Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 3 de julio de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XIII.
   Color del día: Rojo.  

Fiesta:

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los efesios (2, 19-22)
Ustedes han sido edificados
sobre el cimiento de los apóstoles.

Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.

Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo en el Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Al celebrar la fiesta de los apóstoles, la liturgia nos invita a hacer un acto de fe en la conducción y la evangelización que realiza Jesús en su Iglesia, mediante los obispos, sucesores de los apóstoles.

Es por medio de ellos, como nos lo dice hoy este texto de san Pablo, que toda la Iglesia se va integrando para formar una construcción sólida. Jesús ha querido dejar a los obispos como un instrumento, a través de los cuales, continúa él mismo, por la acción del Espíritu Santo, conduciendo e instruyendo al Pueblo de Dios.

Esta comunión con nuestros obispos es la que asegura que formamos verdaderamente parte de la familia de Dios. Oremos, pues, por ellos, para que nunca falte la fe y la esperanza en ellos y para que, siendo de los que, sin ver han creído, continúen animando al pueblo que se les ha confiado, y perseveren en la fe y crezcan en la caridad.

Salmo responsorial
(Sal 116, 1. 2)
R/ Vayan por todo el mundo
y prediquen el Evangelio.
  • Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen. R.
  • Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 24-29)
¡Señor mío y Dios mío!

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.

Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Reflexión sobre el Evangelio

La bienaventuranza que hoy hemos leído en este pasaje del evangelio está dirigida a nosotros: a los que sin ver hemos creído. A los que sin ver a Jesús resucitado creemos que él está vivo, que es Dios, que camina con nosotros hasta la consumación de los siglos.

Esto es lo que nosotros llamamos fe, es decir, tener la certeza de una realidad que no vemos. Tener fe en la resurrección de Jesús, significa que nosotros creemos que él es verdadero Dios, y si esta es una verdad aceptada y vivida en el corazón, entonces estamos seguros que todo lo que él dijo y prometió mientras predicaba, es verdad.

Es verdad que somos habitados por el Espíritu Santo; es verdad que todo lo que pidamos con fe se nos dará; es verdad que tenemos reservado un lugar en la eternidad con Jesús; es verdad que la vida vivida en el amor de Jesús es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Por eso alégrate y goza tú que sin ver has creído.
 
Oración

Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo.

Acción

Sabiendo que un día en el cielo podremos abrazar a cada miembro de la Familia celestial; hoy abrazaré a las más personas posibles, siendo consciente de que ellos también son parte de ésta. .
 
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica