de Pentecostés.

Acción

Cuando esté haciendo oración, personal o en comunidad, le pediré al Señor que vaya disponiendo mi corazón a recibir los dones que él quiera manifestar a través de mí y ponerlos al servicio de la Iglesia.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica